Hermanos y rivales: Qué hacer cuando los hijos compiten




Con el nacimiento de un hermano, es casi inevitable que se produzcan celos en el hijo mayor, ya que llega una nueva persona a compartir su espacio físico, sus juguetes y cómo no, el amor y afecto de sus padres. La rivalidad fraternal es algo normal, incluso sano para el desarrollo de las personalidades de los niños. La psicóloga y pedagoga española, Anna Rigat, define este fenómeno como el conjunto de emociones, sentimientos y comportamientos de índole dolorosa que experimentan algunos niños frente al nacimiento y/o presencia de sus hermanos.

Macarena Valdivia, psicóloga infantojuvenil, explica que estas situaciones son sanas y necesarias para el crecimiento de los niños, pues promueven que se construyan sus personalidades y se puedan diferenciar el uno del otro. “En un principio, los niños y niñas van formando su identidad a través de estos vínculos familiares, ya sea con los padres, abuelos o hermanos. Y estos conflictos entre hermanos también los hace diferentes, marcando así un límite”.

Sin embargo, cuando estas rivalidades están más cargadas a los conflictos, agresiones, peleas y gritos, es bueno estar pendientes y manejarlas a través de la crianza respetuosa. “Cuando hay estos conflictos entre hermanos, es importante que logren regularse solos primero para que desarrollen sus propias habilidades”, explica Macarena.

Puede ocurrir que cuando las peleas son constantes y bulliciosas, la manera más fácil de terminar con ellas sea a través de medidas autoritarias. En estos escenarios, Macarena explica que si bien funcionan en el corto plazo, a la larga no son tan efectivas, porque cuando se impone un castigo se deja de lado la emoción y su validación, creando en los niños un sistema de alarma y respuesta bajo ese miedo. “No habrá una comprensión real de la situación, sino que pensarán que cuando haya un conflicto habrá reto y no se crearán las herramientas adecuadas para un manejo futuro de conflictos”.

Según la especialista, una habilidad clave es trabajar y promover la empatía. Esto se consigue hablando sobre cada situación, validando las emociones y verbalizándolas. “En el fondo la empatía permite ponerse en el lugar del otro y lo que siente. Eventualmente permitirá anteponerse a la reacción que va a tener el otro. Es una habilidad social que se incorpora a lo largo del desarrollo infantil y si se inculca dentro de la infancia, a la larga será una habilidad social que permitirá poder desenvolverse tanto en el contexto social como educativo o laboral”.

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