Relaciones de pareja: Esto no es llevar la oficina a la casa

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Camila (29) está sentada en la mesa de su cocina, comiendo, sentada frente a una silla vacía. Se levantó a las nueve de la mañana para trabajar en su pyme de venta de productos de aseo y limpieza, cocinar para ella, su marido y los tres niños, hacer las tareas y las terapias con su hijo de 9 años que tiene trastorno del espectro autista y, después de todo un día de trabajo de oficina desde la casa, por fin, logra sentarse a la comida a las ocho de la noche. Su marido llegó a sentarse con ellos a la mesa, pero a pesar de que ha estado todo el día trabajando desde la casa, no se han visto desde la mañana. Él acaba de terminar una jornada de trabajo absorbente, que antes dejaba a las cinco de la tarde, pero desde que empezó la pandemia y su oficina se trasladó al dormitorio matrimonial, no tiene ni un principio ni un fin claros. Cuando él se sienta, ninguno de los dos se mira, ni se habla.

"Antes planeábamos comidas especialmente para sentarnos a conversar, abríamos un vino y  hablábamos de nuestras vidas y sentimientos, pero ahora es como si ninguno de los dos estuviera. La cuarentena ha hecho estragos con muchas cosas", cuenta. Finalmente, ella se para de la mesa. Tiene que entrar a una videoconferencia para cumplir con sus estudios de Ingeniería en Administración de Recursos Humanos hasta las diez de la noche.

En el estudio Los Chilenos y el amor de GFK y Admiark publicado en 2019, un 70% de los 4.800 encuestados dijo estar en pareja, y el 68% de ellos manifestó sentirse más feliz que el resto. Entonces, ¿cómo se explica que, en estos momentos en los que podríamos encontrar esa felicidad en casa, existan parejas que se estén distanciando más que antes?

La doctora María Elisa Molina, directora de la Unidad de Investigación en Procesos Relacionales y Psicoterapéuticos de la Universidad del Desarrollo, asegura que se ha apretado un botón de reinicio en las casas y para las parejas."La alteración de todas las  rutinas  presenta el desafío de la pérdida de rituales en los que las parejas antes solían conectarse", explica en su columna La Pareja Des-Instalada.

De hecho, según un estudio de la Universidad de Barcelona en el que se entrevistó a 26 trabajadoras remotas con pareja, se concluyó que hay una mezcla de sensaciones que entran en conflicto al estar trabajando bajo el mismo techo. "Se vive el sentimiento de estar en un lugar a gusto y disponer del tiempo de la mejor forma posible para atender la vida personal y familiar, pero al mismo tiempo la sobrecarga de trabajo, estrés, cansancio o conflicto. Lo ideal es poder separar físicamente el trabajo del resto de la vida no laboral, por ejemplo ubicándolo al otro extremo de la casa", dice.

Entre la sobrecarga laboral que están enfrentando algunas parejas y las nuevas rutinas que incluyen trabajo remoto, los momentos para acercarse se ven más escasos. Y eso tiene consecuencias. La encuesta que realizó la compañía internacional de estudios de opinión YouGov a 24.000 estadounidenses, muestra que solo 1 de 8 encuestados (13%) tuvo encuentros sexuales durante las dos primeras semanas de cuarentena, mientras que el 69% dijo no haberse visto enfrentado ni siquiera a la petición por parte de sus parejas.

"Lo más probable es que las parejas vean multiplicados por 100 sus conflictos. Antes era más fácil distinguir los límites incluso físicamente: tú llegabas a la casa y a los minutos podías olvidar el estrés del trabajo, pero ya no existe esa acción. Ahora el estrés permanece, y también la negación", dice la psicóloga clínica especialista en terapia de pareja Gabriela Benavente. "Los que son buenos para evadir tanto las tareas como las peleas son los que peor lo pasan. Hacerle la guerra a esta nueva realidad genera aún más problemas".

Después de terminar sus clases en la noche, Camila volverá a acostarse y el día empezará de nuevo de la misma forma, según ella cuenta, "ignorándonos por haber discutido por la psicosis de la pandemia, para luego pedir perdón y volver a ignorarnos". Cuando tenían los espacios de irse al trabajo y volver a casa, tenían más contacto incluso aunque ella tuviese que estudiar al final del día. "Pero ya no hay horarios; él trabaja el doble en el computador o por teléfono y yo me hago cargo de todo el resto. Antes, cuando volvía de la universidad, podíamos acostarnos a conversar hasta de las cosas más simples, pero ya no, porque o estamos enojados o porque, sorprendentemente, no compartimos el mismo espacio a la misma hora".

Para Gabriela Benavente, llevar la oficina a la casa como si nada hubiese pasado es un grave error. "Además de las miles de flexibilidades que deben nacer, las parejas deben entender que ahora solo tienen un compañero, y que desestimarlo puede generar una desconexión inmediata. O también un nivel de cortisol -hormona que se libera producto del estrés- que provoca una conducta casi primitiva, y te pone a la defensiva o en plan de huida en las peleas". Es por eso que en estos momentos las parejas pueden experimentar la necesidad de alejarse incluso de forma inconsciente.

En Argentina, un tuit publicado por Karina Micieli que decía: "5to día de cuarentena: mi marido me dijo pongamos horario para hablarnos", se hizo viral con 78,4 mil "me gusta" y más de 3 mil "retweets". La gente opinaba y se reía de la situación, otros se sentían identificados y otros le recomendaban separarse inmediatamente.

Pero para Gabriela Benavente, planificar es la única solución en estos tiempos. "Aquellos que improvisan en la pareja no tendrán resultados, porque todo es diferente a como era antes. Poner horarios para hablar o para encontrarse no me parece ridículo, sino que una prueba de cultivar el aprecio por el otro. Después de todo, el mayor afrodisíaco es tener los cimientos del hogar bien sólidos", dice.

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