Todos quienes llegan evaluando oportunidades laborales a la compañía especializada en selección y reclutamiento de abogados Idealis Legal Recruitment deben responder preguntas. Una de ellas: ¿cuál es el motivo de búsqueda de nuevas alternativas? Hasta hace algunos meses -comenta el executive director de la firma, Felipe Lavín- la respuesta mayoritaria decía relación con mejoras salariales o nuevas experiencias. Nunca el desempleo había estado entre las menciones más comunes. Hoy, la realidad es otra. Si antes el ‘sin trabajo’ no superaba el 10% de las personas entrevistadas, actualmente llega al 33,3%. “Está en el nivel más alto jamás visto”, explica Lavín. El freno en contrataciones de abogados recién titulados parece estar en la base de ese incremento. “Llevamos once años operando, y hoy el nivel de recién titulados de primer nivel buscando trabajo es muchísimo más alto”, enfatiza. “Muchas oficinas que antes podían contratarlos, hoy prefieren dar un paso al costado”, añade. De hecho, un destacado abogado justamente reconoce que recién tras la insistencia de los otros socios por ver un currículum y analizar el nivel del profesional, accedió a evaluar la opción y contratarlo; en otras circunstancias, tal insistencia no hubiese sido necesaria.

El mundo legal vive hoy una contracara. Mientras existe una treintena de pequeños estudios acogidos a la Ley de Protección al Empleo, los grandes bufetes han visto -en el consolidado- una actividad sin grandes variaciones; por el contrario, existen áreas donde el trabajo se ha intensificado. Y si bien en Estados Unidos y Europa estudios de renombre han reducido sueldos o recortado beneficios en medio de la crisis del Covid-19, por este lado del mundo las medidas de ajuste aún no se ven. Cautos están. Varios creen que la desaceleración sí les va a pegar en algún momento, pero por ahora el panorama aún está tranquilo. “Este año ha sido absolutamente normal (hasta ahora) en cuanto al comportamiento de los clientes y al cumplimiento del presupuesto. Naturalmente que estamos preocupados por mantener el ritmo”, plantea el socio de Guerrero Olivos, Roberto Guerrero. “Partimos más preocupados de lo que finalmente estamos viendo. La cantidad de trabajo se ha mantenido; no es que haya un boom explosivo de pega en todas las áreas, algunas más otras menos, pero en la última línea está bien”, complementa el socio de Prieto Abogados, Benjamín Grebe.

Es que, al parecer, la preparación para un escenario adverso vino antes. Desde hace algunos años -relatan socios de estudios medianos y grandes- que las oficinas venían acumulando cuentas por cobrar. Si hace un quinquenio los clientes pagaban rápidamente -en el acto-, tal panorama comenzó a cambiar hace un par de años. Previo a la crisis sanitaria, las deudas de parte de clientes eran -en algunos casos- bastante altas. Y ante la amenaza del Covid-19 se activó toda una dinámica de cobro. En la industria explican que no solo las oficinas de finanzas comenzaron a hacer las labores de cobranza, sino que incluso los mismos socios empezaron a realizar llamados. Y la disposición al pago fue inmediata. Eran clientes grandes que también querían saldar las deudas con sus abogados ante una desaceleración económica inminente. Dado ello, varios partieron en un mejor pie financiero del que estaban previamente, sumado a una contención de gastos que se venía ejecutando hace ya un buen rato.

En la plaza dicen que atrás... muy atrás... quedaron los años donde existían diez grandes estudios que podían desembolsar sin mayor control, porque la clientela estaba asegurada. Hoy, de esos grandes estudios hay 50 o más. “Existe mucha más competencia. El despilfarro ha ido quedando atrás, porque además los clientes se dan cuenta y licitan”, destaca el socio de un estudio.

Y así y todo, los bufetes sacan hoy buenos dividendos. “Si el país crece, nosotros crecemos; si el país no crece, nosotros también crecemos”, resume un socio de un prestigioso estudio nacional. Eso... hasta ahora.

Actividad en auge

“La carga de trabajo en algunas áreas se ha visto disminuida, pero en conjunto, la oficina se ha visto más activa que en tiempos normales”, señalan los socios de Puga Ortiz Abogados, Juan Esteban Puga y Sergio Espinoza. “No solo en el área de reestructuraciones de empresas en problemas, sino que en las áreas laboral, inmobiliaria, litigaciones económicas, por nombrar algunas”, añaden. La realidad de esta oficina es hoy la generalidad entre los estudios medianos y grandes: el subsidio entre áreas más activas y aquellas más débiles ha sido una de las grandes fortalezas de los staff con un sinfín de temas.

Para nadie es novedad que existen especialidades que han visto un auge sin precedentes. Tal es el caso de las reestructuraciones de empresas. Un abogado de la plaza ejemplifica que solo con acreedores de Latam y Enjoy ya todas las oficinas de renombre tienen trabajo de sobra; algunos, de hecho, han tenido que rechazar clientes, porque están representando a otros en el mismo proceso. Lo mismo ha ocurrido con áreas como la laboral, dadas todas las modificaciones que ha habido al alero de la crisis, lo que también se replica en lo tributario.

“La mayoría de nuestras áreas de práctica han mantenido un alto ritmo de trabajo durante este tiempo de contingencia. Áreas como proyectos, insolvencia y reorganización, bancaria y financiera, litigios y laboral, han estado particularmente activas. Como consecuencia de ello, ya llevamos varias nuevas contrataciones de abogados para estas áreas, desde abril a la fecha”, confidencia el socio Administrador de Morales & Besa, José Miguel Carvajal. “Las áreas corporativa, de financiamiento, insolvencia, regulatorio y laboral han estado muy activas. También ha habido proyectos específicos en otras áreas, como la energía y la minería, que nos han permitido mantener el ritmo de trabajo a niveles altos”, agrega Roberto Guerrero, de Guerrero Olivos.

Una visión similar mantiene Benjamín Grebe, de Prieto. “Nuestra carga de trabajo se ha mantenido. Las áreas tributaria, M&A, insolvencia, corporativo y proyectos han andado muy bien”. Y, de hecho, cuenta que también han sumado nuevos abogados, junto con reforzar los equipos donde la actividad está siendo más intensa.

Al revés, en el sector concuerdan que aquellas áreas relacionadas con litigios y arbitrajes, dada la suspensión de los procedimientos, han estado más débiles, aunque sin pérdidas abrumadoras de clientes; una realidad que se repite en el mundo, pero de manera bastante más profunda. En Colombia, por ejemplo, la Federación de Colegios de Abogados le pidió directamente ayuda al gobierno; en partes de España se hablaba -en la época peak del Covid- que un 80% de los estudios estaba inactivo.

Hoy -eso sí-, a nivel nacional, la carga se ha estibado sobre todo hacia los socios. En los grandes estudios concuerdan en que dada la premura de las peticiones por parte de los clientes y el teletrabajo, se ha reducido el trabajo en equipo entre los abogados senior y junior, concentrando las tareas sobre todo en los socios. Por lo mismo, no hay ninguno que no diga que su intensidad laboral ha aumentado. Por el contrario, muchos concuerdan en que justamente el ítem formación de nuevos talentos está quedando más en deuda, dada la pérdida de feedback y mayor actividad de los seniors.

No obstante lo anterior, también señalan que hay clientes que se han marchado. Si bien ninguno de los estudios contactados ha evidenciado una fuga masiva de ellos, sí hay áreas donde las compañías han empezado a prescindir de los abogados. “Hemos tenido clientes con menos actividad, sobre todo los relacionados al negocio gastronómico, que han sido fuertemente afectados por la contingencia, ya que han debido cerrar”, confidencian los socios de Puga Ortiz Abogados; mientras en otros reconocen que se han visto mayores negociaciones en las tarifas.

Así, la atomización de clientes se presenta como una de las claves de sustentabilidad del negocio. Felipe Lavín, de Idealis, relata que a una de las personas a las cuales les tocó entrevistar recientemente venía de un área laboral. El estudio en el cual trabajaba había visto interrumpida su cadena de pagos, y con ello, su trabajo. Es que la dependencia de unos pocos clientes es una condena, se indica. Una empresa clave que deje de pagar y hace tambalear a toda la oficina, es una dinámica que ha estado alejada de los bufetes más grandes. “El hecho de que los clientes empezaran -ya hace algunos años- a licitar los servicios, ayudó a eso”, dicen en el sector. Y un socio de la plaza ejemplifica: “Ese proceso nos llevó a tener clientes nuevos, por lo que pasamos de tener dos a tres esenciales, a tener varios donde muchos representan menos del 1% de la facturación”.

De todos modos, pese al actual escenario favorable para los grandes estudios, existe cautela. “Hemos estado revisando nuestros costos, buscando eficiencias en esta línea, pero sin afectar el bienestar del equipo y el servicio adecuado a nuestros clientes”, explica José Miguel Carvajal, de Morales & Besa. “No estamos gastando de más. Estamos muy atentos al desempeño comercial, y vemos que eso está funcionando”, subraya Benjamín Grebe, de Prieto.

Es que si bien hoy su panorama no se ve sombrío, en la industria sí hay conciencia de que la profundidad y prolongación de esta crisis aún es muy incierta. “Hay que tener cuidado con quedarse en el corto plazo”, explica el socio de un gran estudio de abogados.

Para algunos, los precedentes hablan por sí solos. Varios rememoran la crisis de Argentina de 2001, año de la salida de Fernando de la Rúa y del llamado corralito, donde grandes oficinas como Marval O’Farrell Mairal o Beccar Varela vieron aumentada su carga de trabajo durante un plazo de incluso 18 o 24 meses, pero luego el empobrecimiento del país tuvo una repercusión en ellos igual. No cerraron, pero sí se vio una fuerte contracción en ingresos y desvinculaciones.

En el mismo sentido, artículos de prensa hablan de un gran número de despidos generados por la crisis subprime en EE.UU. durante 2007, luego de que los gastos de las oficinas de abogados se elevaran en tiempos previos. Y así, en España se avizoran reducciones en los honorarios. De hecho, estudios europeos como Clifford Chance y DLA Piper ya anunciaron que congelarán sueldos y limitarán pagos a socios para garantizar su liquidez. Antes de ellos ya lo habían hecho grandes bufetes londinenses como Ashurst, Simmons & Simmons, Freshfields Bruckhaus Deringer, Slaughter and May, y Linklaters.

“Es difícil que un estudio acá no salga perjudicado, con el nivel de crisis económica que se viene”, subraya un destacado abogado. “Debieras tener un efecto dominó, que si bien va a pegar de manera diferente a unos y a otros, les va a pegar a todos”, acota. Será un país más pobre, con empresas más pobres, menos actividad y, en la última línea, dicen, menor necesidad de abogados. Los estudios grandes, eso sí, continuarán.

Recabarren: “Ha habido harto reordenamiento”

La abogada experta en temas tributarios, Soledad Recabarren, de Recabarren y Asociados, cuenta que los clientes están por estos días más interesados en reordenar sus negocios familiares.

“Hay más trabajo. Una parte de ese trabajo ha sido el susto que han tenido las personas mayores por tener el control de su empresa y empezar a tratar de traspasarle esta administración y gestión a sus hijos. Entonces, ha habido interés de incorporar a los hijos dentro de los negocios familiares”.

La abogada indica que hoy “el susto de aceptar una muerte es mucho más real que lo que ocurría en tiempos anteriores”, pero agrega que también hay dudas respecto de qué va a pasar en el país en materia de impuestos.

Sobre lo que preguntan los clientes, Recabarren indica que “ha habido preguntas de qué pudiera significar invertir en el exterior. La gente en general lo que siente es incertidumbre. No es que tenga súper claro lo que quieran hacer. Ha habido harto de reordenamiento. La gente está mirando un poco más allá ahora”.