La historia de los primeros robots y androides

Aunque Terminator y Blade Runner no han sido la mejor publicidad para autómatas y androides, por miles de años los diseños robóticos tienen como objetivo asistir y entretener al ser humano, incluyendo uno que otro engaño. Acá, una historia de los hitos más importantes.


Durante 84 años derrotó a jugadores de ajedrez entre Europa y Estados Unidos, algunos de ellos personalidades como Napoleón Bonaparte y Benjamín Franklin. El Turco (1770), obra del inventor húngaro Wolfgang von Kempelen, encarnaba al autómata perfecto.

Antes de cada partida, su maquinaria semejante a la relojería, era expuesta al público como señal de probidad. Difería de otros autómatas, cuyos movimientos repetitivos obedecían a una naturaleza mecánica, sin interacción con terceros. En cambio, El Turco desconcertaba. Parecía pensar y analizar a sus rivales.

El secreto de su funcionamiento, que despertó sospechas en el escritor Edgar Allan Poe, se guardó celosamente hasta después de resultar dañado en un incendio en el Museo Chino de Filadelfia, en 1854. La máquina era operada desde el interior por un ajedrecista de élite, con media docena de maestros europeos participando de la farsa.

Uno de ellos, Johann Baptist Allgaier, el elegido en el juego contra Napoleón, se dio el gusto de saludar antes al emperador francés.

El Turco fue un engaño, pero contribuyó a una interrogante plagada de temor del ser humano frente a las máquinas antropomorfas, y la tecnología en general: qué sucedería si nos superan en inteligencia, habilidad y fuerza.

La duda ha alimentado a la cultura pop en el último siglo, en especial el cine, con clásicos de la ciencia ficción de oscuros presagios como Metrópolis (1927), Blade Runner (1982) y Terminator (1984). Sin embargo, los autómatas y su progresión, los robots, no solo registran una larga data que se remonta a 5000 años AC en Egipto, cuando estatuas de Anubis simulaban hablar mediante un sacerdote oculto para atemorizar feligreses, sino desde siempre la intención fue reemplazar tareas repetitivas y peligrosas, junto con asistir y entretener.

Yo soy tu padre

Nacido en 1136, Ismail Al Jazarí es un referente universal de la ingeniería mecánica, punto de partida de la robótica por sus diseños, y redactor de “El libro del conocimiento de dispositivos mecánicos ingeniosos” (1206), texto en el cual detalla un centenar de modelos.

Especializado en hidráulica, Al Jazarí creó sistemas de abastecimiento de agua para mezquitas y hospitales, entre decenas de avances en el área, utilizando el líquido elemento como fuerza motriz accionado levas, palancas y engranajes, entre otros dispositivos.

En la diversidad de autómatas nacidos de su ingenio se cuentan pavos reales mecanizados con agua, relojes de agua, una camarera para servir bebidas, y autómatas que asistían al monarca en labores de aseo como lavarse las manos y la cara, sistema utilizado también con una finalidad más prosaica: fuente de brebajes alcohólicos en fiestas.

Esta clase de creaciones de Al Jazarí, por las cuales se le considera como el padre de los robots, registran una instancia distintiva: debían simplificar las tareas domésticas.

En palacios, con fines recreativos, dio curso a autómatas embarcados en naves tocando instrumentos que participaban de elaboradas fuentes, siempre con el agua como propulsión. Estos diseños contaban con rudimentarios sistemas de programación, a través de clavijas activando levas.

Se especula que la obra de Al Jazarí inspiró proyectos de Leonardo Da Vinci, entre ellos un león mecánico para el rey Luis XII. La obra cumbre del genio de Florencia en el rubro fue un proto robot, un soldado con armadura presentado en 1495. Poseía dos sistemas operativos, uno para el tren inferior accionado por manivela; el otro recurría a poleas y cableado, para diversos movimientos de los brazos.

Trabajo de relojería

Entre los avances clave en el desarrollo de la Revolución Industrial se cuenta el primer torno de apoyo deslizante totalmente metálico, obra del ingeniero francés Jacques de Vaucanson. Nacido en 1709, a los 18 años ya lideraba un taller en Lyon. Entre sus intereses estaba el diseño de autómatas, hasta que un funcionario del gobierno receló de sus creaciones, ordenando la destrucción del local donde producía sus máquinas.

Su obra cumbre fue un pato de cobre revestido en oro, la primera mascota robótica de la historia. Exhibía el sistema digestivo y su proceso, desde ingerir alimento hasta defecar. Para montar el aparato gástrico del pato, el ingeniero utilizó el primer tubo de goma.

En rigor, había truco. El pato tragaba una combinación de granos con agua, mientras los aparentes excrementos eran migas humedecidas en tinta verde, expulsadas desde otro compartimento. La trampa se urdió para atraer inversionistas.

Otro francés, Pierre Jaquet-Droz, se dedicó a la relojería desde los 17 años. Nacido en 1721, perfeccionó el diseño de autómatas como una forma de promoción de sus relojes y pájaros cucú. Entre 1768 y 1774 construyó junto a su hijo Henri-Louis y el aprendiz Jean-Frédéric Leschot, tres modelos que clasifican como los primeros robots humanoides, mediante complejos mecanismos adaptados de su oficio.

“El dibujante”, conformado por 2000 piezas, es el muñeco de un niño frente a una mesa, capaz de trazar con sombras y retoques el rostro del rey Luis XV, otro dibujo de una pareja real, un tercero de un perro, y un cuarto con la imagen de Cupido en una carroza conducida por una mariposa.

“La pianista” toca un órgano que se activa por el movimiento programado de sus dedos. Formado también por 2000 piezas, la mujer interpreta melodías observando el teclado de un lado hacia otro, en tanto el pecho simula la respiración.

La pieza cúlmine de Jaquet-Droz es “El escritor”. Mediante 6000 piezas era capaz de redactar breves textos con una pluma que de tanto en tanto humedece en tinta. También parpadea y suspende la escritura como si reflexionara.

Las piezas están en exhibición en el Museo de Arte e Historia de Neuchâtel en Suiza, el primer domingo de cada mes.

Yo robot

El término robot se popularizó rápidamente a partir de una obra teatral checa de 1920 de éxito internacional titulada R. U. R. (Rossum ‘s Universal Robots) del autor Karel Čapek, imponiéndose al uso de autómata. La palabra alude a “robota”, que en checo se entiende como “trabajo forzado”. La pieza trata sobre una fábrica productora de androides para labores agotadoras, hasta que se rebelan y acaban con la raza humana.

En 1932 se presentó el robot Alpha en Londres, construido por Harry May, un profesor e inventor treintañero. Pesaba una tonelada y medía 1.80 metros. En una demostración en Manhattan en 1934, el reporte de la revista Time detalló sus movimientos incluyendo incorporarse, girar la cabeza, levantar los brazos y disparar un arma descargada. También respondió preguntas, aunque demoró varias. Persisten sospechas en la capacidad comunicativa de Alpha con la tecnología disponible en aquel entonces. Triquiñuelas en el rubro, como de costumbre.

En 1939 fue el turno de Elektro, presentado en la feria mundial de Nueva York por Westinghouse, interesada en promover el uso de aparatos eléctricos. Poseía 11 motores, medía 2.1 metros y pesaba 120 kilos. Al igual que el cascarrabias Bender en Futurama, Elektro fumaba.

Podía caminar, manejaba unas 700 palabras almacenadas en discos de 78rpm, contaba chistes, inflaba globos, movía brazos y cabeza. Se presentó al año siguiente en el mismo evento acompañado del perro robot Sparko, que se sentaba y ladraba.

Elektro tuvo una larga vida haciendo giras promocionales para Westinghouse, apareció en una película picaresca bajo el nombre Thinko, y luego su cabeza se convirtió en regalo para un ingeniero que se retiraba de la empresa a comienzos de los 60.

También hay sospechas sobre Elektro. Varias de sus respuestas serían una voz escondida.

Mientras los modelos de formas humanas siguieron más ligados a la entretención, a partir de 1937 la robótica tuvo un giro gracias al estudiante Griffith “Bill” Taylor, un británico de 21 años. Inspirado en un juego mecano, creó un robot con un programa registrado en un rollo de papel, para ejecutar labores industriales. Lo llamó Gargantúa.

En 1954 se dio a conocer el brazo robótico Unimate articulado a una computadora, considerado como el primero de su tipo. Fue creado por George Devol, un inventor de Kentucky nacido en 1912. Proveniente de una familia humilde y sin mayor educación académica, George resultó ser un genio. Trabajó con sistemas de radar durante la II Guerra Mundial y contribuyó al desarrollo de la tecnología del horno microondas, hasta que con el Unimate fundó la primera empresa robótica.

En 1961, el Unimate se integró a la cadena de montaje de General Motors en una labor particularmente peligrosa para los trabajadores, que implicaba soldar en el chasis.

A pesar de su condición eminentemente industrial, Unimate también coqueteó con el mundo de la entretención, uniéndose a la larga tradición de sus antepasados mecánicos. Fue presentado en el show de Johnny Carson, el padre del late show, donde golpeó una pelota de golf y dirigió la orquesta, con la gracia y espontaneidad de un robot. Esa vez, no hubo trucos.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.

La disrupción digital es aquella transformación radical y profunda de los modelos de negocio de una empresa. Es un proceso muy beneficioso, pero no es sencillo. En esta entrevista, Juan José de la Torre, CEO de Raven y especialista en disrupción, explica los fundamentos de este proceso y cómo abordarlo.