Un Chile digital en riesgo

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Durante los últimos 10 años hemos sido testigos de cómo Chile ha sabido liderar la transformación digital en Latinoamérica, gracias a nuestros elevados índices de adopción tecnológica y a la alta inversión del sector. Ambos factores nos han permitido implementar infraestructura de punta, desplegada a lo largo del país, y que mediante alianzas público-privadas han hecho posible la conectividad que entrega el 4G, 4G+ y la fibra óptica. No obstante, mientras el mundo avanza en acuerdos, propicia mayores despliegues, se masifican hogares e industrias conectadas, y se prepara para el futuro 5G, se nos pone por delante una tangible posibilidad, que podría hacer retroceder todos nuestros avances.

Si las compañías tuviéramos que enajenar en este momento espectro radioeléctrico en pleno uso, sería apuntar en el sentido opuesto a lo que se está haciendo en el resto del mundo, donde se disponibiliza cada vez más espectro para las tecnologías móviles. Un hecho como este nos llevaría a retroceder al nivel de tecnología y de uso que teníamos hace una década, a como fueron los inicios del 3G. En concreto, estaríamos hablando de volver a centrar nuestras comunicaciones en el SMS y correo electrónico y olvidarnos de la evolución del video, que hoy representa más de un 60% del tráfico en la red móvil del país.

Lo cierto es que nadie se vería beneficiado con una determinación como la anterior. Por el contrario, impactaría directamente en la calidad del servicio prestado por nuestras redes móviles, afectando a todos los usuarios del país. Y es que las tres compañías afectadas prestan servicio tanto a sus clientes, como a los clientes de todo el resto de las empresas de servicios móviles con operación en Chile (OMVs y Roaming Nacional).

Qué paradoja para un país que se ha posicionado como líder en digitalización en Latinoamérica, y que podría pasar, de un momento a otro, a estar en los últimos lugares, entrando a una etapa de completa incertidumbre. Y aún más grave es que una degradación de los servicios de voz y/o de internet a través de las redes móviles golpearía con mayor fuerza a los usuarios que acceden a estos servicios solo mediante sus teléfonos móviles, es decir, aquellos de menores ingresos, o que viven en zonas rurales y que no cuentan con una conexión WiFi en su hogar, aumentando así la brecha digital de los chilenos.

En todos estos meses de discusión acerca del espectro, Movistar Chile ha planteado, con ponderación y espíritu constructivo, su punto de vista en las instancias correspondientes, ante las distintas autoridades de los poderes del Estado. Y hoy creemos, más que nunca, que es necesario profundizar una discusión técnica, responsable y con visión de futuro, en la que se asegure igualdad de condiciones a todos los actores respecto de cuál es la forma más conveniente y beneficiosa para el país de implementar las medidas que han dispuesto nuestras autoridades sobre el espectro radioeléctrico, considerando las crecientes necesidades de utilización de este bien nacional de uso público para el desarrollo digital, y que los chilenos nos demandan, tanto a las empresas privadas como al Estado.

Confiamos en que nuestras autoridades velarán por el bienestar de los chilenos y por el desarrollo digital del país, porque solo si somos capaces de resolver estos desafíos seguiremos avanzando hacia el tan anhelado Chile Digital.

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