La tormenta económica perfecta que azota a Cuba

Además de sufrir los embates de la pandemia, especialmente duros para un país dependiente del turismo, ya venía golpeado por el embargo y un reciente retroceso en sus relaciones con Estados Unidos. El ordenamiento cambiario implementado en enero, que forma parte de la transformación de su modelo, vino a complicar más el panorama.


Entre los cubanos hay un consenso, la crisis económica que vive el país es cosa seria. Aunque hay diferencias respecto a cuáles son sus detonantes, lo cierto es que los expertos también coinciden en que son múltiples los elementos que la sustentan y se interponen en que la isla consiga un rebote este 2021, tras la contracción del año pasado estimada por la Cepal en 8,5%.

A los problemas que se arrastran hace años, como el deterioro de su infraestructura y capacidad industrial, previo a la pandemia ya se le sumaba el empeoramiento de sus relaciones con Estados Unidos. El histórico bloqueo de EE.UU. también se menciona como un factor, pero no nuevo. Por su puesto, el coronavirus deja huellas severas en el turismo que califica por lejos con su principal actividad, mientras que la transformación de su modelo socialista “a la cubana”, incluyendo un reordenamiento monetario, vinieron a complicar mucho más el panorama.

“La crisis es tremendamente severa y no tiene precedentes, en términos de la confluencia de factores que la agravan”, sostiene Arturo López Leby, el académico cubano de la Holy Names University de Oakland, California.

La pandemia

Figura entre los elementos en juego el coronavirus, que en términos económicos ha sido particularmente nociva para el turismo. Según detalla López Leby, “en 2019 Cuba recibió 4,2 millones de turistas, en 2020 sintió la caída a partir de marzo y entre la imposición y el levantamiento de restricciones recibió 1,2 millones. En 2021 ha recibido en el primer semestre año solo 122.000 turistas”.

Las consecuencias de la crisis del turismo tiene ramificaciones en toda la economía, dado que según datos previos a la pandemia el sector aporta en torno al 10% del PIB y figura como la segunda fuente oficial de ingreso de divisas, solo por detrás de la venta de servicios profesionales al exterior, actividad que también se ha visto golpeada en el marco de la crisis mundial que aqueja también a los países socios de la isla.

Ese último punto lo destaca Mauricio de Miranda, cubano que hoy reside en Colombia donde es académico del Departamento de Economía de la Pontificia Universidad Javierana de Cali. Desde su punto de vista, el golpe que han recibido esos dos sectores también repercute en una escasez de divisas, algo especialmente complicado para un país cuyo abastecimiento de alimentos depende en más de un 70% de la que importa.

Ordenamiento cambiario

Pero los líos con la moneda no son atribuibles únicamente a la crisis del coronavirus. En enero el gobierno de Miguel Díaz-Canel implementó un ordenamiento cambiario, que eliminó las tasas diferenciadas con las que se cambiaban los pesos cubanos por dólares.

“La unificación cambiaria y la eliminación de la dualidad monetaria eran necesidades sentidas desde hace mucho tiempo y finalmente se incorporaron entre los Lineamientos de Política Económica y Social en 2011, sin embargo, solo se aplicó la unificación cambiaria en 2021 y a una tasa de cambio sobrevaluada, a la que además, el Banco Central no podía asegurar la venta de divisas, como resultado de lo cual se dinamizó un potente mercado negro en el que el dólar estadounidense ha llegado a comercializarse informalmente a más del doble del tipo oficial”, señala De Miranda.

Según su punto de vista, “hay que sumar que la unificación monetaria se produjo al tiempo que se dolarizó parcialmente el mercado, con la creación de tiendas en las que se venden productos escasos y de primera necesidad en dólares a través de tarjetas electrónicas contra depósitos en monedas libremente convertibles”.

La crítica respecto al timing también la comparte Luis Carlos Batista, abogado cubano-americano, quien plantea que “el gran error es que se decidió hacer en un momento crítico para Cuba, cuando no están entrando reservas, hay muchos gastos por el tema de la pandemia, los precios de los alimentos en el mercado internacional se ha incrementado muchísimo”, sostiene.

En este contexto, las dificultades para los cubanos en el día a día se han incrementado en el curso de este año. Además de seguir lidiando con la pandemia, el ordenamiento monetario jugó en contra de su poder adquisitivo, con un alza en los salarios que quedó muy por debajo del aumenta que se observa en los precios.

La inflación, de la cual no se cuenta con datos oficiales, también se habría visto alentada por la falta que se da a nivel estatal, de privados y ciudadanos, quienes hoy enfrentan dificultades para adquirir vienes básicos, desde aseo a alimentos, lo que se suma los ya acostumbrados problemas para obtener combustible y los consecutivos cortes eléctricos.

El bloqueo y otros problemas de antaño

Así, la tormenta económica cubana suma elementos, mientras todavía confronta las dificultades de antaño. Una de ellas es el deterioro del sector productivo, que, de hecho, explica la dependencia de las importaciones. Solo el año pasado la industria se contrajo 11,2% y el agro 12%, según The Economist Intelligence Unit.

Asimismo, la infraestructura, salvo toda la que se relaciona con el turismo, se encuentra en un estado deteriorado, lo que incluye tanto a las obras viales, como aquellas relacionadas con servicios del Estados, como la salud y la educación.

En este ámbito, no deja de haber reconocimiento respecto a la merma que implica para la economía cubana el bloqueo unilateral que le impone Estados Unidos.

“Las sanciones estadounidenses sí juegan un rol importante en la crisis económica de Cuba”, indica De Miranda, quién de todas maneras reclama que “este es un fenómeno que existe hace ya seis décadas y que se arreció con la anterior administración, pero ante lo cual nada puede hacerse excepto que lo decida el Congreso de Estados Unidos”.

Con Estados Unidos las relaciones no han sido las mejores. Aunque la fecunda esperanza tras el acercamiento entre ambas naciones en la era de Barack Obama llevó a que incluso se invirtiera más en el sector de turismo, a la espera de la llegada de los estadounidenses a la Habana, Varadero y otros destinos, el golpe recibido con las restricciones impuesta por Donald Trump no se ha superado.

“Aunque pensamos que con la llegada de Joe Biden podría haber un cambio, lo cierto es que no lo vemos entre sus prioridades. Hay dinámicas internas en Estados Unidos que indican que no va a ser así”, indica Batista.

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