La importancia de no dejar de hacer el PAP en pandemia: “Se estima que hoy en nuestro país hay 2.200 mujeres con lesiones preinvasoras de cuello uterino”




A sus 38 años, Carolina Recabarren (44) participó de una pesquisa para detectar cáncer cérvico uterino en el hospital donde se atendía. No tenía ningún síntoma, ni mucho menos ganas de hacerse el examen de Papanicolaou (PAP), pero la pillaron desprevenida y aceptó. “No era la primera vez que me lo ofrecían, otras veces cuando hacían pesquisas, inventaba que andaba con la regla para no hacerme el examen –de hecho el último se lo había hecho a los 26 años–. Es que yo, por descuido o ignorancia quizás, creía que eso era algo que les pasaba a las mujeres mayores, lo veía muy lejano”, cuenta. Sin embargo estaba equivocada. A la semana la llamaron para avisarle que su PAP estaba alterado, en grado 3.

“Cuando escuché la palabra ‘cáncer’, se me cerró el mundo. Los días que vinieron no dormí ni comí, porque lo único que pensaba es que al otro día iba a estar muerta. También me preocupaba estar tirada en una cama mientras mi hija me veía sufrir”, confiesa. Cuenta que le costó mucho asumir el diagnóstico y que aunque los doctores le daban muchas esperanzas, ella no lograba escuchar esa parte y sólo se concentraba en la rabia que le generaba estar enferma. “No quería tener eso, era lo único que pensaba”.

Pasado un mes la derivaron al hospital donde le harían la biopsia para confirmar el resultado del PAP, que ratificó el diagnóstico. También comenzaría ahí su tratamiento con el que logró bajar a grado 1. “Quedé con control cada seis meses, durante tres años. Se supone que si después de este tiempo el examen sale bien, me darán de alta, pero por la pandemia todo se ha atrasado”, cuenta. Pero lamentablemente no solo las altas médicas se han visto afectadas por la pandemia. Otro de los efectos colaterales es que en Chile muchas mujeres dejaron de hacerse el PAP, examen crucial a la hora de detectar y tratar a tiempo el cáncer cervicouterino. Y las cifras son alarmantes: Se estima que hoy en nuestro país hay 2.200 mujeres con lesiones preinvasoras de cuello uterino sin ser pesquisadas y sin tratamiento oportuno.

Así lo han informado desde el ministerio de Salud, que viendo la gravedad del escenario pandémico, y en conjunto con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), lanzaron la campaña Tu Vida Importa, Hazte el PAP. La iniciativa –que además cuenta con el apoyo de la Sociedad Chilena de Obstetricia y Ginecología (SOCHOG) y el Colegio de Matronas y Matrones de Chile– tiene como objetivo motivar a que las mujeres se tomen su PAP y detecten a tiempo el cáncer cervicouterino.

La campaña va dirigida a mujeres entre 25 y 64 años. “Si bien en nuestro país el cáncer cervicouterino es la segunda causa de muerte en mujeres jóvenes entre 20 y 44 años, esto no quiere decir que no afecte a mujeres mayores de esta edad”, sostiene Gina Merino, de la División Prevención y Control de Enfermedades del Ministerio de Salud de Chile. “La mujer que presenta un cáncer del cuello del útero se puede sanar y salvar, y al igual que otro tipo de cáncer, va a depender del diagnóstico en etapas tempranas. Cuando logramos hacer este diagnóstico, más del 90% se va a salvar. Sin embargo y lamentablemente, a medida que hacemos un diagnóstico tardío, este porcentaje disminuye incluso bajo un 50 o 40%”, agrega el Doctor Roberto Altamirano, gineco-oncólogo de la la Sociedad Chilena de Obstetricia y Ginecología.

Es la “suerte” –como dice ella– que le tocó vivir a Carolina, que no solo se recuperó, sino que después de su tratamiento, fue madre por segunda vez. “No estaba planificado. El doctor me dijo que no podría tener más hijos, entonces no me preocupé más de ese tema, pero no era tan así”, dice riendo. “Me río porque desde ese día de la pesquisa, y a pesar de que el momento de recibir el diagnóstico no se lo doy a nadie, soy una agradecida de la vida. Ahora canta un pájaro y yo valoro ese momento, porque te das cuenta de que un día puedes estar bien y al día siguiente todo cambiar rotundamente”, dice. Y concluye: “Mi aprendizaje es que nunca hay que dejarse estar. Las mujeres siempre tenemos tiempo para los hijos, para el marido, para la casa y el trabajo, pero jamás para una. Pero tenemos que entender que nosotras y nuestra salud, somos lo más importante”.

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