La inflación sube en la eurozona antes de la decisión sobre tasas del Banco Central Europeo

Supermercado en Nice, Francia.

Ante este escenario se espera que el Banco Central Europeo impulse un incremento de un cuarto o medio punto porcentual en la tasa de interés.


La dolorosa inflación en Europa siguió subiendo el mes pasado, lo que aumentaba las dificultades de los hogares y mantenía la presión sobre el Banco Central Europeo para que aprobara otro gran incremento en las tasas de interés.

Los precios al consumo en los 20 países que emplean el euro subió un 7% en abril en comparación con el año anterior, tras un 6,9% en marzo, según dijo el martes la agencia de estadísticas de la Unión Europea, Eurostat. Mientras que, el IPC subió 0,7% respecto al mes anterior.

El incremento sobre los precios de la comida mejoró un poco, a un 13,6% interanual en comparación con el 15,5% de marzo, mientras que los precios de la energía subieron a un ritmo menor del 2,5%.

La inflación subyacente, que excluye los volátiles precios de alimentos y combustible, se redujo ligeramente pero se mantenía alta, a un 5,6%, lo que aumentó las expectativas de que el BCE siguiera adelante con su campaña de controlar la inflación con subidas de tasas. La cuestión era con cuánta rapidez podía moverse el banco.

Los analistas señalaron que la reunión del BCE el jueves en Fráncfort podría terminar con un incremento de un cuarto o medio punto porcentual. Un cuarto de punto sería una subida más moderada que las rápidas intervenciones anteriores del banco, mientras que un alza de medio punto subrayaría las preocupaciones de que la inflación sigue sin reconducirse al objetivo del 2% fijado por el BCE, y que se considera mejor para la economía.

Aunque el ligero descenso en la inflación de los alimentos era una buena noticia, los economistas dijeron que eso se debía en parte a cuestiones estadísticas porque las cifras más bajas anteriores a este brote de inflación ya son más antiguas que la referencia del año anterior, lo que se conoce como efecto base.

Más preocupante era la inflación subyacente, considerada como una medida mejor de la presión del precio en la economía por la demanda de bienes y salarios más altos.

Este brote de inflación comenzó en un principio por los altos precios de la energía asociados a la invasión rusa de Ucrania. Moscú cortó casi todos sus suministros de gas natural a Europa y se temía que la guerra pudiera sacar gran cantidad de crudo del mercado.

El repunte de la demanda tras el apogeo de la pandemia del COVID-19 y los problemas de suministros de piezas y materias primas también jugaron un papel. Pero desde entonces, los factores que impulsaban la inflación se han expandido desde la energía a la comida, y los trabajadores han empezado a reclamar salarios más altos para compensar su reducido poder adquisitivo.

Economistas de UniCredit y Deutsche Bank dijeron que era más probable que el BCE subiera las tasas en un cuarto de punto.

Las subidas de tasas de interés son la principal herramienta de los bancos centrales contra la inflación. Unas tasas más altas aumentan el coste del crédito para gastos de consumo o inversiones de las empresas, lo que reduce la demanda de bienes.

Pero la rápida sucesión de ajustes monetarios del BCE y la Reserva Federal de Estados Unidos ha planteado temores al impacto sobre el crecimiento económico. Estados Unidos aún no ha dejado atrás el miedo a una recesión, mientras que la economía europea apenas arañó algo de crecimiento en los primeros tres meses del año, con un tenue 0,1% de crecimiento en la producción.

Los analistas señalaron que la Fed podría subir las tasas de interés en un cuarto de punto el miércoles, lo que podría poner fin a su serie de aumentos.

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