Vigencia de la DC

Junta Nacional de la Democracia Cristiana


Hay consenso acerca de la difícil situación que atraviesa la DC. Las discrepancias aparecen cuando se indagan las causas que la generan y se aventura su desenlace. Para algunos, los valores yprincipios que le dieron origen perdieron vigencia. Luego su destino sería desaparecer como ha sucedido en el mundo con partidos de diferentes ideologías. La idea ha llegado a convertirse en excusa para fijar en la opinión pública expectativas de renuncias, que en los hechos, ponen en duda, o desdeñan, haciendo daño en el valor de la militancia y de la organización.

Nosotros pensamos que el problema del partido no son sus fuentes doctrinarias e ideológicas, sino su práctica política. Mensajes confusos, inconsistencias éticas, abusos de posición dominante, visión sesgada de la realidad, falta de liderazgo y estrategias, a tal punto inútiles, que no han hecho sino vulnerar la implantación social y la representatividad de la colectividad. Son fallos de conducción que van más allá de la derrota electoral, pero que, en último término, deciden el juicio ciudadano.

De tener que nombrar una causa de fondo, diríamos que ha sido la incapacidad para comprender la sociedad en que vivimos la que ha llevado a su dirigencia a tomar caminos equivocados. Estamos lejos de lo acontecido en los ex países socialistas. Allí el ocaso de los comunistas fue consecuencia del desplome de toda una constelación de valores. Aquí, como lo revela la encuesta Bicentenario, la inmensa mayoría de los chilenos adhiere a tradiciones cristianas y social demócratas y es crítica de partidos que propugnan y exigen dogmas de fe. Aquí, una gran parte de la población censura el neoliberalismo salvaje y apoya las garantías de derechos y la democracia representativa. Según la encuesta Mori-Cerc, el 71% de los chilenos desea reformas profundas y cambios radicales y 60% confía en el sufragio como herramienta de transformación. Pero quienes votaron en la última elección eligieron un gobierno de signo conservador, tal vez porque no todos los que creían en la eficacia de los comicios se movilizaron a las urnas.

En todo caso creemos en una oposición que ayude a crear en forma responsable y dialogante, en todos los temas que interesan al país.

Ninguna de las directivas elegidas desde que se formuló el Plan Estratégico del PDC logró sus metas electorales. Su atención estuvo centrada en debates inconducentes, como los matices, el camino propio, el domicilio político, el anticomunismo, el tipo de oposición y, ahora, la inconveniencia de entenderse con la izquierda cuando la canciller alemana acuerda una gran coalición con ella. Quienes integraron esas mesas y que todavía siguen siendo dirigentes, tampoco han mostrado voluntad para asumir sus responsabilidades. Pero ésta no es la peor hora. Tras el Golpe de Estado de 1973 nos mantuvimos unidos. Nos persiguieron 17 años, pero logramos darle conducción a la transición a la democracia y elegir a Patricio Aylwin como presidente de la República.

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