José Luis Daza: "El gobierno está al debe en la demora en avances concretos de las reformas esenciales"

15/03/2019JOSE LUIS DAZAFoto: Mario Téllez / La Tercera
15/03/2019 JOSE LUIS DAZA Foto: Mario Téllez / La Tercera

Aunque considera que este primer año de Piñera ha sido mucho mejor que el período inicial de su anterior administración, el economista chileno radicado en EEUU alerta por el tranco de los cambios estructurales que requiere el país. Respalda al Presidente en su manejo de las RR.EE. y por su actuación en el tema de Venezuela.


Como casi siempre, José Luis Daza vino a Chile esta semana en una visita exprés: de jueves a sábado. Esta vez, asistió como expositor al seminario organizado por el ministro de Economía, José Ramón Valente, donde anunció los lineamientos del proyecto Pro Inversión II y que apunta a una batería de medidas microeconómicas.

A un año del cambio de mando y de la llegada de la segunda administración de Sebastián Piñera, el economista chileno radicado en EE.UU. y fundador del hedge fund QFR Capital, mantiene una evaluación favorable del gobierno, pero plantea una alerta: el ritmo al que están avanzando las reformas estructurales. "Ha pasado un año y todavía hay algunas que no conocemos. Bolsonaro lleva un mes en el gobierno y presentó la reforma de pensiones más ambiciosa en 40 años en Brasil", afirma. Y su preocupación tiene que ver con que, a su juicio, "las reformas tributaria y laboral son necesarias para subir el crecimiento potencial de Chile". Advierte que si ello no se logra, "dudo que el país pueda crecer en forma sostenida a más del 3%".

¿El 4% que creció Chile en 2018 lo atribuye al impulso de la economía mundial o es más bien mérito del nuevo gobierno?

-El 2018 fue un mal año para la economía mundial. A excepción de EE.UU., hubo una desaceleración generalizada en los países desarrollados. La confrontación entre China y EE.UU. hizo caer la inversión global. Los mercados financieros tuvieron el año más difícil desde 2013. Argentina y Turquía tuvieron crisis de balanza de pagos. El crecimiento de Chile en el 2018 fue notable, dado el contexto mundial, y lo atribuyo al fin de la incertidumbre que generó el gobierno de la Presidenta Bachelet y al retorno de políticas coherentes.

Pero para 2019 y 2020 las estimaciones de PIB se están ajustando a la baja.

-Economistas en Chile tienen mejor capacidad que yo para analizar el corto plazo, pero a menos que se hagan cambios importantes, dudo que Chile pueda crecer en forma sostenida a más del 3%. El mundo tiene un serio problema de crecimiento. Las tensiones políticas y sociales de Europa y EE.UU. tienen sus raíces en la caída del crecimiento de los últimos 20 años, que se agudizo después de la crisis financiera del 2008. China se está desacelerando marcadamente.

De nuevo, ¿es la mala marcha del mundo la que nos condena a ese crecimiento o son nuestras propias falencias?

-Es la convergencia al crecimiento potencial de Chile, dada la institucionalidad actual. Pero al Presidente Piñera le quedan tres años de gobierno, tiene un equipo económico talentoso y están dando un fuerte énfasis a la microeconomía. Por ahí puede haber sorpresas positivas. Veamos qué reformas proponen.

¿Qué tan relevantes son las medidas microeconómicas para crecer?

-Muy relevantes. Buenas políticas microeconómicas son esenciales para crecer. Determinan la eficiencia de la economía, la capacidad de crecer. Buena macro nos da estabilidad; buena micro nos dará crecimiento. En décadas recientes nos enfocamos en tener la macro balanceada, y nos olvidamos de la microeconomía.

¿Lo que está haciendo el ministro Valente en esta materia, lo considera importante?

- Está enfocado en la identificación de miles de regulaciones obsoletas que limitan al competencia, protegen monopolios y retardan innecesariamente la inversión. Hay claras evidencias de falta de competencia en algunos mercados, de monopolios.

Muchas de las medidas que empujará son pequeñas, a veces poco sexi, pero que en su conjunto son necesarias para dinamizar la economía. Valente está recién empezando pero puede llegar a tener enorme efecto. Esto puede ser uno de los importantes legados de Piñera.

Actuación del gobierno

¿En qué ha estado bien el gobierno de Piñera en este primer año?

-Ha cumplido en mejorar sustancialmente la gestión del aparato estatal, en la restauración de un manejo económico coherente. Creo que este primer año de Piñera ha sido mucho mejor que el primer año de su anterior gobierno. El ministro Valente está desarrollando una interesante agenda regulatoria. La gestión en infraestructura es positiva. Piñera lo ha hecho bien en todo el tema relacionado con Venezuela, aunque le saque urticaria a la izquierda chilena.

¿Y en qué está al debe?

-En la demora en avances concretos de las reformas esenciales. Creo que todavía no es tarde, pero hay preocupación. Ha pasado un año y todavía hay algunas que no conocemos. Bolsonaro lleva un mes en el gobierno y presentó la reforma de pensiones más ambiciosa en 40 años en Brasil. Ojalá nos sorprenda con propuestas ambiciosas.

Pero ya mandó la tributaria, la de pensiones y la reforma al Código de Aguas.

-La laboral todavía no se envía y aún no ha entrado en la definición final de las otras reformas clave que ya partieron su tramitación.

¿Los ve sacando adelante todas estas reformas?

-Las restricciones son principalmente políticas, no de capacidad de ejecución. Da la impresión que el gobierno está buscando la forma de diseñar propuestas que logren tener aprobación de un segmento de la oposición. El riesgo es que, al intentar consensuar el diseño, el caballo puede terminar como camello.

¿Y cómo analiza a la oposición y la forma en que está enfrentando este segundo gobierno de Piñera?

-Obviamente, la oposición está fragmentada. Hay un sector de la izquierda chilena de élite a nivel mundial, tecnocrática, informada, culta en relación a fenómenos mundiales. Muchos de ellos participaron en gobiernos de la Concertación. Lamentablemente, no son los que tienen el micrófono en la oposición.

Hay otra muy provinciana, apasionada, con pocos conocimientos de historia mundial, y pobrísimos conocimientos de economía.

Algunos de ellos parecen tener lo que Moisés Naím llama necrofilia de ideas: amor y deseo por ideas muertas. Pasión por el comunismo, socialismo en sus diferentes vertientes latinoamericanas, por el chavismo. Amor por ideas probadas y fracasadas.

En la reforma tributaria la oposición pide financiar la reintegración del sistema afectando a los sectores de más altos ingresos. ¿Cómo ve esa discusión?

-La veo complicada; estarán negociando con sectores que apoyaron la reforma anterior, una reforma antiahorro y antiinversión, en circunstancias que necesitamos mayor inversión y ahorro. La inversión en el mundo entero está cayendo, lo que está impactando el crecimiento global. Las reglas de lo que constituye un sistema impositivo eficiente son bien conocidas y el sistema chileno actual atenta contra casi todos esos principios. Creo que hay que explorar la viabilidad de mayores impuestos al carbono para compensar. Es una buena medida microeconómica y ayuda a compensar otras bajas de impuestos.

¿Puede ser un proyecto no regresivo y que en paralelo apoye el crecimiento y la inversión?

-Por supuesto que sí. Pero el análisis redistributivo hay que hacerlo en lo que los economistas llaman equilibrio general. Es decir, analizando todas las variables que impactarán los recursos de los sectores más pobres. De hecho, en los últimos 30 años Chile fue uno de los pocos países del mundo que consiguieron mejorar la distribución del ingreso. Se detuvo con las reformas de Bachelet.

En la reforma previsional el gobierno se abrió a elevar la cotización en más de cuatro puntos. Algunos técnicos hablan de llegar a 18%. ¿Se puede hacer ese tránsito sin afectar el empleo?

-Mi impresión es que es importante y necesario aumentar el nivel de imposiciones, pero simultáneamente tenemos que reformar el mercado laboral. Si no lo hacemos, el riesgo de mayor informalidad es alto.

¿El principal desafío del gobierno este año son esas reformas?

-El principal desafío para el gobierno de Piñera en este segundo año es sacar adelante las tres reformas emblemáticas y generar las condiciones para que la economía chilena siga creciendo fuerte en los próximos dos años, de manera de enfrentar así la elección presidencial de su sucesor.

¿Y el mayor riesgo es que no prosperen?

- El principal riesgo de Chile es que nos acostumbremos al crecimiento mediocre. Mediocridad de ambición. En un momento estuvimos entre los países que más crecían en el mundo. Hoy nuestro crecimiento potencial es mediocre. Las reformas tributaria y laboral son necesarias para subirlo. La reforma de pensiones también es indispensable. En el ámbito microeconómico, un esfuerzo mayor en aumentar la participación de mujeres en al fuerza laboral, puede elevar el crecimiento.

¿El país logró esquivar un daño permanente en su desarrollo tras la administración anterior, o la frase "cuándo se jodió Chile" sigue estando latente?

-Dependerá de nuestra capacidad de revertir el daño causado por las reformas de la Presidenta Bachelet y de mantener políticas razonables. Las matemáticas cuentan la historia mejor que yo. Usando datos del FMI, si Chile en los próximos 50 años crece a la tasa que creció en la década antes del segundo gobierno de Bachelet, 4%, el ingreso per cápita será de US$ 78 mil; si crecemos a la tendencia del segundo gobierno de Bachelet, 1,8%, será de US$ 26.500. Los números hablan por sí solos.

¿Más alzas de tasas en Chile?: "Sería muy cuidadoso. No veo la necesidad"

¿Cuánto se ha deteriorado el escenario externo para Chile este 2019? ¿Qué pasará con el crecimiento de EE.UU. y de China?

-El escenario externo será parecido al del año pasado. La actividad mundial algo más débil, pero las condiciones monetarias más favorables.

Europa está completamente estancada; Japón igual; EE.UU. va a crecer menos, aunque sobre el 2%. La Fed está llegando al fin de la política restrictiva. El Banco Central Europeo ya revirtió curso y lanzó nuevos programas de créditos a los bancos.

¿Y China?

-Tenemos que dejar de mirar a China como fuente restauradora de nuestro crecimiento, como fue del 2000 al 2014. China se convertirá pronto en la economía más grande del mundo, pero el gran salto chino ya se dio. El crecimiento chino seguirá disminuyendo y su calidad será peor.

Roubini y otros analistas están pronosticando una nueva recesión global para 2020. ¿Comparte esa visión?

-Los economistas no tenemos buenas herramientas para pronosticar cambios de este tipo, el track record es pésimo. En el 2020 se revierte la baja al impuesto al ingreso (en EE.UU.), lo que puede afectar negativamente. Además, es posible que tengamos un presidente de extrema izquierda, lo que obviamente aumentaría las chances de recesión. No veo grandes desbalances en la economía americana que auguren una corrección y, por ende, una recesión. Pero honestamente no sé hasta cuando pueda seguir esta expansión.

Se sigue prolongando el estímulo monetario en buena parte del mundo, ¿puede eso estar incubando nuevas burbujas?

-No veo burbujas de activos financieros: el año pasado fue malo para las bolsas a nivel mundial, las tasas de interés están bajas porque la economía real del mundo está mal, la política de la Fed en su conjunto, suba de tasas y baja del tamaño de su balance, ha sido bastante restrictiva.

Ante esta desaceleración externa y local, ¿hay necesidad de otra alza de tasas en Chile?

-Yo veo fuerzas deflacionarias en todo el mundo. Salvo las inflaciones patológicas como en Argentina, Turquía o Venezuela, no hay bancos centrales en el mundo que estén presionados subiendo tasas. La tasa real de equilibrio en el mundo colapsó en los últimos 30 años. El Banco Central de Chile ha hecho un gran manejo, pero sería muy cuidadoso en subir tasas. No veo la necesidad.

Viaje de Piñera a Cúcuta: "Gesto valiente, inteligente y que rendirá frutos a largo plazo"

¿Por qué cree que Piñera lo ha hecho bien en materia de relaciones exteriores?

-Está demostrando liderazgo en línea con los valores e intereses del país. Durante los últimos 20 años Chile tuvo una política exterior sobria, seria con el mundo en general, pero bastante débil, anodina, a veces sumisa frente al histrionismo de la izquierda más extrema del continente. En el mundo desarrollado Chile es reconocido como la democracia más exitosa de América Latina, con la economía más desarrollada, pero no ejercimos un liderazgo regional acorde con nuestro prestigio ni fortalezas. El cambio es bienvenido.

Sin embargo, desde la oposición lo acusan de romper con una política de Estado al tomar parte activa en contra de Maduro y que no sirve a los intereses de Chile.

-La debilidad con que Chile respondió a los continuos excesos de los populistas de izquierda no ayudó a nuestros intereses. No generó ningún beneficio a Chile. A pesar de nuestros delicados modales, de Chávez a Kirchner se portaron pésimo con Chile. Chávez vino a Chile diciendo que se quería bañar en una playa boliviana. Rafael Correa, de Ecuador, también apoyó a Bolivia en el tema del mar. Pero tal vez en la acción de mayor agresividad de nuestros hermanos populistas, los Kirchner nos cortaron el gas durante el invierno, generándonos una crisis energética; esto, mundialmente, es considerado casi un acto de guerra. La respuesta que tuvimos fue poner la otra mejilla; perdón, me equivoco, mandamos notas de protesta. En un momento Kirchner y Evo Morales firmaron un acuerdo de gas que contenía una cláusula que prohibía vender gas a Chile; insólito.

¿Pero no se equivocó Piñera al ir a Cúcuta al evento de ayuda humanitaria? Para varios analistas esa iniciativa fue un fracaso.

-Piñera le dio apoyo a Guaidó en un momento crítico, mostrando a los venezolanos que Guaidó no estaba solo. Cada grano de arena aporta. Me pareció un gesto valiente, inteligente, valioso para los venezolanos y que rendirá frutos a largo plazo. Esto va a llevar tiempo, va a ser muy duro y lamentablemente significa mucho dolor para los venezolanos. Solamente alguien superficial puede pensar que un concierto y ayuda humanitaria derribarían a una dictadura enquistada en el poder, dispuesta a matar de hambre a sus ciudadanos, sostenida por fuerzas militares cubanas y con mucho que perder.

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