¿Recuperación económica?

19 Marzo 2020 Gente en las calles del centro de Santiago con mascarillas para proteccion contra el Coronavirus. En la imagen la Fachada del Palacio de La Moneda Foto : Andres Perez CORONAVIRUS - COVID 19 - PANDEMIA - EMERGENCIA SANITARIA - CHILE - FASE 4 - GENTE - PROTECCION

"La débil recuperación que mostraba al primer trimestre podría revertirse, tal como lo muestran varios indicadores que anticipan el ciclo de la inversión".


Con los datos conocidos, la actividad chilena se ha recuperado en forma ágil desde el socavón económico que nos dejó el estallido social y la pandemia. Después de una caída de 5,8% en 2020, el PIB local perfectamente puede expandirse por sobre el 6,5% este año, recuperando lo perdido durante la crisis. En los próximos meses veremos expansiones interanuales del IMACEC de dos dígitos, impulsadas por un mejor panorama externo y shocks temporales de ingresos que sobreestimulan el consumo y abultadas por una base baja de comparación.

¿Motivos para celebrar? No realmente, porque de hecho en algunos ámbitos todavía no se supera la crisis. El principal es el empleo, que sigue con un rezago evidente y con pocas perspectivas de revertir su situación en el corto plazo. Considerando el nivel previo al estallido social -septiembre de 2019, cuando el número de ocupados alcanzó los 9 millones de personas-, al primer trimestre de este año se mantiene una destrucción neta de 851 mil puestos de trabajo. Pero además se existen altos niveles de precariedad porque, por ejemplo, más de 2 millones de personas que aparecen ocupadas están en empleos informales. Por su parte, si al desempleo oficial (10,4% al primer trimestre) se suman las personas que no han buscado activamente un empleo, pero estarían disponibles para trabajar, esta tasa combinada de desocupación y fuerza de trabajo potencial llega al 21,3% al primer trimestre, lo que equivale a otros 2,2 millones de personas.

Es decir, el total de quienes no acceden a un empleo formal -porque están en un empleo informal o porque no están trabajando y quisieran hacerlo- alcanza a los 4,4 millones de personas. Este grave problema, que debiera ser el foco principal de cualquier política pública, aparece relegado a un segundo plano en la discusión actual o, peor aún, en vías de profundizarse si se materializan alzas desmedidas en el salario mínimo o avanzan proyectos de ley que encarecen la contratación.

Además, la recuperación se ha beneficiado de varios elementos que por definición son temporales y aparecen en el horizonte riesgos que pueden amenazarla. El salto en el consumo ha sido impulsado por los sucesivos retiros de las AFP -que han desembolsado unos US$45 mil millones- y los impulsos que ha dado la política monetaria y fiscal, que han sido ultra expansivas. Las presiones inflacionarias globales y el fuerte aumento en los niveles de deuda pública chilena son elementos que anticipan que las principales palancas de la recuperación local -política monetaria y fiscal- están con fatiga de materiales y es necesario establecer un cronograma para el retiro de estos estímulos. Por su parte, la incertidumbre política está teniendo impactos en la inversión. La débil recuperación que mostraba al primer trimestre podría revertirse, tal como lo muestran varios indicadores que anticipan el ciclo de la inversión.

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