Medir la pobreza más allá de los ingresos se define como pobreza multidimensional, aquella que indaga respecto de cinco dimensiones: el acceso a la educación, la salud, al trabajo y la previsión social, a la vivienda y al entorno, entendido como el acceso a redes y la participación. Respecto a las personas que se encuentran en esta situación se considera que no tienen los elementos básicos para su desarrollo humano.

Según la encuesta CASEN 2017, un 20,1% de las mujeres en Chile se encuentra en pobreza multidimensional, es decir, 1 de cada 5 mujeres está en esta situación, más desfavorable respecto de las demás, añadiendo complejidades que no permiten mejorar su calidad de vida.

En la dimensión del acceso al trabajo, existe una brecha profunda de género debido a múltiples factores que dejan a las mujeres en posición de desigualdad. En Chile, ellas siguen siendo las principales responsables de las tareas domésticas y de cuidado. Se suma a lo anterior, que un 84,9% de los hogares monoparentales está a cargo de una mujer, las que, en su mayoría, no reciben ninguna contribución de los padres para la crianza y educación de los hijos e hijas comunes.

La situación socioeconómica que están viviendo hoy las mujeres es crítica. No se trata de que se hayan dado vuelta las estadísticas y que antes las mujeres hayan gozado de una mejor situación sino que la crisis actual ha agudizado lo que ya era un gran problema. En febrero, el Centro de Estudios de PRODEMU aplicó a 1.366 mujeres la encuesta nacional “Mujer y vida diaria 2020”, la que demostró que el aspecto económico es un elemento muy deficitario para ellas y su entorno familiar, siendo la razón principal por la cual las mujeres entre 31 y 60 años necesitan apoyo externo.

Datos posteriores confirmaron esta tendencia. En agosto, la encuesta “Bienestar general 2020” de PRODEMU, muestra que un 82% de las mujeres sufrió una disminución en los ingresos de su hogar durante la pandemia por COVID-19. Paralelo a esto, un 54% de ellas señala que ha tenido dificultades para costear los servicios básicos como el agua, la luz o el gas.

Más allá de lo económico, la encuesta de PRODEMU de octubre pasado “Miradas comunes y divergentes en torno a las autonomías de las mujeres 2020”, determinó que un 90,8% de las mujeres cree que en Chile no existe igualdad de los derechos entre hombres y mujeres. Además, un 46,8% de las mujeres encuestadas está de acuerdo o muy de acuerdo con la afirmación: “A veces prefiero no dar mi opinión por temor a generar conflictos y/o no ser tomada en cuenta” y, a medida que aumenta la edad de las mujeres, también aumenta el nivel de acuerdo con esta afirmación, dando cuenta de brechas en el ámbito de participación y trato igualitario percibido por las mujeres.

Estos datos manifiestan que tenemos una tarea aún muy pendiente: el reconocimiento de los derechos de las mujeres y su rol activo en la sociedad, lo que está en directa correlación con las dimensiones del acceso a las redes y la participación.

“Si sumamos la dimensión social de género a las dimensiones de ruralidad y de mujeres adultas mayores –dos grupos objetivos de trabajo para la fundación-, el índice de pobreza multidimensional aumenta significativamente, alcanzando un 44,4% en mujeres rurales con 60 años o más”, explica Paola Diez.

El trabajo que realiza Prodemu, focalizado en sus públicos objetivos – mujeres adultas mayores, rurales, migrantes, de pueblos originarios, privadas de libertad, de la pesca artesanal y mujeres feriantes- contribuye a disminuir la pobreza multidimensional de aquellos grupos de mujeres expuestas a niveles mayores de vulnerabilidad que el promedio de la población.

Paola Diez Berliner

Directora Nacional

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