La trastienda del nombramiento de Rosanna Costa a la cabeza del BC

Rosanna Costa

La designación de la primera presidenta del Banco Central el jueves pasado coronó un proceso de intensas conversaciones y negociaciones entre actores claves del oficialismo y del nuevo gobierno. La trama incluyó numerosos mensajes de su sector a Piñera, las gestiones de Boric y Marcel para nominar a Pablo García, el rol de la PGU y una crítica a cómo se manejó todo este episodio.


Cuando el Presidente Sebastián Piñera llamó por teléfono en la tarde del jueves último a la consejera del Banco Central, Rosanna Costa, para anunciarle que sería la primera mujer al mando del instituto emisor en su historia, se cerró un capítulo intenso de conversaciones, negociaciones y presiones que involucraron al gobierno actual, al oficialismo y también a las máximas autoridades de la administración que asumirá el 11 de marzo.

Tras la comunicación de Piñera -desde su lugar de vacaciones- con Costa, el gobierno anunció oficialmente su decisión de nombrar a la economista y exdirectora de Presupuestos a la cabeza del BC por cinco años, en reemplazo del futuro ministro de Hacienda, Mario Marcel, casi dos semanas después de que se confirmara su ingreso al gabinete de Gabriel Boric.

Y si bien tanto el mundo técnico como el político alabaron mayoritaria y transversalmente la designación de Costa, el proceso estuvo marcado por una soterrada puja entre quienes apoyaban a la economista y quienes preferían al también consejero del BC, Pablo García, para ser nominado al mando del ente rector.

La incomodidad tras salida de Marcel del Banco Central

Más allá de los elogios que provocó el nombramiento de Marcel como nuevo ministro de Hacienda de Gabriel Boric, su salida del Banco Central y el manejo de lo que vino después abrieron un escenario complejo y cuestionamientos desde varios sectores.

Mientras un influyente analista lo califica como un error estratégico por considerar a Marcel como el mejor defensor de la autonomía del BC en un momento de fuerte tensión por lo que se discute en la Convención Constituyente, otros acusan la falta de diligencia de Piñera por no nombrar de inmediato a su sucesor a la cabeza del instituto emisor y dar espacio a especulaciones, generando un momento incierto y lesivo para el instituto emisor. “Tras la salida de Marcel, las cosas se podrían haber hecho mucho mejor, haber apurado todos los tiempos -el de su confirmación como ministro, el de su renuncia al BC y el de la designación del nuevo timonel-, y así haber evitado la excesiva politización que se generó respecto del cargo y la tentación de Piñera de haber negociado en forma inédita un nombramiento que era de su exclusiva potestad”, afirma un economista cercano al BC.

Fuentes ligadas al gobierno confirman que Boric comunicó a Piñera su decisión de ofrecerle a Marcel ser parte de su gabinete, al menos dos semanas antes del anuncio oficial del viernes 21 de enero. “Piñera tuvo al menos dos semanas disponibles para haber elegido y coordinado una pronta designación en la presidencia del BC, pero decidió negociar con el gobierno entrante”, añade la misma fuente.

La dilación del nombramiento encendió las alarmas en la centroderecha, en momentos en que, en paralelo, se comenzó a instalar la alternativa del consejero Pablo García para el cargo, empujada por Boric y Marcel. García, economista cercano al PPD, termina su período como consejero en dos años más, lo que abría la posibilidad para que Apruebo Dignidad pudiera designar a comienzos de 2024 al nuevo presidente del Banco Central. Según fuentes conocedoras de las tratativas, el diseño de la administración Boric contemplaba, de preferencia, poner en ese cargo a la economista Andrea Repetto, quien hoy corre con ventaja para llenar el cupo de consejero que dejó Marcel en el BC.

La PGU y la negociación de Piñera y Boric

Las sospechas de Chile Vamos se confirmaron cuando el domingo 23 de enero el propio presidente electo dijo en Tolerancia Cero estar en conversaciones con Piñera. “Hemos tenido en estas cosas un muy buen diálogo con Piñera y espero que se concrete algo de consenso que le corresponderá, por supuesto, anunciarlo a él”, sostuvo esa noche.

Los acercamientos entre Boric y Piñera se dieron en momentos en que el oficialismo y la centroizquierda negociaban dar luz verde a la Pensión Garantizada Universal (PGU), una iniciativa que para el Mandatario actual era clave como legado de su gobierno.

“Durante ese periodo, Piñera estuvo mucho más receptivo a negociar con Boric la llegada de Pablo García a la presidencia del Banco Central, dado que no tenía seguridad de que se aprobara la PGU”, afirma una fuente oficialista, quien asegura, en todo caso, que en ningún momento hubo una decisión tomada sobre poner a García a la cabeza del BC. “En un momento su opción fue mayor que la de Costa, pero nunca estuvo cortado”, ratifica un personero de gobierno.

De ahí en adelante la ofensiva de la centroderecha se intensificó y se comenzó a cuestionar abiertamente la “desprolijidad” de Piñera con el cargo. “Si bien los cupos de consejeros son objeto de negociación política, las designaciones a la presidencia del BC han estado exentas de este tipo de transacciones. Es muy dañino lo que pasó ahí para el BC”, afirma un exbanquero central.

Los actores clave en la ofensiva de la derecha

Los mensajes y presiones a Piñera se multiplicaron y los actores involucrados en la trama también. En el oficialismo aseguran que además de Piñera, los ministros de Hacienda, Rodrigo Cerda, y de la Secretaría General de Gobierno, Jaime Bellolio, tuvieron un papel clave en las conversaciones, además del jefe de asesores del Segundo Piso, Cristián Larroulet, en el análisis del tema. Las contrapartes, en el gobierno entrante, siempre fueron el propio Boric y Marcel.

A la par que subía la demanda de la centroderecha por nombrar a Costa, el gobierno conseguía despachar del Congreso la PGU el jueves 27 de enero. Ambos hechos, dicen en el oficialismo, hicieron perder terreno a la opción de García. Pero ante las dudas que aún tenía Piñera al respecto, señalan, Cerda y Larroulet jugaron un rol importante a favor de la designación de Costa.

Las mismas fuentes indican que desde fuera del gobierno, el senador UDI, Juan Antonio Coloma, el expresidente del Banco Central, Rodrigo Vergara, y el director de Libertad y Desarrollo, Luis Larraín, entre otros, fueron actores relevantes para decantar la decisión final de Piñera. “Hubo mucha gente de centroderecha que envió mensajes a Piñera y a sus ministros”, relata un personero de Chile Vamos.

El llamado de Piñera a Costa

En el oficialismo, el argumento central a favor de Costa siempre fue sus amplios méritos técnicos para el cargo, sumado a su trayectoria y larga experiencia en políticas públicas. Por lo mismo, dijeron, no se podía aceptar un veto que calificaban de político en las razones del nuevo gobierno para preferir a Pablo García, en el sentido de que este era una mejor carta para presidir el BC porque sería más escuchado en la Convención Constituyente.

El llamado de Piñera a Costa el jueves después de almuerzo -que hasta ese momento no había sido contactada por el gobierno por el tema-, zanjó definitivamente la puja al interior del propio oficialismo y con la administración de Boric.

El escenario que enfrentará la nueva timonel del BC

Cercanos al BC sostienen que la tarea de Rosanna Costa y el resto del consejo será de extrema complejidad, ya que le tocará lidiar con una inflación aún alta y una economía que va perdiendo fuerza, uno de los escenarios más complejos para los bancos centrales en el mundo.

Asimismo, deberá enfrentar las tensiones derivadas de los cambios que han propuesto muchos integrantes de la Convención Constituyente a la forma de operar del Banco Central y cumplir con su labor de aportar todos los antecedentes técnicos para el debate, sin entrar al área política. “Es una delgada línea difícil de manejar”, afirma un economista que conoce la interna del BC.

Las mismas fuentes aseguran que su designación debiera mantener el buen ambiente que existe al interior del consejo, donde se ve a Alberto Naudon como un apoyo importante, y que tampoco se debiera dañar el vínculo con Pablo García, a quien se define como “muy institucional”. Lo mismo se plantea respecto a la relación con Marcel como futuras contrapartes. Debiera ser fluida, se indica, ya que comparten una larga trayectoria en las políticas públicas, y un aprecio y respeto mutuo

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