“La primera vez que Nina experimentó el silencio de Ray, su esposo, fue cuando estaban recién saliendo juntos. Él sintió que ella se había visto demasiado feliz mientras bailaba con un amigo, así que salió del club sin despedirse y se negó a hablar con ella, e incluso a reconocerla durante un par de semanas. Pero eso no fue lo único. A lo largo de los años, Nina aprendió a lidiar con los crueles silencios de Ray, y continuó preparando sus comidas, lavando y doblando su ropa incluso cuando él la ignoró durante largos períodos. El tratamiento silencioso por lo general terminaba con Ray agarrando bruscamente a Nina para tener sexo por la noche, y a la mañana siguiente, actuaba como si ese silencio en su relación nunca hubiera ocurrido. Se negaba a conversarlo”. Con esta historia, la Doctora en Psicología Lisa Aronson Fontes, intenta ejemplificar –en un artículo publicado en Psychology Today– por qué este silencio se trata de un comportamiento realmente abusivo y controlador.

La académica habla de ‘castigo silencioso’, pero se refiere a lo que coloquialmente conocemos como ‘la ley del hielo’ que, dentro de una relación, define como la acción de negarse a escuchar, hablar o responder a una pareja. “Muchas personas cortan emocionalmente a sus parejas para herirlas, castigarlas o manipularlas. Algunas personas incluso se niegan a reconocer la existencia de sus parejas durante horas, días o semanas, haciendo que éstas se sientan como si fueran de alguna manera menos que humanos, como un fantasma”, explica en el artículo antes mencionado.

Loreto Vega es psicóloga y en sus últimos años se ha dedicado a trabajar con mujeres violentadas. Explica que este es un tipo de violencia psicológica que a ratos puede ser mucho más marcadora que la violencia física. “Ser ignorado o ignorada puede llegar a ser muy complejo para una persona que está viviendo una situación de abuso o control. Lo he visto en algunas pacientes que alcanzan un nivel de dependencia importante con su agresor y por tanto dependen de su aprobación para sentirse valiosas y seguras”, explica. Y es tan así que ambas expertas reconocen que muchas sobrevivientes de abuso declaran odiar el castigo silencioso más que los insultos o los gritos. “Cuando les gritaban, al menos sabían lo que pensaba el abusador y podían evaluar mejor su propia seguridad, el silencio en cambio, puede reforzar los sentimientos de vulnerabilidad y miedo”, agrega.

Según la experta además esto puede dar paso al gaslighting, una forma de manipulación de la percepción de la realidad del otro u otra, que se configura negando la realidad, dando por sucedido lo que nunca ocurrió, o presentando información falsa con el fin de hacer dudar a la víctima de su memoria, de su percepción, e incluso de su cordura. “Lo que ocurre es que cuando una persona usa esta técnica pasivo-agresiva de ignorar al otro u otra, no hay tantos argumentos para enfrentarla, porque no hay hechos concretos que criticar como un grito o un golpe. Al interpelar a una persona que hace la ley del hielo, ésta perfectamente podría responder frases como: ‘Te lo estás imaginando’ o ‘estás histérica por nada’, intentando convencer a las víctimas de que son ellas el problema”, agrega.

Por esta razón –según Vega– es necesario ser lúcidos y lúcidas cuando se trata de relaciones de pareja. “Obviamente el mejor consejo sería salir de una relación en la que este tipo de comportamientos es recurrente, pero no siempre es fácil, sino no existirían las relaciones tóxicas ni la violencia de parejas”, dice. “Lo ideal en una relación así, o en cualquiera, es no perderse de vista a uno mismo; mantener una vida interior rica que incluya pasatiempos y otro tipo de vínculos con amigas, amigos o familiares, para no darle a la vida en pareja una importancia y valoración mucho mayor que la que debería tener”. Y es que uno de los principales peligros que reviste el ‘castigo silencioso’ o ‘ley del hielo’ es la confusión, la culpa y la inseguridad que genera en las víctimas, y esa falta de confianza en la percepción propia hace que el pedir ayuda y salir del abuso o la relación tóxica sea todavía más difícil.