Por fin estamos en la era de la mujer ¿o lo es hace rato?




En Chile, el movimiento feminista propiamente tal comenzó hace más de 150 años con reivindicaciones que buscaban acceder al conocimiento. De a poco las demandas fueron subiendo escalones y ese acceso a la educación dio paso a querer asistir a las universidades, a exigir el voto y el acceso a los derechos civiles.

Una de las precursoras del país fue Martina Barros Borgoño, quien desde muy pequeña recibió la misma metódica y rigurosa educación que sus hermanos, en ese entonces considerado todo un privilegio en las mujeres. Fue así como esta joven ilustrada llegó a posicionarse como una intelectual y tradujo la obra de John Stuart Mill The subjection of women (1869).

De esta forma, se sembró una de las primeras semillas del feminismo en Chile, generando discusiones acerca de la educación de la mujer y a delinear los cambios que comenzarían a aparecer en el siglo XX. ¿Sus aportes? Ayudó a erradicar la figura “histérica” que se tenía de algunas mujeres y lograr un reconocimiento por su capacidad de razonar y construir conocimientos al igual que los hombres.

“Estas son luchas generacionales. Muchas de las cosas que tenemos que agradecer es gracias a nuestras abuelas y serán nuestras nietas las que verán frutos de luchas que estamos llevando ahora. Todo esto viene de la mano con un cambio cultural. Sabemos que estos cambios son lentos, son procesos y que tienen que ser reconocidos no solamente por las mujeres, sino también por los hombres”, comenta la socióloga y docente de la Universidad Católica, Daniella Leal.

Por otro lado, de acuerdo a la historiadora Verónica Undurraga, aún quedan temas pendientes en el ámbito de derechos civiles. Y es que recién, el pasado 4 de septiembre, entró en vigencia una ley que permite que las mujeres se casen inmediatamente después de un divorcio.

En el articulo 128 del Código Civil, se establecía que cuando un matrimonio haya sido disuelto, la mujer no podría contraer otras nupcias antes de cumplirse los doscientos setenta días subsiguientes a la disolución del matrimonio. “Era una prescripción obsoleta y que hace decenios que se podría haber derogado, pero no existía interés del legislador y no había movimientos feministas potentes que impulsarán en esa agenda, tan visibles como los hay actualmente”, explica Verónica.

De acuerdo a la historiadora, en la actualidad hay un gran empoderamiento en los movimientos feministas que han sido el resultado de esta larga historia y de la lucha de muchas mujeres. “No es anecdótico que la movilización de 2018 fue protagonizada por universitarias, la que habría sido inviable sin la lucha de las primeras feministas que reivindicaron el acceso femenino al conocimiento”, dice.

En la actualidad, una importante demanda es reconocer a la mujer e individualizarla como un sujeto en particular. Tanto en Chile como en los países de Latinoamérica existe un tema cultural contractual que tiene que ver con el rol activo de la mujer. “Hay muchos temas tabúes, como la posibilidad de que los hombres puedan tomar licencias para el cuidado de los hijos, estar más involucrados en la crianza, tener más roles dentro del hogar y que eso también sea reconocido como algo tal. Los hombres que se hacen cargo de la casa y que tienen roles que históricamente han sido feminizados son motivos de burla todavía, entre los mismos hombres e incluso de parte de mujeres”, comenta Daniella.

De la misma forma, Verónica Undurraga especifica que en la actualidad hace falta una lucha por la transformación de los roles de género así como también, en términos de transversalidad, existe una lucha que tiene que ver con no a la violencia. Según declara la especialista, existe una toma de conciencia importante que se da de una manera más patente en contra de la violencia de género y de constatar, por ejemplo, que la justicia no está operando como debiera para detener estas injusticias.

“Todo ese tipo de definiciones que van permeando esta época van a marcar la diferencia a futuro de cómo nosotras vemos a la mujer, de cómo los hombres ven a la mujer, así como también cómo las mujeres ven a los hombres”, explica la socióloga.

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