Soñar con dormir

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Cuando con mi pareja estábamos embarazados nos encontramos con muchos padres que nos advertían lo mismo: "Aprovechen de dormir". Siempre nos irritó ese comentario, no solo porque el dormir no funciona por acumulación, sino porque en vez de compartirnos todas las cosas hermosas de la maternidad y la paternidad elegían asustarnos con esa. Yo siempre fui buena para la pestaña. Dormía hasta 10 horas sin que nada perturbara mi sueño y por lo mismo jamás hubiera podido dimensionar lo que significaba no dormir. Por supuesto, eso cambió de manera radical cuando fui madre. Y me di cuenta de que esos padres tenían razón; había que aprovecharlo. Confieso que ahora doy a otros ese irritable consejo.

Como buenos padres primerizos, en cada visita al pediatra preguntábamos lo mismo: ¿Es normal que se despierte tanto? La respuesta era siempre un sí rotundo: "Así son las guaguas". La biología, desarrollo y funcionamiento orgánico del primer año de vida implican múltiples despertares. Pero, aunque en la teoría eso suena sensato, cuando llevas semanas despertando cuatro o cinco veces por noche el cerebro deja de razonar y entra en pánico. Conforme iban pasando los meses, al contrario de nuestras expectativas, esos despertares fueron en aumento. La pediatra, control a control, seguía repitiéndonos: "Es totalmente normal". Y por eso la odiábamos profundamente.

Cuando con mi pareja cumplimos ocho meses sin cambio alguno y totalmente agotados, nos cambiamos de pediatra. No una, sino varias veces. Empezamos a elucubrar diversas teorías. Pasamos de la alergia alimentaria hasta la posibilidad de un trastorno del sueño.

Culpamos a la lactancia, al colecho, a los cólicos. Y el que busca siempre encuentra; si tratas de probar cualquiera de estas opciones puedes hacerlo, porque existen profesionales con la verdad absoluta para todo. Cuando estuvimos a punto de embarcarnos en un tratamiento de medicina biológica que implicaba muchísimo dinero y una alquimia de remedios diarios, frenamos en seco; esto tiene que ser más simple.

Muchos factores pueden volver sensible el sueño de una guagua; el inicio de la alimentación complementaria, la aparición de los primeros dientes, cambios de temperatura o luz en la habitación, cambios en la rutina, la angustia de separarse de su madre, nuevos aprendizajes como caminar, hablar, empezar a ir al jardín. Y es que cualquier cambio en la vida de los niños puede influir en su patrón de sueño. En general se tiende a ver un 'problema' en la guagua en vez de enfocarse en otros factores que pueden estar alterando su buen descanso, desde la rutina hasta el estado psico-emocional de los mismos padres.

Para la psicóloga perinatal experta en sueño infantil Pamela Labatut -quien lleva casi 10 años trabajando con madres y padres en la crianza nocturna-, antes que todo hay que bajar las expectativas. La cultura en la que estamos insertos nos exige seguir siendo absolutamente funcionales en todas las áreas de nuestra vida y nos bombardea de autoexigencias en el rol materno. Los primeros meses de una madre se tornan intensos, cansadores y agotadores, para ella y para todo el sistema familiar. Y todo este bombardeo cultural impacta en que además se espera de la guagua, consciente o inconscientemente, cosas que biológicamente no está preparada para cumplir; entre ellas el sueño. "Cuando te dicen 'aprovecha de dormir', en verdad el mensaje que recibes es que vas a dormir pésimo cuando nazca tu hijo o tu hija. Tu mente inconscientemente registra eso y, aunque tu bebé duerma lo normal para su desarrollo, te quedas con la idea de que no es normal. La valoración del sueño del adulto no calza con un sueño de múltiples despertares, y eso altera el estado psíquico emocional de la madre o de los cuidadores".

¿Qué debemos esperar del sueño infantil el primer año de vida?

El sueño de un recién nacido, y hasta que cumple un año, es muy cambiante, pero siempre evoluciona. Pasa por diferentes etapas, algunas de estabilidad que hacen creer a los padres que han superado los despertares y luego otras en las que los despertares aumentan.

Lamentablemente, algunos profesionales y la cultura en general hablan de "regresión de sueño", cuando en verdad lo único que pasa en un cerebro en desarrollo es que evolucione. Tenemos que cambiar ese pensamiento porque el lenguaje crea realidad y los padres se sienten frustrados al creer que existe un retroceso en su hijo, además de que se patologiza algo que es totalmente esperable en el sueño durante el primer año de vida.

¿En general, cuáles son los factores que pueden influir en estos despertares?

La mayoría de las guaguas se duermen sobrecansadas, ya que tendemos a identificar las señales de sueño tardíamente y al acostarlos les cuesta conciliar el sueño porque están irritables. Esto afecta en sus despertares nocturnos porque se mueven más, maman más y motoramente quedan inquietos. Por otra parte, las siestas son fundamentales para el sueño nocturno. Buenas siestas en el día aseguran un mejor sueño de noche, al contrario de lo que se piensa. En muchos casos los despertares disminuyen con una buena rutina ordenada con siestas en los tiempos adecuados, en función de los ritmos de cada guagua.

¿El estado emocional de la madre y su entorno también afectan?

La madre moldea el cerebro de la guagua todo el primer año. Esto tiene que ver con el desarrollo del hemisferio derecho, de la parte emocional. Un recién nacido experimenta el mundo desde la experiencia sensorial; a través de las emociones que le va transmitiendo la mamá con el tacto, el olfato, el gusto de la leche y todo lo que tenga que ver con el contacto físico. Esto impacta también en la madre; se siente bien, aumenta su autoestima maternal y, por ende, su descanso. Para que la madre tenga un buen descanso es crucial un buen apoyo, una tribu, que no se sienta sola, porque va a ser más fácil que en la noche no esté agotada y en estado de alerta. Eso influye en que la guagua, además, se sienta más segura. Esos despertares van a ser menos porque va a confiar en que puede dormir sin peligro.

¿Cuáles son los métodos que se están usando actualmente para ayudar a las guaguas a 'dormir bien'?

Tradicionalmente se usaba el método Estivil, que se basa en dejar llorar a la guagua sin contenerla por algunos días hasta que se acostumbre a dormir sola.

Actualmente en las redes sociales hay distintos coaches que usan una versión que según ellos es más amable; la del 'llanto controlado'. Les enseñan a dormir solos y aseguran que no es necesario dejarlos llorar, porque vas a poder acompañarlo durante todo el proceso. Pero esto es una fantasía, ya que una guagua sana inevitablemente va a llorar y reclamar por su madre si no está en contacto físico con ella. La verdad es que cualquiera de estos métodos lo que hacen es impactar el vínculo entre la mamá y la guagua. También impacta en la forma en que aprende sobre el mundo externo, que no es a dormir solo, ya que el cerebro no se desarrolla en ese sentido. Lo que aprende, en cambio, es que en el dormir nocturno, ese momento del día que está más vulnerable a ser presa de un potencial peligro, no cuenta con su figura de apego. Hay estudios que ya demuestran que los adultos que fueron 'estivilizados' tienen una alta tasa de depresión, mucho mayor a la de uno sin el método. Por otro lado, hay trastornos ansiosos generalizados y específicos, como crisis de pánico, fobias y desconfianza en los otros. Además, estos sistemas no solo impactan en la guagua, sino también en la salud mental materna. Cualquier madre que lo haga sabe que no está bien, pero lo hace igual porque le metieron en la cabeza que ese niño tiene un problema.

Muchos usan melatonina como alternativa natural.

Hay casos muy específicos en los que sí es necesario, como cuando hay un trastorno neurológico o una afectación que impide que la secreción de la melatonina sea la adecuada para ese cerebro. Para saber eso hay que hacer un examen, pero en Chile la mayoría de los profesionales no lo hace, sino que lo recetan sin tener la certeza de que realmente haya un nivel bajo esperable para su edad. No se aborda la causa, sino el síntoma, para dejar tranquilos a los papás.

¿Y qué alternativa nos queda entonces?

La verdad es que no hay un consejo, ya que cada caso es distinto. No porque dos guaguas tengan la misma edad van a dormir igual. Lo que sí es crucial es la forma en que la madre está viviendo la maternidad, si la disfruta o no. Y es por eso que debe haber un apoyo a nivel psico y bioemocional de esa madre. Con respecto a la guagua, después de descartar si hay una salud compatible con un buen sueño -como que no tenga problemas de reflujo, apneas u otros trastornos- es importante observar los factores que puedan estar afectando, como los hábitos, las rutinas, la alimentación, el sistema familiar y cómo está funcionando en relación a su madre y otras figuras de apego. No se trata de fórmulas, sino de acompañamiento en ese importante proceso que es la crianza nocturna.

Entender el porqué de los despertares de nuestro hijo fue un camino largo y muchas veces dificultoso. Al final, como dice Pamela, las guaguas, al igual que nosotros, tienen distintas sensibilidades. Todos somos diferentes. Entender sus necesidades nos condujo muy de a poco a un mejor descanso para todos. Hay que confiar en que el sueño en los seres humanos es un proceso evolutivo, al igual que caminar y hablar, y tarde o temprano todos lo aprendemos. Aunque no dormir puede convertirse en una de las peores caras de la maternidad, también puede ser una oportunidad para conocer a nuestros hijos y a nosotros mismos.

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