La esperanza y la poesía en Enade

Desde el estallido social, la frase “Chile cambió” se ha convertido en un lugar común para denominar la desconexión de la élite con los problemas reales que aquejan al ciudadano de a pie. También, y de manera subrepticia, para denominar una sensación de permanente cambio, que algunos denominan “incertidumbre”, donde ya parece que nada podrá sorprendernos.

Hoy en la segunda parte de Enade, tuve el privilegio de moderar el panel “Comprometiéndose con Chile” ante una audiencia virtual de cientos de miles de personas, en que se presentó el resultado del compromiso que se hizo en la primera versión de esta Enade el 11 de noviembre 2021. ICARE y los gremios empresariales llamaron a las empresas chilenas a abordar siete grandes temas que están en el centro del malestar de la ciudadanía y en los cuales las capacidades de la empresa pueden ser puestas al servicio y ser un aporte a su solución: salud, adulto mayor, educación, cambio climático, agua, territorios y ciudades sostenibles y mejores empresas.

Con el liderazgo de ICARE en colaboración con la CPC, el sector privado entró con claridad al debate público y elaboró propuestas a partir de los dolores reales del ciudadano, poniendo lo mejor de sus capacidades para plantear soluciones a los problemas que están en el centro del malestar de la ciudadanía y, ante los cuales, las empresas deben asumir un rol activo.

Estamos acostumbrados a que Enade sea un evento solemne, donde los representantes de la mayoría de las elites del país asisten a sopesar lo que en el lenguaje popular se conoce como “temperatura ambiente”. Es natural que a veces se respire tensión y nerviosismo, en un espacio donde convergen tantos intereses diversos y contrapuestos.

“Chile cambió”, volvió a sorprenderme. La tensión y el nerviosismo fueron inundados, al principio tímidamente, por una sensación de esperanza. Me sorprendí constatando, como el consenso de un diagnóstico común, puede darnos el valor para atrevernos a confiar. Con las razonables y legítimas diferencias, parecía que el sueño planteado por los siete “grupos compromiso” convergía con los objetivos de un Chile justo con oportunidades de desarrollo para todos y para todas.

La guinda de la torta era entregarle al Presidente electo, Gabriel Boric, un documento con la sistematización de estas propuestas y a continuación escuchar su mensaje.

De nuevo otra sorpresa. Un previsible y tedioso discurso del Presidente electo, fue reemplazado por la lectura de un poema de Enrique Lihn sobre la desigualdad y un ánimo de “encuentro en las diferencias”, que muchos creímos sólo un slogan de campaña. La invitación del Presidente Boric a “jugar todos juntos” fue bien recibida, en un contexto en que fue enfático en reconocer que los cambios necesitan ser hechos con gradualidad, responsabilidad fiscal y diálogo. El cierre lo hizo la actriz Patricia Rivadeneira con la lectura de otro poema, de Constantino Kavafis.

Sabemos que una adecuada “temperatura ambiente” es necesaria, pero no suficiente para abordar los enormes desafíos que tenemos como sociedad. Tampoco es suficiente contar con un amplio consenso en el diagnóstico sobre los problemas que nos aquejan. Las organizaciones humanas, llámense sindicatos, partidos, empresas o estados, necesitan un amplio y persistente consenso sobre las herramientas que se privilegiaran para resolver los problemas que arroja el diagnóstico.

Quiero creer que al igual que las legítimas diferencias de intereses contrapuestos, la esperanza puede ayudar en el futuro próximo a encontrarnos en Políticas de Estado, tan necesarias para superar con éxito nuestros actuales problemas.

La autora es Gerenta General de Cadem y directora de Icare