La Moneda analiza riesgos y oportunidades de movimiento feminista

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Cecilia Pérez, vocera del gobierno.

En Palacio monitorean de cerca el fenómeno. Si bien destacan que sirve para impulsar una agenda propia en la materia, advierten que aún no se vislumbra un interlocutor concreto con quien dialogar.


"La voz de las chilenas llegó para quedarse", señaló hoy la ministra vocera de gobierno, Cecilia Pérez, al ser consultada sobre la postura que tiene el gobierno ante las demandas "feministas" levantadas principalmente desde el mundo universitario.

Banderas que, dicen hoy en el Ejecutivo, les ha servido para impulsar su propia agenda en la materia. De hecho, el Presidente Sebastián Piñera ha recalcado en algunas de sus intervenciones que uno de los compromisos del gobierno es terminar con las discriminaciones que afectan a las mujeres.

En esa línea, el Ejecutivo ha entregado algunas señales que apuntan a reforzar ese compromiso, como, por ejemplo, la integración de carabineras centinelas en La Moneda, sus intenciones por modificar la actual ley de sociedad conyugal para que la mujer tenga los mismos derechos del hombre y el impulso al proyecto que sanciona la violencia en el pololeo. De hecho, el lunes, la portavoz de La Moneda anunció la creación de un instructivo de igualdad de género para el sector público, que está siendo liderado por la ministra de la Mujer, Isabel Plá.

"Acá lo que se está diciendo y es una causa que la hacemos propia, que no es admisible en nuestro país, ni en ningún lugar del mundo, pero hagámonos cargo de lo que pasa en nuestro país, ni los abusos, ni las faltas de respeto, ni los menoscabos en contra de las mujeres", dijo Pérez.

Por su parte, la ministra Plá sostuvo que "el movimiento es la expresión más visible de un malestar que cruza transversalmente a las mujeres en nuestro país. Ha adquirido fuerza, porque expone aquello que las chilenas viven en otros espacios: la familia, el trabajo, la calle y los servicios públicos".

"Una oportunidad"

En La Moneda monitorean con atención cómo se ha desplegado el movimiento en el país. Hasta ahora, dicen, el balance es positivo. Por ahora, aseveran las mismas fuentes, las demandas de las mujeres para evitar la violencia de género, la igualdad de derechos y una educación no sexista no son percibidas como similares a lo que significó el movimiento de los pingüinos en 2006 y las protestas universitarias contra el lucro del 2011.

"Esto es completamente diferente del movimiento estudiantil, es una batalla más cultural que de políticas públicas, sin perjuicio de que puede tener también efectos en estas", sentencia el analista político Gonzalo Cordero, quien cree que el movimiento representa una "oportunidad" para el gobierno. "Persigue un cambio que cruza todas las organizaciones, públicas y privadas, todos los sectores políticos debieran sintonizar con la esencia de sus demandas: el respeto a la dignidad de las mujeres y la igualdad de oportunidades a todo nivel, especialmente en las posiciones de liderazgo".

La ministra Plá descarta que este tema pueda empañar la agenda de La Moneda en otras materia. "El momento que vive Chile, lejos de opacar nuestra agenda, tiene coherencia con la hoja de ruta que se trazó el gobierno del Presidente Sebastián Piñera y que señala el programa".

Plá recalcó que hay "una política de igualdad de derechos, de equidad, de tolerancia cero a la violencia para todas las mujeres, desde el millón de chilenas que viven en condición de pobreza, hasta las que han sido víctimas de distintas formas de violencia, y aquellas que han sido discriminadas, pese a sus méritos, de los espacios de mayores responsabilidades".

Riesgos

Pese al balance positivo, en Palacio advierten que el movimiento feminista tiene "sus complejidades".

"Tiene varias cabezas", sostiene una fuente oficialista, en alusión a que aún está en proceso de articulación. A diferencia de anteriores movimientos estudiantiles, no advierten una orgánica clara, lo que redunda en la ausencia de interlocutores con los que se pueda dialogar.

Así, en el gobierno ejemplifican que a la hora de instalar una eventual mesa de diálogo para ir cumpliendo determinadas demandas no se vislumbra una persona determinada para hacerlo, ya que aún es un movimiento que tiene un carácter más "difuso".

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