¿Comisión Experta invisible? Los riesgos del poco interés que despierta la primera etapa del proceso constitucional

Los comisionados están conscientes de que su trabajo pasa inadvertido en términos generales por la ciudadanía. A varios les preocupa esa desafección, pero hay otros que plantean que el verdadero protagonista será el Consejo Constitucional, la instancia integrada por 50 personas electas en las urnas. La luz amarilla ya está encendida, sobre todo por las elecciones del 7 de mayo.


Cuando los partidos políticos negociaron, durante tres meses, el Acuerdo por Chile para habilitar un nuevo proceso constitucional, tomaron nota de una primera advertencia: el poco interés que suscitaba la discusión constitucional.

Pese a esa fuerte desafección ciudadana con los esfuerzos de los partidos por escribir una nueva Constitución, las colectividades llegaron hasta el final, firmaron un acuerdo y habilitaron otro mecanismo para reemplazar el texto constitucional vigente.

Ese mismo desinterés persiste y se ha profundizado fuertemente. Hace más de un mes que partió oficialmente la primera parte del proceso constitucional. Se trata de la Comisión Experta, la instancia integrada por 24 expertos que, en un plazo de tres meses, redactará un anteproyecto de nueva Constitución que luego será entregado al Consejo Constitucional.

Los comisionados son conscientes de que su trabajo tiene poco conocimiento a nivel de opinión pública y que la ciudadanía, en términos generales, no tiene mayor interés por seguir la discusión que están teniendo. Las mismas transmisiones en vivo de las sesiones de las subcomisiones son señal de eso. La regla general, hasta ahora, es que no suele haber más de 20 personas viendo la sesión en vivo.

El diagnóstico es comentario obligado en los pasillos del Congreso de Santiago, el lugar donde sesiona la comisión.

La situación preocupa a los comisionados y así lo reconoce la experta Leslie Sánchez (PL en cupo PPD). “Me preocupa muchísimo el bajo interés que ha tenido la ciudadanía con la Comisión Experta, pero sobre todo con el proceso en general y las etapas que vienen. El texto constitucional tiene que lograr adhesión en la ciudadanía, tiene que ser querido, tiene que querer ser leído, revisado y analizado. Si no logramos eso es muy incierto el futuro de este proceso. Por eso es que, independiente de nuestro perfil experto, no podemos dejar de tener algún grado de sintonía con la ciudadanía, sus demandas y los temas que se han puesto sobre el debate público”, comenta la académica.

Pese a eso, algunos comisionados le restan dramatismo al asunto. Esos sectores comentan que el bajo perfil de la comisión no sería un problema, ya que, dicen, hay que cautelar que el verdadero protagonista del proceso es el futuro Consejo Constitucional, el órgano de 50 consejeros electos democráticamente.

Una de esas voces es la comisionada Katherine Martorell (RN). “El trabajo de los expertos ha sido de mucho acuerdo, de buscar un texto que realmente sirva al Consejo Constitucional, que es la instancia que finalmente será el verdadero conductor de la voluntad soberana. Por lo tanto, nuestro trabajo es más bien entregar un texto que les permita a ellos convocar a la ciudadanía con las ideas para que puedan ofrecer una Constitución que sea representativa para todos los chilenos y chilenas”, afirma la experta.

Dado que los expertos solo redactarán un anteproyecto -que no es 100% vinculante-, hay interés por dejar de lado el protagonismo para que los consejeros, cuando asuman, sean quienes comiencen a redactar la propuesta de nueva Constitución. Todo sobre la base de que, en realidad, los expertos seguirán presentes, ya que al final redactarán un informe con observaciones que, si no son aprobadas por el pleno del Consejo, se tendrán que resolver en una comisión mixta integrada por comisionados y consejeros.

Sin embargo, los expertos igual están alertas, ya que saben que un bajo interés en el proceso podría ser problemático. Así lo cree también el director de asuntos públicos de Criteria, Cristián Valdivieso. “El proceso constitucional, en general, y en particular la Comisión Experta, están absolutamente ‘submarineados’. Desde el punto de vista de la ciudadanía es irrelevante y poco importante, sobre todo en comparación con la apremiada agenda de temas de seguridad y economía”, dice Valdivieso.

Valdivieso agrega que los expertos están en una paradoja: “Efectivamente, ellos tienen la responsabilidad de no ser visibles, ni generar tensiones en la ciudadanía para evitar ser parte de un proceso polarizado y conflictivo. Pero al mismo tiempo, eso viene asociado con la idea de terminar siendo parte de un proceso que sea percibido como oscuro y a espaldas de la sociedad, es decir, terminar proyectando una imagen de una cocina pequeña y cerrada”. Por eso, añade, deben equilibrar ambos puntos para terminar con una imagen que “le haga sentido a la sociedad”.

La preocupación por este tema también está presente en los partidos, los que están alertas, porque saben que este poco interés vinculado a la Comisión Experta es parte de una desafección general por el proceso, lo cual, comentan las colectividades, es problemático, ya que en un par de semanas más se vienen las elecciones para escoger a los 50 consejeros que integrarán el Consejo Constitucional.

“En un escenario social marcado por la crisis de seguridad pública, es natural que la gente tenga sus preocupaciones básicas y de corto plazo en mente. Además, un panorama político fragmentado en múltiples pactos y subpactos ha resultado en un escenario electoral saturado y concentrado comunicacionalmente. La franja electoral es un reflejo de este problema”, dice el director del Laboratorio de Encuestas y Análisis Social (LEAS) de la UAI, Ricardo González.

El académico agrega: “Se echa de menos una visión compartida por todo el espectro político sobre los alcances de largo plazo que debería tener una campaña electoral en una instancia tan crítica como la Convención Constitucional. Su objetivo debería ser promover la participación ciudadana y el voto, y así tratar de revertir en cierta medida la actual profunda desafección política, que fue la que gatilló el proceso constitucional en primer lugar”.

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