A principios de agosto del año pasado, Damaris Reyes se percató de que no solo estaba más decaída de lo habitual, sino que su período menstrual no llegaba como de costumbre. Desde su casa en San Clemente, cuenta que no era primera vez que le pasaba algo así. En otras ocasiones la regla se le había atrasado, pero le venía a los pocos días, cuando bajaba las tensiones y dejaba de pensar de manera insistente en el tema. Por eso pensó que esto se trataba de lo mismo y que no había de qué preocuparse.

Pero el 19 de agosto la situación no dio para más. Con la ansiedad rondando en su cabeza, decidió salir más temprano de su trabajo para pasar a comprar un test de embarazo a la farmacia. Se llevó dos, porque necesitaba salir de la duda, y con apuro se fue a la casa de una amiga. En el baño, se bajó los pantalones, hizo pipí en el dispositivo y esperó. El resultado fue inmediato: Damaris Reyes, de 24 años, estaba embarazada.

“No lo podía creer. Al día siguiente me fui a hacer una ecografía y ahí le pregunté a la ginecóloga si realmente estaba embarazada, aunque yo estaba viendo en la pantalla que sí. Lo primero que pensé fue: no quiero y no puedo porque no planeaba tener un hijo ahora. Me costó semanas asumirlo, incluso había días en los que no me acordaba que esto me estaba pasando porque no tenía vómitos ni síntomas”, cuenta.

Su desconcierto era más que entendible. Al igual que 112 mujeres en Chile, Damaris quedó embarazada tomando el anticonceptivo Anulette CD, una pastilla que se reparte a más de 380.800 personas a lo largo de todos los centros de salud pública del país. “Las tomaba hace tiempo. Era súper ordenada y por eso me pareció raro. No entendía cómo había quedado embarazada si me estaba cuidando con anticonceptivos. Hasta que, a las dos semanas, una amiga me mandó por Instagram la noticia sobre esta falla nacional”, recuerda.

Fue el 28 de agosto cuando el Instituto de Salud Pública (ISP) emitió una alerta sanitaria que avisaba sobre el retiro del mercado de las pastillas anticonceptivas Anulette CD, del Laboratorio Silesia S.A, por fallas en el empaque de sus comprimidos. La alerta había llegado desde el Cesfam de Piedra del Águila en La Araucanía, el 6 de agosto, cuando por primera vez se detectaron tabletas (o blísters) que venían en malas condiciones en el lote B20034A; con comprimidos triturados o ausentes, o con un desorden que afectaba el tratamiento de las pacientes (placebos en la ubicación de los principios activos y viceversa).

“Cuando me di cuenta de que era un problema más grande, supe que no había sido mi culpa. Me dio rabia porque es irresponsable que nadie se haga cargo. Al final, es una, la mujer, la que tiene que responder sí o sí”, relata Damaris. “Para mí fue súper complicado también porque el papá de la guagua no se quiso hacer cargo. Me comentó que él no quería y no podía tenerlo. Un día llegó a mi casa y me dijo ‘tengo la mano para comprar el Misotrol’. Pero yo le dije que no, porque no iba a ser capaz de abortar. Hubiese sido fuerte para mí hacerlo sola, con mi familia que vive lejos en el sur. Después de esa conversación, no hablamos nunca más porque me culpó de querer ‘meterle’ un hijo”.

Apenas se supo de la noticia, Isamar Antihuen (28) fue rápido a ver el número de lote de sus pastillas Anulette CD. Las había empezado a tomar en marzo, todos los días, sagradamente, para evitar un embarazo no deseado. La calma llegó de inmediato cuando se dio cuenta de que el número que aparecía en sus tabletas no correspondía a las pastillas defectuosas. Pero Isamar tenía una intuición. Se acordaba que su período menstrual anterior había sido diferente, que había sangrado dos veces en el mes y que, desde entonces, estaba con un dolor incesante en la espalda baja. Así que decidió hacerse un test de embarazo para salir de la duda. La prueba dio positiva.

“Hola, buenos días. Estoy tomando Anulette CD y vi las noticias de ayer sobre las fallas. Revisé el lote de las que me quedaban, y no corresponden. Me hice un test de embarazo y salió positivo”, escribió Isamar, desesperada, al WhatsApp del Cesfam Santa María de San Felipe, donde se atiende habitualmente. Desde el recinto de salud, la citaron de inmediato y, en la ecografía junto a la matrona, confirmaron que por entonces ya tenía 6 semanas. “Quedé en shock porque había empezado una relación en enero, llevaba pocos meses,y decirle a mi pareja que estaba embarazada era terminar con nuestros planes. Aparte, trabajo como reponedora en un supermercado y como no tenía síntomas, seguía levantando mucho peso”, cuenta.

A los dos días de que Isamar se enterara de su embarazo, al Instituto de Salud Pública había llegado una segunda denuncia. Esta vez era del Cesfam Apoquindo en Las Condes que acusaba que la serie B20035, de las mismas pastillas Anulette CD, venía con 6 tabletas de comprimidios rotos, incompletos o derechamente vacíos.

Ya con esos antecedentes, el ISP emitió una resolución exenta que suspendía el registro sanitario del producto. Es decir, se ordenaba el retiro de los lotes afectados y una cuarentena total para la producción del fármaco hasta que el laboratorio Silesia S.A demostrara que los equipos de fabricación habían sido calibrados nuevamente. Sin embargo, esa determinación duró apenas 4 días. Bajo el argumento de que los defectos en los fármacos eran verificables con una revisión visual, se autorizó a los Servicios de Salud y establecimientos de atención primaria a distribuir nuevamente el anticonceptivo, previa inspección del medicamento por parte del personal de salud.

Sin embargo, todas estas alertas llegaron tarde. De acuerdo a la información entregada por la Corporación Miles Chile, la compra de estos lotes de Anulette CD -realizada por la Cenabast- fue realizada en septiembre de 2019. O sea, un año antes. 365 días en los que los anticonceptivo estuvieron en distribución, mientras habían blísters que estaban defectuosos. “Lo que más nos asombra es la desigualdad de los anticonceptivos respecto de otros medicamentos. Porque cuando ha habido fallas en otros fármacos, no se demoran un año en emitir la alerta. Para nosotras, se trata de una violación a la autonomía reproductiva de las personas y en definitiva, significa dejar de lado la planificación familiar y proyectos de vida de las mujeres”, analiza Javiera Canales, coordinadora legal de Miles Chile.

Así también lo siente Damaris Reyes que, después de haberse enterado de su embarazo, la matrona le sugirió asistir a terapia psicológica. “Estaba muy mal, en shock. Así que fui al psicólogo porque me mandaron de urgencia. Ahora estoy un poco mejor porque estoy más tranquila. Pero tengo que seguir yendo porque puede que cuando nazca la guagua me venga un bajón de nuevo”, cuenta. Isamar también tuvo que acudir donde un profesional de salud mental. Al impacto del embarazo, se le sumó la violencia psicológica que su pareja comenzó a ejercer en su contra. “Cuando le conté la noticia, se corrió y me dejó sola. La parte emocional fue lo que más me afectó porque es mi primer embarazo, y pensé que iba a ser bonito, una alegría de los dos, pero no fue así. Él empezó a maltratarme verbalmente porque no quería nada con el bebé y me culpaba a mí de supuestamente no haber tomado las pastillas”, cuenta.

La gravedad del caso aún no se logra dimensionar del todo. Hasta la fecha, el ISP ha recibido 26 denuncias relativas a 9 series del anticonceptivo Anulette CD. Sin embargo, existe una cifra oculta de mujeres que no se han atrevido a acudir a la justicia por falta de pruebas. “No sabemos realmente cuantas fueron afectadas, porque los centros de salud, a nivel general, no tienen un sistema computacional que muestre eso. Hay algunos que sí, otros que no, entonces el número aún es incierto. Pero esto no ha parado, las mujeres siguen acudiendo a nosotras, así que podría haber muchas más personas”, dice Javiera Canales. De hecho, Damaris Reyes es uno de esos casos. “No estoy contabilizada en la cifra, porque hay que tener la evidencia, y yo busqué, pero no tenia las tabletas guardadas”, explica.

A nivel legal, la Corporación Miles Chile ya ingresó dos llamados urgentes tanto a Naciones Unidas como a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Con ello, pretenden que comiencen las investigaciones del caso y que se realicen recomendaciones a nuestro país en relación a los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. A eso, se suma una demanda que están preparando en contra del Estado -por su falta de fiscalización- y el laboratorio, por los errores en la fabricación. “Esperamos que indemnicen a las afectadas y se decreten medidas innovadoras de reparación. Acá hay una desconfianza gigantesca en las instituciones y ahora se refuerza aún más en los centros de salud pública, que es donde van muchas mujeres que no pueden acceder a otros servicios”, dice Javiera Canales.

Desde la organización están trabajando para presentar algunos casos frente a la justicia, con el objetivo de que se pueda aplicar la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Si bien la normativa no establece la posibilidad de abortar frente a negligencias farmacológicas -como sería este caso-, una interpretación más amplia de la primera causal (riesgo de vida de la madre) podría abrir este escenario.

“Para nosotras esto también pone en riesgo la salud de las mujeres porque no vale con solamente tener vida, sino que sea de buena calidad y no de forma vulneratoria o precarizada. Estamos trabajando en varios recursos para apelar a esa causal, pero muchas ya se encuentran en su segundo o tercer trimestre de embarazo y ahí se hace más complejo abortar”, manifiesta Javiera Canales.

Por su parte, el Instituto de Salud Pública ya cursó un sumario sanitario contra Laboratorios Silesia S.A. para determinar las responsabilidades en el caso. Mientras la acción investigativa sigue su curso, Damaris -que ya tiene 7 meses y medio de embarazo- espera paciente el momento del parto. Se imagina que va a ser especial, aunque siente miedo e incertidumbre sobre su futuro como madre. Sin embargo, con el pasar del tiempo y la ayuda de su terapeuta, se ha sentido más tranquila. “He aceptado más la situación. Entre medio, me cambié de casa, viajé a ver a mi familia, así que he estado ocupada y todo eso ayuda. Al menos, siento que ya pasó lo peor”.