En su última entrega, el Termómetro de la Salud Mental revela que aproximadamente uno de cada cinco chilenos (21%) reporta altos niveles de soledad, es decir, se siente frecuentemente aislado, excluido por los demás o sufre falta de compañía.

Pero al desglosar la encuesta por sexo, hay una importante brecha: 26,1% de las mujeres consultadas aseguran sentirse solas frente al 15,1% de los hombres encuestados.

Que las mujeres exhiban una tasa de soledad mayor a la de los hombres ha sido una constante a través de las mediciones, pero la brecha de género en el último sondeo se encuentra en su punto más alto, según explicó David Bravo, director del Centro UC de Encuestas y Estudios Longitudinales, al presentar los resultados de la encuesta.

Un ejemplo es que en noviembre de 2022, el 17,2% de los hombres reportó sentir soledad y en abril de 2023 –la última medición– esta cifra fue de 15,1%. En el caso de las mujeres, en el mismo período, el porcentaje que reportó soledad subió de 24,8% a 26,1%.

En la mayoría de las preguntas relacionadas con salud mental –síntomas de depresión, ansiedad, insomnio– las mujeres se han visto más afectadas que los hombres.

Las razones de la alta percepción de soledad en las mujeres son múltiples. En nuestro estudio están muy asociadas a bajos niveles de escolaridad y altos niveles de endeudamiento: esas personas reportan sentirse más aisladas, más excluidas y probablemente eso provoca que quienes cuentan con poca educación formal, tiendan a realizar labores más precarias de menor autonomía y se enfrentan a condiciones laborales más adversas. La soledad en mujeres con altos niveles de deuda se explica por lo estresante que puede resultar su manejo”, explica Antonia Errázuriz, Académica de la Escuela de Medicina de la Universidad Católica y coautora del estudio.

Una brecha que crece con los años

Paula tuvo acceso a los datos de la encuesta que analizan la soledad en las mujeres a nivel sociodemográfico y económico. Entre aquellas que reportaron un alto nivel de soledad, el grupo con mayor representación (34,7%) fue el de personas de entre 55 a 68 años. Para las mayores de 69 años, la cifra desciende a 20,8%, similar a los otros estratos de edad.

“Las estadísticas muestran que cuando las mujeres dejan de preocuparse del cuidado de los hijos se comienzan a hacer cargo de sus padres y otros familiares mayores. Eso es una carga pesada adicional que típicamente recae en ellas y que se suma a la constatación de las dificultades económicas que vienen asociadas a las bajas pensiones (y también a su baja participación laboral anterior)”, explica Bravo. “Ya después de los 70 años la familia comienza a girar en torno a sus necesidades, especialmente en el caso de quienes comienzan a tener dependencia”, añade.

Lo interesante de esta cifra, detalla, es que contrasta con las de los hombres que desde los 45 años en adelante presentan una tasa de soledad bastante pareja, cercana al 12%. “Esa edad de las mujeres en torno a los 60 años es cuando la brecha entre hombres y mujeres en soledad se hace más grande”, dice.

Vivienda, educación y trabajo: factor es claves

La encuesta arroja que otros factores como la educación son fundamentales a la hora de analizar la soledad. De las mujeres que reportaron sentirse en esa situación, un 44,5% sólo tenía educación básica. Esa cifra va disminuyendo en los distintos niveles educativos, hasta llegar a un 20,5% en quienes presentan educación universitaria.

Lo mismo sucede con la situación laboral. La cifra más alta de soledad se reporta entre quienes están desempleadas (39,7%), en contraste con las mujeres que tienen una ocupación (22,1%). Y el tipo de vivienda también juega un rol. Entre quienes reportaron sentirse solas, un 24,9% tenía acceso a un patio, jardín o balcón, mientras que quienes no tenían acceso fueron el 38,8%.

Estos datos, explica Errázuriz, cobran relevancia a la hora de proponer y llevar a cabo políticas públicas para mejorar la salud mental de los chilenos. “La salud mental debería tratarse de manera intersectorial. Si mejoras la calidad de la educación, de la infraestructura de los espacios públicos, del transporte, de las viviendas y construyes más áreas verdes, estás haciendo una intervención indirecta en la salud mental de la población”, explica. “Esto no es un tema que solamente se solucione teniendo más psicólogos, sino que se requiere mayor formación en salud mental en otros profesionales de la salud, particularmente en aquellos que trabajan en atención primaria”, añade.

Por otra parte, el 32,9% de las mujeres sedentarias reportó niveles moderados o severos de soledad, mientras que ese número entre mujeres que realizan actividad física es menor (22,5%).

Si se compara entre hombres y mujeres, el nivel de sedentarismo se ha mantenido más alto en las mujeres a lo largo de todo el estudio. “Los altos niveles de sedentarismo en las mujeres y la alta prevalencia de soledad entre quienes lo reportan puede tener que ver con que hacer ejercicio requiere cierta logística, recursos y autonomía que tal vez sea más difícil de conseguir para las mujeres”, explica Errázuriz.

La importancia de analizar la soledad

Considerada por muchos expertos como una epidemia, la soledad es un problema que alcanza a todo el mundo, pero que aumenta en las personas mayores. En 2021, la Organización Mundial de la Salud aseguró que entre el 20% y el 34% de las personas mayores en China, Europa, América Latina y Estados Unidos se sentían solas.

Pero en los últimos años también se ha llegado a la certeza de que la sensación de soledad perjudica directamente a la salud. Según una investigación, la soledad y el aislamiento social aumentan alrededor de un 30% el riesgo de mortalidad. Incrementa también el riesgo de enfermedades cardiovasculares, demencia y los problemas de salud mental en general.

“Sabemos que sentirse solo es un tremendo predictor de mala salud en general. Los programas sociales que efectivamente entregan apoyo psicosocial y fomentan la integración de las personas a la comunidad también favorecen la salud física y mental en la población”, concluye Errázuriz.

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