Mujeres en la calle: la historia tras los carteles

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Valentina Baus con el bodypaint de Andrea Verdugo.



En el Día Internacional de la Mujer, las mujeres cantaron contra la violencia machista al unísono, pero muchas de ellas además llevaron un mensaje plasmado en una pancarta o cartel. Una manera de proyectar sus experiencias personales a través de frases cortas, al grano y potentes con las que la mayoría se puede identificar. No es algo nuevo ni es propio del movimiento feminista, sino que es una tradición histórica en las manifestaciones, especialmente en aquellas que buscan reivindicar los derechos civiles.

"Encontré la frase en la ilustración de una artista española que se llama Vera Yin Yang, y me hizo sentido porque es el desafío que tenemos como feministas: sentirnos libres sin importar lo que nos digan. Personalmente, creo que el amor propio es un desafío y quiero un día quererme tanto que no importe cómo me vista, si me depilo o no, si estoy a favor del aborto, si no me quiero casar, si mi proyecto de vida es opuesto al tradicional. Lo que nosotras elegimos para muchas personas es obsceno o anormal, pero me quiero sentir libre de caminar sin miedo. Tan libre que a la gente le parezca raro. Para mí, el amor propio y la confianza es la manera de rebelarse contra el rol de mujer que nos impone el sistema". María José Larrachea (24), diseñadora.

"Cuando mi hija llora, se pega o se cae, le digo que es delicada pero valiente, por eso ella misma me pidió que pusiera eso en su cartel. En la marcha le llamó la atención ver a mujeres sin polera. No entendía que se mostraran. Le expliqué que es su manera de manifestarse. Siempre le cuento las cosas como son. Hablo muy seguido con ella sobre su cuerpo, le explico que nadie la tiene que tocar, que su cuerpo es suyo y ella decide lo que hace con él. Quiero seguir llevándola a marchas, pero voy a tener más cuidado porque se asustó cuando lanzaron bombas lacrimógenas. Lo que más le gustó fue cantar 'El pueblo unido jamás será vencido' y estar entre medio de la multitud". Sandy Ávila (31), relacionadora pública y mamá de Matilde (5).

"Desde que nació mi hija, hace tres años y medio, dejé de trabajar para poder cuidarla y conocí un mundo de mujeres que crían solas, que no cuentan con apoyo y que son las únicas responsables de la maternidad. Muchas de estas mujeres querrían estar en la calle manifestándose, pero no pueden por miedo a que las echen del trabajo o porque simplemente no tienen con quién dejar a los hijos. Y es que todo es más difícil para nosotras, y más aún si no contamos con apoyo. Por suerte mi familia me ayuda, pero hay mujeres cuyas familias realmente no tienen cómo aportar. En este último tiempo, he encontrado una red de apoyo en distintas organizaciones y colectivos virtuales, en los que compartimos datos y eso me ha hecho sentir más acompañada. Por eso salgo por todas esas mujeres que se sienten solas, para que sepan que no lo están. Ornella Trevigna (35), artesana.

"Somos todas compañeras de trabajo y decidimos manifestarnos juntas porque, pese a que nuestras realidades difieren, todas hemos vivido de cerca las secuelas de este sistema machista y opresor. Acá hay una que tiene 69 que trabajó durante 40 años en el servicio público y su jubilación es de $112.000. Con eso no se puede vivir. Todas somos distintas y por lo mismo en este cartel que dibujamos juntas quisimos que todas tuvieran un espacio: mujeres, madres, trabajadoras, de distintas edades, procedencias, clases sociales y raíces. La idea era dar cuenta de la diversidad que nos caracteriza y así plantear que absolutamente todas necesitamos representatividad. La ley no nos puede dejar fuera por ser tal o cual cosa. No podemos estar desamparadas. Que todas seamos distintas no significa que no podamos unirnos por la misma causa, por un mismo bien común. La idea es volver a recobrar nuestros territorios que fueron colonizados: nuestros espacios físicos y nuestros cuerpos". Vania (30), Rosita (69), Soledad (47) y Pamela (43), compañeras de trabajo en la Corporación Caleta Sur.

"Nos cortan las alas por el solo hecho de ser mujeres. Hemos estado reprimidas durante mucho tiempo y recién ahora nos están volviendo a crecer. Porque el patriarcado es nuestra principal jaula: cada vez que salimos a la calle sentimos miedo. Nos cuesta andar con shorts libremente y cuando nos vamos de un lugar le mandamos un mensaje de texto o nuestra ubicación en tiempo real a una amiga. Nos silban, nos gritan, nos acosan. Y no entienden que estamos cansadas. Ya no quiero vivir con miedo, no quiero estar callada sin poder expresarme. Quiero ser libre de transitar como se me dé la gana. Quiero que nuestras alas vuelvan a crecer. Merecemos respeto". Catalina Pacheco (20), estudiante de danza.

"Nos gusta Sailor Moon porque es una mujer empoderada que nos muestra que puede combatir de igual a igual con los hombres. En gran parte del animé se busca reivindicar el rol de la mujer y por eso en esta ocasión fue nuestra gran inspiración. Nosotras nos hemos sentido víctimas del machismo desde chicas. No podemos andar tranquilas en las calles porque se nos cosifica. Somos vistas como bienes de consumo y no como personas. Estamos seguras, igual, que nuestra generación está más consciente y que de quererlo, podemos lograr cambios radicales. Estamos poderosas y estamos juntas. No subestimen nuestra fuerza". Martina (18) y Catalina (16), estudiantes.

"Me declaro feminista antiespecista y el mensaje que quiero transmitir es que la sororidad debe aplicarse a todas las especies. A las vacas hembras se las violan y les roban sus terneros, y mientras esto no sea visto como un problema, nunca vamos a poder desprendernos del todo de esa lógica dominante y desconsiderada con el otro. No hay especies superiores a otras, así como no hay géneros superiores. Hace tres años me hice vegana y mi lucha es en contra de los sistemas de dominación. Se trata de una visión de mundo: cuando empiezas a tener empatía, adquieres consciencia del resto, sean éstos animales o personas". Coral Silva (19), estudiante de bioquímica.

"Con este cartel lo que quisimos transmitir es que nos costó mucho unirnos y ahora que lo logramos, no podemos separarnos. No podemos tener miedo y no podemos sucumbir frente a las presiones. No podemos no salir a las calles. Estamos aquí para apoyarnos entre nosotras, porque somos como una manada. Vivimos con miedo, pero ya no queremos que sea así". Dominga, Catalina y María José (19), estudiantes.

"Esta frase la encontramos en internet y nos hizo mucho sentido. Todos creen que somos el sexo débil y que somos frágiles como las flores. Pero en realidad la fragilidad y la fuerza no son excluyentes. Somos delicadas, pero también somos como una bomba a punto de estallar. Marchamos para no sentirnos asustadas, para vivir sin miedos, por las mujeres que nos antecedieron –muchas de ellas nos agradecen por levantar la voz– y por las que están por venir". Florencia Cruz (22) y Mariana Rivas (24), estudiantes de música.

"Quise ser muy directa y concisa. Porque al final, más allá de que suene utópico, lo que hay que cambiar es esta visión de mundo en la que las mujeres somos discriminadas y afectadas. Ya es hora de que todos nos demos cuenta y que el mensaje sea escuchado. Todas las mujeres hemos vivido alguna situación de acoso, maltrato o nos hemos sentido agredidas o cohibidas. En la calle se nos minimiza y eso tiene que cambiar". Yulissa Tapia (19), estudiante de bioquímica.

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