Cuarentena en imágenes: “Creo que hay que aprender a ser fuerte y a reducir lo más posible los gastos”

Invitamos a distintas fotógrafas y fotógrafos a retratar su nueva realidad cotidiana durante la cuarentena. Esta es la mirada de Emilia Duclos.




“Comenzamos a hacer cuarentena apenas supimos que la situación se veía compleja. Al principio parecía lindo quedarse en casa, estar tranquila, hacer yoga todos los días, incluso terminar libros inconclusos. Debo confesar que no me molestaba la idea, pero ahora que vemos que esto se alarga eternamente debido al mal manejo sanitario, mi percepción sobre el encierro cambió. Y la verdad es que aún no termino esas lecturas pendientes, el yoga a veces se posterga y el tiempo transcurre de manera extraña.

Es por esto que he tratado de no exigirme tanto. Hay semanas completas en que estoy más aletargada y me cuesta levantarme, otras en que ando más activa y positiva. Mis menstruaciones no me llegan tan regulares como antes y están intensas, con más dolor y labilidad emocional.

Me he dado cuenta de lo relevante que era en mi vida la ropa y lo irrelevante que es ahora: lo único que quiero es un buzo –el que tenía, lo rompí de tanto usarlo– y unas pantuflas calentitas y cerradas.

Para tener fuerzas y valorar lo que tengo, me ha servido pensar que esto es parecido a un estado de guerra, donde hay que estar alerta y aprender a ser más fuerte, a reducir lo más posible los gastos y ser austera. Me parece que es lo más respetuoso y coherente conmigo misma y en relación al contexto desigual en el que vivimos. Aunque estoy en una situación privilegiada, con trabajo, siempre pienso en quienes la cuarentena solo les ha traído más hacinamiento y pobreza.

Pienso en las zonas con sequía y hambre en Chile. En los pueblos que viven en guerra. A ratos me atormento y siento pena, miedo, incertidumbre, pero tengo una alegría intrínseca a la que recurro para estar bien.

He valorado mucho más estar en pareja: es un lujo tener un compañero para conversar, cocinar rico, regalonear. Hemos aprendido a no pelear por tonteras y a pensar de forma mucho más trascendental nuestra relación. El hecho de saber que fuera de nuestra comodidad hay una crisis en donde está en juego la vida, nos hace sentir afortunados de tenernos. Nos hemos acompañado en momentos fuertes y ya sabemos cómo apoyarnos, subirnos el ánimo y hacernos sentir bien.

También me doy cuenta que no he olvidado las ganas de gozar. Invento tallas absurdas, imito a personajes, le canto a mi gato, intento ver series divertidas, les hablo a mis plantas, bailo sola. Reviso fotos viejas, revelo mis negativos y espero ansiosa a que se sequen para digitalizarlos. Me emociono escuchando un disco nuevo.

La fotografía ha sido muy terapéutica. De alguna forma está integrada a mi cotidianidad. No busco los espacios para hacerla, solo me sale. Con una luz, una sombra, un movimiento. Funciono mucho desde la emoción visual cuando algo me punza. Me atrapo un poco ahí, y puedo pasar la mañana entera jugando con la luz que le llega a mi cama o a una planta al atardecer. Sola con mi cámara, fascinada con las posibilidades que tengo a centímetros de mis ojos.

Miro con nostalgia negativos, fotos de otros meses y me quedo pegada contemplando una roca, un pedazo de cochayuyo, un árbol, un montaña, ¡como si ya no existieran!

Lo bueno es que siguen ahí y espero que cuando termine esto sigan estando. Este deseo me ha hecho cuestionarme si realmente quiero –y puedo– seguir viviendo en esta ciudad. He soñado mucho con la playa, con el horizonte, con esa sensación de apertura y libertad”.

Emilia Duclos Mena (@emdume) es periodista y fotógrafa. Pasa su cuarentena con su pololo Rodrigo (29) y su gato Shinji en un departamento en Santiago.

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