Cuando no se puede dejar de ser padres a pesar del dolor de una separación




La separación de una pareja es una situación difícil para cualquier persona, implica quiebres, dolor, duelos, confusión, incertidumbre y una montaña rusa de emociones. Cuando una pareja se separa y tiene hijos, se agrega otra dificultad: la de no dejar de ser padres a pesar del propio dolor. Este es un gran desafío, ya que como individuos tendrán que vivir el duelo, pero al mismo tiempo acompañar y contener el de sus hijos.

Las separaciones tienen diversas causas y son experimentadas de múltiples maneras según la historia y temperamento de cada persona. Por eso es tan importante apoyarse en la familia, amistades y especialistas, porque es un momento donde el proyecto de familia cae en aguas oscuras y se debe volver a encontrar la luz. Una tarea difícil que no necesariamente se debe hacer solo, especialmente si hay hijos de por medio.

Las parejas que se separan, a pesar de sus diferencias e historias, siguen siendo los padres de sus hijos, por lo que el sistema parental debe mantenerse. Para que eso suceda, los hijos deben ocupar ese lugar y no convertirse en mediadores ni jueces y los padres deben tratar de seguir siendo modelos adultos. Cuando sucede la separación, el mundo que el menor o joven conocía se derrumba, por lo que los padres deben ayudarlos a construir un nuevo mundo que debe estar provisto de claridad, amor y respeto.

Otro aspecto relevante para que los hijos puedan reparar de manera sana esta situación de dolor, es que los padres, especialmente el que se va, pueda crear en esa nueva casa un hogar en el que los niños tengan su espacio y lo perciban como suyo, tratando siempre de pasar el tiempo con ellos haciendo actividades como jugar, conversar o comer. En general existe la tendencia de que al principio se llenan de panoramas durante los días en que se está con ellos, pero eso puede crear una falsa realidad. Muchas veces los papás tratan de evitar las frustraciones y los dolores de sus hijos con cosas materiales y distracciones, lo cual los estanca en su crecimiento y no permite que desarrollen sus propias herramientas. La separación es dolorosa y el adulto se verá enfrentado a tolerar situaciones de alegría y pena con sus hijos, lo cual le da mayor sentido y coherencia al duelo que se está viviendo a nivel familiar. Puede ser un gran panorama quedarse en la casa y hacer cosas simples, acompañarse y contenerse en la cotidianidad.

Es vital tener presente la etapa de desarrollo en las que están los hijos, porque eso permitirá entender las diversas reacciones que pueden tener para expresar sus sentimientos con respecto a la separación de sus padres. Los hijos siempre van a sufrir la separación, tanto a los tres como a los veinte años, pero la reacción dependerá de su etapa vital y de su temperamento. Ninguno de los hijos reacciona de la misma manera y como padres debemos tolerar a nivel emocional, sus diversas expresiones.

Como la decisión de separarse no pasa por los hijos, ellos suelen experimentar una sensación de injusticia, por lo que se debe acoger y comprender cada reacción que puedan tener. Si para el adulto es difícil de asimilar, más difícil es para los hijos, los cuales deben comenzar a mirar su estructura familiar como entidades separadas y ser testigos del dolor de sus propios padres. En ocasiones además, aparecen las “lealtades de los hijos hacia alguno de los progenitores”, algo que se puede dar por diversas razones, pero que es importante que los padres detecten y comprendan para así ser capaces de mostrarles que no es necesaria una alianza, ya que ambos padres siempre serán un sistema parental sólido. Así, se facilitará la nueva relación que el hijo comenzará a tener con cada uno en esta nueva estructura, teniendo como objetivo final que se conforme una relación amorosa, libre y sin culpas con cada uno de sus padres.

Por todo esto, es importante que como padres se apoyen en sus redes o especialistas, porque también necesitan que los contengan para poder contener. Si están apoyados, podrán sin miedo abrir el espacio de una conversación donde emerjan las emociones y los sentimientos que cada integrante tenga con respecto a la separación, siendo capaces de contener y al mismo tiempo diferenciar cuáles son las cosas que se discuten con los hijos y cuáles quedan en el sistema parental, el cual durará toda la vida.

Josefina Montiel es psicóloga clínica. Instagram: @ps.josemontiel

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