De qué hablamos cuando hablamos de transformación digital

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El futuro está a la vuelta de la esquina. Y para recibirlo, hay que estar preparado para aprovechar su potencial y oportunidades. Es lo que ya están realizando numerosas empresas en Chile, digitalizándose para ser más eficientes, productivas, seguras para sus trabajadores y sustentables con el medioambiente.


Hace algunos años, cuando Barak Obama –todavía presidente de los Estados Unidos– asistió a una feria de tecnología en Hannover, Alemania, guiado por Angela Merkel, el mundo estuvo atento: juntos probaron una experiencia de realidad virtual que dio la vuelta al mundo. Y de paso, dio inicio a la transformación digital y que hoy se conoce como la Cuarta Revolución Industrial.

Ciudades inteligentes, Internet de las cosas, híper conexiones a altas velocidades, biometría, criptomonedas, pagos electrónicos, ausencia de cables, impresión 3D, telemedicina, realidad virtual y aumentada y todo lo que tenga que ver con big data. Todos estos conceptos son parte de este cambio tecnológico global que involucra, principalmente, a empresas e industria. Es la transformación digital que tiene que ver, justamente, con la posibilidad, el acceso a nuevas y veloces soluciones, digitales en su desarrollo, que van a permitir estar mejor preparados no solo a los cambios estructurales que obliga la tecnología y la optimización de recursos, sino que también para estar en sintonía con las nuevas generaciones que cada ve son más demandantes en todo lo que se refiere a servicios y experiencia de compra, pero también, a que sus contrapartes –ya sea su marca favorita de zapatillas o la empresa proveedora de agua potable– estén en sintonía en términos de comunicación digital. Es decir, ir de la mano con los cambios globales tecnológicos de los que hoy estamos siendo testigos y generar una mejor cadena de valor.

Claro, hasta no hace mucho, sólo bastaba que una empresa tuviese una página web (ojalá más o menos bien diseñada) y, si se era “moderno”, contar con algún tipo de presencia en redes sociales. A la larga, si la marca no estaba presente en Internet, básicamente no existía, tal como antes sucedía con las desaparecidas Páginas Amarillas. Pero la tecnología y los cambios de experiencia que trae consigo han hecho que toda esta transformación sea más rápida, en donde lo análogo cada vez queda más obsoleto. Lo anterior obliga a transformarse. No sólo a tener presencia en Instagram, Facebook o Twitter, pero a cambiar los métodos y procesos internos de generación. Automatizarlos. Hacerlos más efectivos, creativos, disponibles de manera remota y en tiempo real. Es decir, optimizarlos y así generar una mejor y mayor riqueza productiva.

El rubro, por cierto, da lo mismo. El ideal es realizar la transformación, de acuerdo a las necesidades de la empresa, y así acercarse más a la comunidad. A la larga, lograr tener “empresas (más) inteligentes”.

Lo interesante es que los procesos de cambio y automatización no son tan inalcanzables, especialmente para pymes. Hoy, la tecnología permite contar con un gran aliado que puede llegar a funcionar como pilar fundamental para todo esto: la nube. Porque la posibilidad de contar con contenidos respaldados en servidores remotos a los cuales se puede tener acceso desde cualquier terminal, en cualquier parte del momento y a toda hora es un gran avance. Paquetes de productos como Google Docs Office 365, de Microsoft, entre muchos otros, permiten dar los primeros pasos. Muchos de estos servicios, de hecho, funcionan como servicios a la medida a partir del pago de suscripciones lo que, de paso, ayuda también a que la piratería –siempre una gran piedra de tope en el desarrollo tecnológico– descienda drásticamente.

Y si bien los procesos de transformación pueden ser algo lentos, están ocurriendo, cada vez a mayor velocidad y de manera más sostenida.

Empresas tras la transformación digital

Viviana Ponce, CEO y fundadora de ExperienciaLab, dice que le ha tocado ver “mucha asimetría respecto a lo que se entiende por transformación digital y cuáles son los esperables del proceso. De hecho, apenas un 18% de las personas que pertenecen a compañías que están experimentando algún cambio en su propuesta de valor debido a la incorporación de tecnología entienden lo que significa”.

Ninguno de los indicadores que muestran cuántas empresas en Chile están revolucionando la propuesta de valor digital hacia sus usuarios múltiples indicadores es lo suficientemente robusto. Según datos de la fundación País Digital, la economía de las TICs en la OCDE es un 10,7% del PIB, mientras que en Chile es apenas de un 3,4%.

“Desde mi mirada la digitalización es un aspecto clave que permite a los países mantener su competitividad global, aumentar el PIB , fomentar la innovación, desarrollar economías colaborativas, y generar nuevos puestos de trabajo”, continua Ponce, también tras la empresa Nuscale Global.

Sin ir más lejos, este proceso también incluye a gobiernos. El Gobierno de Chile, de hecho, acaba de anunciar una medida que va en la senda de las necesidades que dicta la transformación digital: la Secretaria General de la Presidencia anunció un proceso piloto de digitalización que comenzó a principios de enero, donde se busca reducir y, eventualmente, eliminar el papeleo burocrático entre ministerios, en una operación que busca ahorrar US$ 6 millones y que “se ampliará con el tiempo a todo el Estado”, según comunicaron a través de su cuenta en Twitter.

Según datos de ChileCompra, el Estado gasta más de USS$108 millones entre papeles, fotocopias y materiales de escritorio. No es una cifra menor, sin duda. Lo anterior, además, sin considerar el tiempo que se pierde en buscar un documento en papel en algún archivador perdido en alguna bodega. Todo esto va de la mano con la Ley de Transformación Digital, proyecto que fue despachado por el Congreso el pasado mes de septiembre y que busca la digitalización de los trámites ante los servicios públicos; además de simplificar y eliminar la mayoría de los muchas veces engorrosos trámites que las personas realizan ante el Estado. “Gracias a esta ley será el Estado el que va a conversar detrás del mesón y no las personas las que van a ir buscando de oficina por oficina distintos documentos, ahorrando tiempo y mejorando así su calidad de vida”, destacó el que en ese entonces era ministro de la Segpres, Gonzalo Blumel.

En la esfera del mundo privado, las empresas también tendrán que ponerse a tono con los nuevos tiempos. “Chile es uno de los países más digitalizados del mundo, tenemos la infraestructura, talento y sobre el 90% de los habitantes conectados”, comenta Leo Prieto, fundador y CEO de Odd Industries. “Aunque llevamos décadas hablando de los beneficios de la digitalización y como individuos ya vivimos la transformación, la gran mayoría de las organizaciones públicas y privadas aún no se han digitalizado”.

Luego, Prieto complementa sobre el mismo tema: “Hemos visto como se ha transformado la industria financiera, el comercio o los medios y la publicidad gracias a las herramientas digitales. Pero ahora, debemos poner el foco en las industrias más análogas como la construcción, agricultura, forestal o minería, para ayudarlas a convertirse en organizaciones orientadas a datos. Porque sabemos que cuando se digitalizan, no sólo se hacen más eficientes y productivas, pero también más seguras para sus trabajadores y más sustentables con el medioambiente”, remata.

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