Preparando el terreno

Personas transitan por el centro de Temuco.

Los mecanismos implementados para proveer liquidez, proteger los empleos y apoyar a los más vulnerables son cruciales en esta etapa. Sin embargo, es indispensable pensar hoy mismo qué requiere Chile para que, una vez que pase el temporal, estemos listos para acelerar el crecimiento.


Estamos en medio de la tormenta del coronavirus. Las empresas viven los estragos del aislamiento forzoso y aumentan las personas que pierden el trabajo. Los mecanismos implementados para proveer liquidez, proteger los empleos y apoyar a los más vulnerables son cruciales en esta etapa. Sin embargo, es indispensable pensar hoy mismo qué requiere Chile para que, una vez que pase el temporal, estemos listos para acelerar el crecimiento.

Probablemente varias de las tendencias que vemos estos días se mantengan en el futuro -trabajo a distancia, uso más intensivo de la tecnología, e-commerce creciendo aceleradamente, actividades por acceso remoto- y, ciertamente, precipitan la necesidad de estar preparados para aprovecharlas.

En primer lugar, necesitamos modernizar la regulación para permitir a empresas y personas beneficiarse de las nuevas tecnologías que ya se están aplicando y operar con mayor productividad. Como el internet de las cosas, por ejemplo, que permite conectar dispositivos a la red para monitoreo o medición remota; el uso de big data y machine learning para aprovechar la información disponible y enfocar las oportunidades de negocios; el uso de cloud computing para almacenamiento de datos con mayor rapidez y acceso desde cualquier lugar simplemente con conexión a internet; el uso de blockchain para reducir el riesgo a través de mayor trazabilidad y seguridad, por ejemplo, en sistemas financieros, o actividades como la agricultura y la cadena de suministro. En fin, la regulación debe ponerse al día para permitir modelos distintos de negocios con el uso de la tecnología como eje del emprendimiento. Ejemplos de esto son la ley Fintech o el openbanking.

Sin embargo, es clave para esta nueva etapa, contar con un marco regulatorio que permita la adecuada protección de los datos personales y mecanismos de resguardo en cuanto a la ciberseguridad, dado el mayor número de personas conectadas y la mayor cantidad de datos que fluye por las redes.

En segundo lugar, debemos potenciar la capacitación adecuada de las personas en habilidades digitales. Es inevitable que tendencias que ya venían en marcha y se aceleraron -como la automatización-, generen cambios en las destrezas requeridas. Existen sectores y oficios que van a dejar de existir y surgirán nuevos, para los que debemos estar preparados. Hemos visto en las últimas semanas el uso intensivo de cursos online de distintos tipos. Podemos aprovechar la teleeducación para masificar capacitaciones en los adultos y darles a los niños, por ejemplo, cursos de programación.

En tercer lugar, simplificar los trámites y permisos requeridos para emprender. Optimizar procesos y eliminar requerimientos innecesarios y burocracia que permitan agilizar la creación de nuevos emprendimientos y proyectos de inversión.

Por último, impulsar el desarrollo de infraestructura física y digital necesaria para la optimización logística y que la digitalización llegue a todos los rincones del país con buenos sistemas y conectividad.

Todo esto requiere activar, repensar, adecuar y acelerar proyectos existentes que van en esa dirección, como la firma electrónica avanzada o la reforma a los notarios para permitir trámites digitales a distancia, proyectos pro productividad y programas de transformación digital dentro del Estado. El proyecto pro inversión que está en trámite o la Agenda de Reimpulso Económico anunciada el año pasado van a ser necesarios para reactivar la inversión.

Debemos reencender los motores, siempre teniendo como eje, modernizar la regulación, dar mayor flexibilidad, simplificar trámites para buscar más eficiencia y eliminar barreras de entrada y distorsiones en los mercados para permitir que surja el talento emprendedor.

Chile lleva ya un tiempo en que la productividad dejó de ser uno de los motores que permitió reducir la pobreza y mejorar las condiciones de salud, vivienda y, en general, en la calidad de vida. En estos meses debemos preparar el terreno tal que, una vez pasada la tormenta, aprovechemos las mejoras de productividad evidentes que puede gatillar esta crisis y aceleremos los motores del crecimiento.

-La autora es economista

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