Reconocimiento facial: la biometría gana terreno para trámites y pagos

Ilustración: Vicente Martí.

Impresión dactilar o reconocimiento facial son dos sistemas biométricos que se han vuelto habituales no solo en aplicaciones de seguridad, sino que incluso en servicios hoteleros o tarjetas de créditos. Una tecnología que se volverá fundamental para proteger los datos de las personas, y que estamentos internacionales consideran urgente regulación para evitar el mal uso de datos privados.


Imagina esta situación: te tientas con algo que viste en un sitio web y cuando vas a pagar, en vez de ocupar el pin o las tarjetas de coordenadas, tu rostro se vuelve tu billetera. Esta situación, que hace unos años sonaba a una escena sacada de la película Minority Report, donde el iris podía entregar información, se volvió una realidad que supera a la ficción, gracias a la evolución de la biometría como forma de pago.

En 2018, Visa dio el vamos a un programa piloto de una nueva tarjeta de crédito con tres bancos en Estados Unidos, que utilizan un sensor de impresión dactilar en la tarjeta, ofreciendo una alternativa al uso del PIN o la firma para autenticar los pagos. Ese mismo año, Mastercard incluyó en su sistema de pagos digitales una solución biométrica que ayuda a proteger las transacciones mediante una autenticación de dos factores.

La implementación de sistemas biométricos cuenta con factores únicos para cada persona, entre ellos el ADN, la voz, las venas de las manos o la impresión dactilar, que se convierten en una solución práctica con un alto rango de seguridad, al ser una característica personal para tratar de reconocerte en ámbitos de la vida cotidiana.

Si bien la historia de su uso parte en el siglo XIV en China, cuando los orientales estampaban los registros de la huella de la palma de la mano en tinta para distinguir a los más jóvenes, en los últimos 15 años su uso poco a poco fue introduciéndose con mayor ahínco. Su impacto no sería el mismo sin la llegada de los smartphones, siendo en 2007 con la aparición del Toshiba G500, que se introdujo el lector de huellas dactilares, que luego grandes marcas, entre ellas Apple, harían lo propio. La compañía presentó en 2013 el Touch ID, un botón y lector de huellas en uno, en la versión iPhone 5S, lo que significó subir el estándar entre sus competidores.

La compañía de la manzana no demoraría mucho en avanzar a otro escalafón, incluyendo en el iPhone X, lanzado en septiembre de 2017, su primer smartphone con Face ID, tecnología apostaba por el reconocimiento facial por sobre la huella, una innovación que imitaron otros fabricantes. El sensor de Face ID, tenía una probabilidad de ser engañado en 1 frente a 1 millón, mientras la de Touch ID era de 1 frente a 50.000, según declaraciones en ese entonces del actual director ejecutivo, Tim Cook.

En septiembre de 2017, el iPhone X fue el primer smartphone con Face ID, tecnología apostaba por el reconocimiento facial por sobre la huella.

En un par de años la prestación de este servicio se está democratizando, pasando a ser un estándar en los teléfonos o computadores, entre ellos Huawei que posee lector dactilar para prender sus laptops, e incluso en oficinas en Santiago no es extraño que cuenten con puertas que usan reconocimiento facial como método de ingreso del personal. En locales chinos de KFC existe el sistema Smile to Pay, una solución de pago ofrecida por el grupo Alibaba, que toma una foto y analiza en profundidad el rostro del individuo, para luego cobrar a la cuenta anexada a la cara.

En Chile su impacto también ha crecido, sobre todo tras el impulso a la transformación digital. Gustavo Suhit, director ejecutivo de Biometrika Latam, empresa local que desde 2009 trabaja en temas de biometría, asegura que la tecnología, en ese momento, no estaba tan diversificado su uso, y que en el último tiempo fue ganando espacio en otros procesos de negocios que antes era impensado. Ya en 2010 comenzó su masividad cuando los usuarios de Fonasa -y también de isapres-, utilizando sólo la impresión dactilar, comenzaron a adquirir sus bonos de atención en las sucursales a lo largo de todo el país.

A medida que fueron pasando los años, los dispositivos han bajado de valor, lo que permite que cualquier celular de una gama media baja pueda ser utilizado por aplicaciones que la incluyen como una opción de verificación. Para Danny Rayman, director de Datos Protegidos y especialista en la materia, hay ciertos usos de biometría que se encuentran cada vez más aceptados, y los sistemas están a la vista de todos en centros comerciales con captadores de temperatura, que incluso pueden indicar si alguien está usando la mascarilla correctamente. “Esta es una tecnología que avanza y que cada vez va encontrando nuevas formas de uso”, plantea el experto.

Es más, el mercado mundial de reconocimiento facial experimentará un crecimiento anual compuesto del 12,4%, con un impulso acelerado, de 2021 a 2025, agregando $3780 millones al mercado, según las predicciones de Technavio, compañía londinense de investigación de mercado. El crecimiento sustancial viene impulsado por el aumento de casos de amenazas a la identidad y la necesidad de utilizar la biometría para contrarrestarlas.

El interés de las industrias ha llevado a que nuevos actores ingresen con servicios biométricos. Ese es el caso de NA-AT Technologies, empresa internacional de origen mexicano que a mediados de este año comenzó operaciones en Chile, y que en voz de Marcelo Figueroa, Country Manager en la compañía, buscan responder ante un mercado reconocido como maduro en materia tecnológica y digital.

NA-AT aparece con una aplicación de firma autógrafa llamada FAD, que utiliza multi biometría, mediante un escaneo que contrarresta los datos almacenados en el chip que integra el carnet de identidad. Luego solicita una “selfie”, validada por algoritmos inteligentes, para asegurar que es una persona viva y no una foto o un video, y se compara por biometría facial con la cédula provista. Otro nivel de seguridad es que el usuario se videograbe para aceptar los compromisos adquiridos y que sean solicitados para ese trámite en específico para quedar como evidencia legal. La herramienta FAD es vista por Figueroa como uno de los posibles potencias que tiene la biometría para ser un actor relevante en los años que vienen, ayudando a la inclusión financiera y a la facilitación de procesos, trámites y negocios.

NA-AT llegó a Chile a mitad de año con una aplicación de firma autógrafa llamada FAD, que utiliza multi biometría.

La necesidad de regular

Las expectativas de impulsar esta tecnología a mediano plazo son grandes, y sitios especializados como Biometric Update calculan que los ingresos de la industria se acercarán a los 100 mil millones de dólares para 2027, dada la penetración de los teléfonos inteligentes y la necesidad de funciones de seguridad biométrica eficientes integradas en ellos, la integración de tecnologías de seguridad biométrica con Internet de las cosas (IoT), así como la creciente introducción de tecnología digital siendo el reconocimiento facial el método para prevenir delitos, y como así un sistema emergente de entrega de beneficios sociales.

Más allá de la aceptación, lo esencial para el director de Datos Protegidos es que exista una regulación que efectivamente garantice la privacidad de las personas, en el sentido de que no solamente se exija el consentimiento, sino que además se requiera la implementación de medidas de seguridad y notificación cuando hayan brechas de seguridad, además de un marco normativo que establezca garantías y una autoridad que vele por la protección de datos personales.

“El que la información biométrica se remita a nuestras características físicas y que este inseparablemente ligada a las personas, genera que exista un gran potencial de abuso cuando es utilizada de forma indiscriminada”, complementa Rayman, tomando a consideración las palabras de la Alta Comisionada por los Derechos Humanos en la ONU, Michelle Bachelet, quien aseguró que antes de utilizar estas tecnologías se requiere tener estándares adecuados para la protección de las garantías de las personas.

Por su parte, Ricardo Baeza, académico de la Universidad de Chile y profesor de investigación en el Instituto de IA Experiencial de Northeastern University (Silicon Valley), comparte la necesidad de utilizar la biometría para ciertos usos, dado los graves problemas que existen temas de crímenes, donde al ser una herramienta que está en constante aprendizaje (machine learning), su conocimiento no cubre a todo el espectro de la población. El profesor pone énfasis en errores que ocurren con rostros de diversos orígenes que, en simples palabras, entre más especial sea una cara, el sistema puede equivocarse.

“Estos sistemas se tienen que repensar en cuán bien funcionan, ya que pueden herir las vidas de las personas”, grafica Baeza, dando cuenta de casos internacionales como ocurre con diversos estados en Norteamérica que han prohibido su uso por temas raciales, producto que la biometría no es exacta en rostros de afroamericanos. El académico rescata los esfuerzos de la Unión Europea, que presentó una propuesta de reglamento que recoge las que serán las normas y medidas destinadas a regular este tipo de sistemas con el objetivo que garantice la seguridad y los derechos fundamentales de las personas y las empresas.

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