Temporada de fichajes y de un necesario cambio en el "equipo empresarial"


Esta semana se cumplieron dos meses desde que se inició el estallido social en el país y hay algunas cosas que sacar en limpio. Primero, la política en "blanco y negro", tanto de derecha como de izquierda, quedó atrás; es hora de bajar las monocromáticas barreras mentales y caminar hacia los grises, hacia el consenso.

Segundo, la solución no es sencilla, de lo contrario, y aunque parezca obvio, ya tendríamos la respuesta. Los problemas sociales actuales son complejos y la humanidad aún no los ha podido resolver, por lo que estamos en un proceso adaptativo de búsqueda de una solución de ellos. Tercero, la crisis ha puesto en jaque a los antiguos liderazgos y ha instalado una necesidad de renovación. Tal como sucede con los equipos de fútbol en temporada de fichajes, llegó el momento de intercambiar el liderazgo de los "viejos cracks" por nuevas incorporaciones.

Ya hemos visto que nuevas generaciones se están abriendo paso a nivel gubernamental, como la reciente renovación del gabinete con ministros más jóvenes: Ignacio Briones, Lucas Palacios, Gonzalo Blumel y María José Zaldívar en Hacienda, Economía, Interior y Trabajo, respectivamente.

Así como en política, también es necesario un cambio en el "equipo empresarial" de Chile. No solo por un tema etario, sino porque las nuevas generaciones cuentan con la libertad de operar con paradigmas distintos a los de sus predecesores, donde podemos desarrollar capacidades como la escucha activa, la empatía y la creatividad para buscar soluciones más allá de las tradicionales disputas entre izquierdas y derechas.

Sin embargo, antes de dar vuelta la página hay que reconocer a una generación de políticos y empresarios que hoy se empinan por sobre los 65 años que, con su capacidad de diálogo y de llegar a consensos, además de su capacidad de tomar riesgos en inversiones y negocios que generaron empleo, lograron generar décadas de prosperidad sin precedentes para Chile.

De esta forma, en nuestro país se consiguió una de las mayores disminuciones de la pobreza en el mundo, llegando al 8,6% en la última Encuesta Casen, de 2017. La generación anterior logró consensuar un modelo que fue tremendamente exitoso para el Chile de 1980 y 1990, pero que ha llegado el momento de modernizar y renovar dado que, a pesar de su éxito, aún existen profundas debilidades que urge enfrentar.

Como parte de una segunda ola de crecimiento para Chile, debemos construir el "segundo piso" de esta casa, basados en las sólidas fundaciones que dejó la generación anterior, ahora probablemente con un mayor foco en el desarrollo humano, pero sin descuidar nunca el crecimiento, que es la base para financiar los desafíos que debemos enfrentar.

Para esta nueva etapa necesitamos liderazgos renovados, sin las cargas ideológicas del pasado, tanto de uno u otro lado, e insisto, con las capacidades adaptativas necesarias que nos permitan a través de la escucha sincera, empatizar con las distintas visiones y así consensuar los pasos que vamos a dar para el desarrollo de nuestro país.

Las propuestas sobre cómo solucionar los problemas que nos apremian abundan en el mundo. Nuestro dilema no es técnico, es un problema de liderazgo, de definir qué estamos dispuestos a perder a cambio de probar estas nuevas vías, cómo balanceamos los riesgos de buscar nuevas soluciones frente a las pérdidas que algunos miembros de la sociedad temen enfrentar ante cualquier cambio o evolución.

No hay otra manera de hacer frente a estos desafíos que dándonos los espacios para escucharnos y debatir. Un gran avance es la propuesta de diálogo del gobierno, a través del programa "El Chile que queremos" o el proyecto "Deliberación País" de la Fundación Tribu, que busca que un grupo representativo de la población pueda realizar este ejercicio de diálogo de forma sistematizada por medio de un modelo de la Universidad de Stanford, que ha sido probado en más de 100 países y que además puede servir de insumo para la imprescindible discusión política en el Congreso.

Lo mismo deberíamos hacer los empresarios de una forma más activa. Ya estamos viendo algunos representantes de la nueva generación, como Hans Eben y la economista Jeannette von Wolfersdorff, pero hay muchos más que nos debemos sumar.

Mi invitación es a participar de estos grupos de conversación, que nos permitan reunirnos, debatir, escucharnos sinceramente y así buscar aportar con ideas concretas y realistas para las múltiples demandas sociales que estamos y vamos a seguir enfrentando. Y como no solo hay que predicar, ofrezco poner "la casa" para partir, ¿quién se anima?

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