La paradoja de los liderazgos anónimos

"En el mundo empresarial, las altas direcciones tienen la responsabilidad de crear espacios y dinámicas que posibiliten que todos los liderazgos florezcan. Como dice Eduardo Galeano: “mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”.


La historia suele estar narrada desde unos pocos hombres heroicos. Sin embargo, la historia rara vez es hecha por paladines solitarios, el devenir de la humanidad se debe al ejercicio de liderazgo anónimo de miles de millones de mujeres y hombres.

Tal vez es la búsqueda de coherencia cognitiva la que hace que la historia, que es siempre una mirada interpretativa y política del pasado, sitúe en unos pocos la osadía de las transformaciones. Pero en tiempo de cambios, de ciclos dramáticos, es imprescindible que relevemos el poder de la gente.

Ahí están los infinitos ejercicios de liderazgo para crear organizaciones, instituciones, capacidades y respuestas ante los desafíos e incertezas del presente, sin saber con precisión, cuáles serán las preguntas del futuro. Es decir, todos los que emprenden viajes inspirados por un propósito y abiertos a lo que vaya emergiendo en nuestro caminar, más que encadenados a objetivos escritos en piedra.

En este contexto, es urgente el compromiso colectivo con las urgencias que vive nuestro planeta. Es impostergable restablecimiento de una relación armoniosa con la naturaleza. Para lograrlo necesitamos organizaciones más flexibles, livianas, efectivas, consistentes con sus valores y dispuestas a aprender hasta lograr soluciones verdaderamente sostenibles, en que las acciones que hacemos hoy se hagan cargo de las consecuencias en las futuras generaciones. Esto obliga a las altas direcciones de las empresas a fortalecer, más que nunca, los ejercicios de liderazgo y no solo a los denominados líderes.

En este tipo de desafíos, el conocimiento científico de las dinámicas organizacionales se queda corto, y la justificación de grandes acciones, desarrolladas por infinidad de “pequeñas” personas se encuentra más en la literatura o en la poesía, que en la administración.

Desde esta mirada, liderazgo implica permitir que todas las personas puedan florecer sin la necesidad de actos heroicos de algún líder. Como lo muestra León Tolstoi en “La Guerra y la Paz” la historia está hecha por la suma de pequeños actos de personas anónimas que, pese a los múltiples dolores, hacen que la vida sea una aventura que merece ser vivida.

En el poema “Los justos” de Borges se visibilizan a algunas de esas competencias cotidianas anónimas que transforman. “Un hombre que cultiva su jardín, como quería Voltaire./El que agradece que en la tierra haya música./El que descubre con placer una etimología./Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez./El ceramista que premedita un color y una forma./El tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada./Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto./El que acaricia a un animal dormido./El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho./El que agradece que en la tierra haya Stevenson./El que prefiere que los otros tengan razón./Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo”.

Quisiera agregar a los profesores que enseñan a los niños y niñas, a los que atienden la panadería con amabilidad, a las guardianas de semillas y tanto otros que simplemente hacen bien su trabajo. Creer que solo actos heroicos de unos pocos líderes o lideresas cambiarán el mundo, nos hace esperar que los superhéroes salgan de la televisión y nos quita la posibilidad de que lo que hacemos en el cotidiano sea trascendental.

Esto es un poderoso recordatorio del rol que juega el emprendimiento, ese viaje sin destino conocido, enfrentando incertezas de forma anónima, perseverante y arrojada, pero sin aspavientos ni privilegios. Esas proezas tal vez sólo se canten retroactivamente, entregándonos nuevos héroes y heroínas de las que aprender, pero a menudo, son un aporte esencial al gran todo que nos vuelve una mejor humanidad.

En el mundo empresarial, las altas direcciones tienen la responsabilidad de crear espacios y dinámicas que posibiliten que todos los liderazgos florezcan. Como dice Eduardo Galeano: “mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”.

*Gonzalo Jiménez Seminario, CEO Proteus Management & Governance, profesor de Ingeniería UC.

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