Constitución: ¿Inclusiva, próspera y sostenible?

Foto: Agenciauno

"El político que sea capaz de incluirnos y hacer sostenible una construcción de país de futuro que anteponga la seguridad, prosperidad y mejora en la calidad de vida de las personas tiene la llave para salir adelante y mantener firme un timón en las turbulentas aguas que nos acechan"


Este ha sido probablemente uno de los veranos más complicados y difíciles de proyectar del último tiempo. Por un lado, se gestan los avances para definir una carta de navegación constitucional que requiere de grandes consensos para proyectarnos en el largo plazo, mientras coexistimos con una difícil situación en la macrozona sur, que sigue sangrando con una situación de inseguridad que ya llega a niveles insostenibles. En paralelo, la opinión pública empieza a acostumbrarse a estos eventos, la clase política no se une transversalmente en contra de la violencia, la prensa no ve señales sobre las verdaderas consecuencias de esto y en este contexto se configura el equipo de un nuevo gobierno que comienza en marzo. Habiendo dicho esto, ¿Qué nivel de alineamiento alcanzaremos para definir una carta magna, si en lo básico y fundamental no podemos levantar cabeza? La complacencia parece que es la mejor receta para que esta situación se agrave cada vez más, por lo que, para corregir la tendencia, debemos cambiar la pasividad por proactividad.

A nivel periodístico, se requiere más que nunca un análisis de las consecuencias sobre la aprobación de las comisiones o la continuidad de la espiral de violencia actual: Una cosa es informar, otra es omitir porque ya no es noticia, pero otra muy distinta y necesaria es informar y desarrollar los escenarios que se configuran, lo cual es fundamental para empoderar a la ciudadanía en estos momentos.

A nivel de manejo de expectativas en un contexto de ayudas históricas por la pandemia y creciente inflación, urge transmitir señales que permitan generar expectativas razonables de sostenibilidad fiscal a las de un país que aspira a ser desarrollado. Si esa propuesta no se contrapesa con priorizar la calidad de la educación y cultura cívica común, probablemente genere mayores niveles de disconformidad y descontento.

Finalmente, a nivel constitucional y político es donde se libra la madre de las batallas que requiere de cambios, hacia una propuesta que genere prosperidad, inclusión y sostenibilidad. En ese contexto, más allá de proyectar un bien común a futuro, las señales de la convención buscan validar una serie de voces que básicamente tienen en común sentirse no escuchadas. Para avanzar, se propone debilitar los poderes del estado y su sistema político, relativizar la propiedad privada y emprendimiento, desconocer tratados internacionales, debilitar el estado de derecho, relativizando la justicia misma, lo cual es algo que más allá de buscar convergencia, sí logra crear un marco para generar incertidumbre, pobreza y una profunda desafección con la búsqueda del bien común.

En este contexto, la pregunta que debemos hacernos es ¿Queremos construir cimientos constitucionales de futuro en un contexto de paz y tranquilidad que permitan mirar hacia un futuro próspero e inclusivo o simplemente ignoramos lo que está pasando para refundar y reivindicar para corregir todos los problemas de la sociedad? El político que sea capaz de incluirnos y hacer sostenible una construcción de país de futuro que anteponga la seguridad, prosperidad y mejora en la calidad de vida de las personas tiene la llave para salir adelante y mantener firme un timón en las turbulentas aguas que nos acechan.

*El autor de la columna es consejero de la Sofofa

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