Hace algunos días circuló en redes sociales una pauta, firmada por un ginecólogo, donde enviaba a su paciente a hacer dieta para bajar de peso. Entre las recomendaciones que se podían ver, aparecían cosas como no entrar a la cocina si no eres la persona encargada de cocinar, que la fruta engorda, y que si comes arroz solo lo puedes acompañar con ensaladas. Evidentemente, varios profesionales de la Nutrición levantaron la voz, porque la pauta no solo corresponde a creencias antiguas que han sido desmitificadas, sino que además porque un médico que no es especialista en el tema no debería estar recomendando dietas restrictivas a sus pacientes.
El problema es que no se trata de un caso aislado. Buscando en redes sociales, por ejemplo, aparecen varias situaciones similares. Una usuaria escribió: “Todavía me acuerdo cuando me negaron diagnóstico después de tener vértigo dos semanas seguidas, porque “seguramente su peso lo está causando” y nada movió a la doctora de esa posición”. Otra usuaria escribió: “Dejé de ir con un psiquiatra porque me recetó pastillas para bajar de peso sin que se las pidiera. En ninguna de mis citas mencioné nada de mi peso, y él solito me dijo que debía bajar para ayudarme con mi ansiedad”.
En 2016, un columnista del sitio Upworthy, que se identificó como Your fat friend, describió una visita médica luego de tener problemas de audición por varios días. “La enfermera y yo conversamos mientras ella toma mis signos vitales, pese a que me cuesta escucharla. Mientras hablamos, me toma la presión y frunce el ceño. La toma de nuevo, y luego una tercera vez. Se disculpa y vuelve con otra máquina, para volver a intentarlo. Nervioso, le pregunto cuál es el problema. ‘¿Está todo bien?’. Me mira y me dice que los resultados están perfectos, pero que eso no puede ser, porque ‘No es común en los pacientes con sobre peso’”.
El columnista cuenta que al rato llega el doctor, quien ve que tiene una infección en el oído y prescribe antibióticos. Y además le recomienda bajar de peso, pese a que eso no tenía nada que ver con su diagnóstico. “No estoy solo. Muchas personas gordas tienen dificultades en la consulta médica, que debería ser segura, confidencial y constructiva, pero que termina siendo un espacio de vergüenza y rechazo. Los trabajadores de la salud felicitan a las personas gordas por sus desórdenes alimenticios, les dicen a sus pacientes que tienen que perder peso si quieren ser hermosos, y a las personas gordas las regañan y envían a bajar de peso, en vez de entregarles tratamiento médico”.
La doctora chilena Denisse Kohn, especializada en Nutrición en NYU, considera que el problema es aún mayor, pues sería un problema de la sociedad en la que vivimos, la cual define como gordofóbica: “Se confunde mucho cuando se habla de este tema, entre asociación y causalidad, porque de lo que se habla es de que el sobrepeso causa enfermedades, cuando en realidad lo que hay es una relación. Si tengo obesidad, hay más probabilidades de tener hipertensión, pero no es siempre. Es una creencia súper dañina, porque a todas las personas con un IMC en el rango normal y con diabetes no les creen, porque no deberían tenerlo. Y resulta que hasta un 4,5 de cada 10 personas con IMC en el rango normal sí tienen enfermedades metabólicas, y son las que menos van al doctor porque se ven sanos. Por eso no hay que mirar la salud, hay que evaluarla”.
Según la especialista, esto es algo que pasa en muchas otras áreas, no solo en la medicina. “Pero el título de doctor o doctora encandila a la gente y les creen todo lo que dicen. En Medicina no te enseñan nutrición, solo lo básico, pero jamás lo suficiente como para dar una pauta nutricional. Hay gente que va al dermatólogo porque tiene acné y los mandan a la casa con una dieta, y eso es discriminación por peso”.
En relación a esto, existen estigma y discriminación por peso, que en muchos casos se confunden pero no son lo mismo. Kohn explica que hay estigma cuando se asume algo de una persona solo mirándola: “La persona llega y la veo, y asumo que no hace ejercicio o que sé lo que come regularmente”. Por otro lado está la discriminación, que es cómo trato a alguien en base a cómo la vi: “Si alguien va al dermatólogo con un IMC dentro del rango normal, le doy un medicamento para su condición. Mientras que si va otra persona, con el mismo cuadro, y le doy una dieta, eso es discriminación”.
Si esto no fuera más que anecdótico, daría lo mismo. Pero lo cierto es que hace daño: a las personas flacas, porque como se ven saludables en muchos casos no reciben el tratamiento adecuado, y a las personas gordas, porque en vez de tratar sus dolencias, muchas veces el diagnóstico se centra en el peso.
Kohn cuenta que hay varias creencias al respecto, que son perjudiciales para la salud de a persona. “Está la creencia de que tengo que hacer al paciente consciente de que tiene que bajar de peso para mejorar su salud, y que haciendo eso vamos a disminuir la mortalidad. Otra creencia es que el estigma de peso es cuando alguien es irrespetuoso directamente, o que el doctor fue pesado. Y la verdad es que lo que el profesional asumió ya es estigma. Si no te preguntó por tu actividad física y te mandó a hacer ejercicio, eso ya es estigma por peso”.
Y los peligros, explica Kohn, van más allá de ofender o de hacer un mal diagnóstico, sino que se ven en el largo plazo: “Hay estudios que demuestran que ser discriminado por peso hace que subas más de peso, y que el IMC aumente. En cuanto a enfermedades, se ha medido que teniendo el mismo IMC, alguien que sufrió discriminación por peso tiene peor control de sus glicemias que alguien con la misma condición que no fue discriminado”.
“Todas las patologías se manejan peor cuando hay estigma por peso involucrado. Y en el tema de la mortalidad, se ha visto que aumenta en un 60% en las personas que sufrieron discriminación por peso”, cuenta y añade: “Se ha postulado que el estigma por peso puede ser más dañino que el sobrepeso en sí mismo”. Y entonces ¿qué debería hacer un médico que no es especialista en nutrición, cuando está preocupado por la salud de su paciente? Para la médico nutrióloga, la respuesta es evidente: “Tiene que derivarlo a un especialista del área nutricional”.