Europa: Los brotes verdes tomando fuerza

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Foto//Bloomberg

Estrategias de inversión algo más defensivas, como aquellas que privilegian empresas que pagan un a mayor tasa de dividendos, pueden ser las adecuadas para ir reconstruyendo exposición a acciones europeo




Invertir en Europa ha sido una difícil decisión en los últimos años. A los bajísimos niveles de tasas de interés –incluso negativas en varios casos– se ha sumado una fuerte desaceleración económica desde el 2018, y como olvidar la constante fuente de incertidumbre política, que comenzó con Brexit el 2016 y ha continuado con movimientos populistas que han tensionado la continuidad de largo plazo de la Unión Europea (UE).

Sin embargo, las cosas parecen estar cambiando. El índice de sorpresa económica, que compara datos efectivos económicos con expectativas de mercado, muestra una mejoría para la zona Euro, sobre todo comparado con el mismo indicador para EE.UU. En primer lugar, el Banco Central Europeo (BCE) parece estar cerca de entregarnos una nueva versión de hacer "todo lo que sea necesario", frase que utilizó su presidente, Mario Draghi, para asegurar la continuidad de la unidad monetaria en el momento más álgido de la crisis bancaria europea del 2012. Precisamente en el próximo mes de septiembre, se espera que el BCE pueda retomar su programa de compra de activos y reducir aún más su tasa de instancia monetaria, que ya se encuentra bajo cero. Todo ello precisamente un mes antes de que Draghi concluya su mandato y le entregue la presidencia a la ex directora del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde (sujeto a la confirmación de su nombramiento por parte de las autoridades europeas).

El caso para incrementar posiciones en renta variable europea va tomando fuerza. Las estimaciones de crecimiento económico se han estabilizado y el menor crecimiento ya se ha reflejado en la corrección a la baja de estimaciones de utilidades por parte de analistas financieros. Las valorizaciones de acciones se encuentran a niveles razonables, que si bien no reflejar precios de liquidación, se encuentran por debajo del promedio de los últimos cinco años (en el caso de la relación de precio/utilidad esperada para 12 meses). Aunque los indicadores de confianza empresarial siguen en niveles algo débiles, el repunte observado en la inversión corporativa está mostrando que ello va en camino de recuperación. Expectativas del mayor consumo también toman fuerza en la medida que se observa un incremento de remuneraciones, especialmente en Alemania. Finalmente, la estabilización del crecimiento económico en China, el mayor mercado para exportaciones de bienes de capital fabricados en Europa también constituye un elemento que suma a lo anterior.

Dicho lo anterior, es razonable mantener alguna cuota de cautela. Muchas industrias europeas –como la automotriz- siguen vulnerables a los efectos de tensiones comerciales que ha liderado EE.UU. y los riesgos políticos están lejos de desaparecer, aunque los recientes acuerdos en el liderazgo del gobierno de la UE son más tranquilizadores.

Con todo, estrategias de inversión algo más defensivas, como aquellas que privilegian empresas que pagan un a mayor tasa de dividendos, pueden ser las adecuadas para ir reconstruyendo exposición a acciones europeos. La selectividad para evitar sectores más vulnerables –como el antes mencionando automotriz o bancos, que pueden sufrir de reducciones adicionales de tasas de interés– también es un factor clave. Estos mismos criterios también aplican para invertir en bonos de empresas, aunque los bajos rendimientos –consecuencia del actuar del BCE- hace mucho más difícil este curso de acción.

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