Vittorio Corbo: "Le pongo fichas al país y este gobierno está moviéndose en la dirección adecuada"

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El expresidente del banco central estima un crecimiento del PIB del orden de 3,5% para este año y en su escenario central no ve una recesión mundial en 2020.


El expresidente del Banco Central (BC), Vittorio Corbo, tiene un ojo puesto en el presente y otro en el futuro. Es relativamente optimista de la recuperación que está mostrando la economía chilena y le reconoce un rol a la administración Piñera en eso: "Sin duda que hay mérito del gobierno en el crecimiento de 2018". Pero hacia adelante tiene preocupaciones, y la mayor es solucionar el problema de la calidad de la educación temprana, básica, media y técnica. "Estamos atrasados 30 años" advierte y enfatiza que esa es la llave para poder subirse al nuevo mundo de la inteligencia artificial, de la robótica y de lo digital.

¿Hay mérito del gobierno de Piñera en el crecimiento de 4% con que habría cerrado el PIB en 2018 o es atribuible al ciclo externo?

-No hay un factor único, pero sin duda que hay mérito del gobierno en el crecimiento de 2018. Lo primero que ha ayudado a esta recuperación ha sido un aumento de la inversión más allá de lo proyectado, tras 4 años de caídas. Eso tiene mucho que ver con el repunte de las expectativas de los empresarios y de los consumidores que hubo hacia fines de 2017, cuando apareció la probabilidad alta de tener un gobierno en cuyo radar estaría el crecimiento. Y también ayudó que inicialmente tuvimos una recuperación del precio del cobre. Hay un factor interno importante de esta mayor preocupación por crear un ambiente más favorable al crecimiento y emprendimiento, por disminuir la tramitología en los proyectos.

¿Chile quedó con un daño permanente de la anterior administración como acusan algunos?

-A Chile no hay que venderlo tan barato. Tiene fundamentos tremendamente sólidos. Aquí lo que sufrió fue la tasa de crecimiento, pero el andamiaje central del país se mantuvo en gran parte. Tiene estabilidad de precios, las cuentas fiscales sufrieron un deterioro, pero todavía la deuda es manejable, hemos vuelto a un compromiso año a año para bajar el déficit corregido por el ciclo, tiene un sistema financiero sólido, bien regulado y supervisado, y se acaba de aprobar una ley de bancos donde se les exige más capital y se adoptan criterios más prudenciales respecto al manejo de los riesgos. Los países se destruyen con crisis macro-financieras y en eso Chile está muy sólido. Además, sigue siendo muy abierto al mundo, con acceso a casi todos los mercados, y se han diversificado nuestras exportaciones.

Nos enredamos en lo laboral y tributario, y empezamos a pagar los costos de un auto que iba a 80 km por hora y que cayó a 50 km. Pero el auto sigue bien, no le echamos tierra al motor y una vez que le sacamos las piedras a las ruedas, empezó a moverse de nuevo.

¿Son cosas subsanables entonces?

-El daño permanente puede quedar si no somos capaces de deshacer los enredos que hicimos en la parte laboral. Y lo otro es que con la revolución de las nuevas tecnologías y de la inteligencia artificial, la robótica y la digitalización, ese proceso requiere preparar a la gente para subirse a ese carro. Todos los estudios muestran que el aprendizaje más importante de los niños es el de los primeros 6 años de vida. Frente a eso, hemos gastado los recursos en educación universitaria gratuita, que es lo más regresivo que hay, porque favorece al 20% más rico de la población. Estamos mal preparados para el siglo XXI. Se requiere acelerar el proceso de mejorar la calidad de la educación temprana, básica, media y técnica. Nos olvidamos de las prioridades correctas y eso va a ser un freno por muchos años.

Además del foco en el crecimiento, ¿cuál ha sido el principal cambio de esta administración respecto a la anterior?

-Hay una parte de las reformas que se han presentado y que han tomado tiempo. No podemos tener reformas donde cambiemos cosas cada dos o tres años. Es importante que haya negociación y un acuerdo más global que las sustente. Pero eso significa tomarse un tiempo para su tramitación.

Es el caso de la tributaria, donde aún no votan la idea de legislar…

-Esa es una reforma muy necesaria, porque la anterior fue muy precipitada, no recaudó lo que se pensaba y deterioró los incentivos a la inversión, el ahorro y el crecimiento, junto con elevar los costos de cumplir con el sistema tributario. Es mejor que se haga como ahora, con negociaciones con los cuadros técnicos de los partidos, además del Congreso. Llegar con algo que sea favorable para el país y más estable y permanente, porque la inversión responde a los incentivos de largo plazo, al menos de 5 a 10 años. Eso hay que trabajarlo y consensuarlo.

Pero para la oposición la reintegración del sistema es regresiva y la recaudación de la boleta electrónica no compensa.

-Primero, celebro que haya más conciencia que la integración tiene una gran ventaja y que exista piso político para avanzar en esa dirección. La progresividad hay que lograrla a través del impuesto a la renta y de transferencias. Es importante que haya convencimiento de que el proyecto es neutral en materia de recursos y para eso se deben hacer los números. Si existen dudas sobre la recaudación de la boleta electrónica hay que satisfacer esas dudas y parte de ello es buscar otras fuentes de financiamiento. Hay cosas compensatorias como el fin de la renta presunta, e igualar el impuesto al diésel con el de la gasolina, gradualmente.

¿Y subir el impuesto a las personas en su tramo más alto, de 35% a 40%?

-Eso puede crear sus propias distorsiones.

Si se creció en 2018 más del doble que 2017, ¿por qué hacia fin de año se instaló un desánimo?

-Hubo varias cosas para ese desánimo. Primero, la preocupación por la economía internacional. Después de bastante dinamismo durante el primer semestre, se produjo una desaceleración y ahora tenemos un viento en contra en Europa y China sobre todo, pero además riesgos importantes. En cuanto a lo interno, a lo mejor parte de la caída de expectativas, tanto de las personas como de las empresas, tiene que ver con que se pensaba que las reformas se cambiaban de un día para otro. Tal vez se subestimaron los tiempos. Hay que ser conscientes que uno no puede hacer muchas promesas porque hay que negociar y eso lo hace más lento.

¿Hubo sobreexpectativas respeto de los logros del gobierno?

-Puede ser. Pero también hemos tenido otros shocks. En la construcción se han cuestionado permisos de edificación que ya estaban aprobados, lo que crea una tremenda incertidumbre.

¿Qué tan profunda será la desaceleración en la que estamos y en qué pie nos deja para 2019?

-Este año vamos a crecer del orden de 3,5%, lo que evidencia que no es tan profunda la desaceleración. Mientras, la economía mundial va a perder 2 a 3 décimas respecto de lo que pensábamos que iba a crecer en 2019, que era cercano a 3,8%.

¿Cuál es la amenaza más importante para el desempeño económico de este año?

-Veo dos amenazas internacionales importantes para 2019. La primera es que las tensiones entre EEUU y China, que van mucho más allá de la parte comercial, sigan expandiéndose. El otro riesgo es que China se desacelere más de lo previsto. La economía china ya venía perdiendo dinamismo por decisiones internas correctas, pero al mismo tiempo vino el shock por las tensiones con EEUU. La gente sigue pensando que los chinos siempre sacan un conejo del sombrero y se acomodan. Esta vez parece que no hay muchos sombreros. El escenario benigno sería un crecimiento entre 6% y 6,2%, y el no benigno que se vaya a 5,5% en 2019. Ya el 6,4% -6,5% de 2018 va a ser la tasa de expansión más baja en 20 años.

¿Le cree a la actual tregua comercial entre EEUU y China?

-La tregua es parte de la historia, pero tienen que negociar todo el resto de las cosas. Igual creo que lo más probable es que se llegue a algún tipo de entendimiento, aunque van a seguir las tensiones. Con ello, EEUU va a perder dinamismo, pero me cuesta pensar en un evento mayor. En 2019 va a crecer entre 2,3% y 2,5%, después de haberse expandido cerca de 3% en 2018. Además, la Fed está mucho más consciente de que a lo mejor no es necesario subir la tasa tanto como lo tenían pensado en diciembre, con dos movimientos este año y uno más el próximo. Yo creo que vamos a terminar con una tasa más cercana al 3%, con lo cual habrá dos alzas más y no tres. La primera la veo de junio en adelante.

Hay quienes anticipan una recesión mundial para 2020.

-Las probabilidades de una recesión en 2020 no son tan bajas, pero en el escenario central sigo pensando que la economía mundial va a tener un crecimiento decente, de 3% para arriba.

En Chile, en materia de inversión, ¿veremos otros sectores como construcción creciendo más rápido?

-Dada la debilidad que sigue mostrando el mercado laboral, el consumo va a seguir con un crecimiento lento, entre 3% y 3,5%, versus 3,6%-3,7% del año pasado. Veo una oportunidad importante para la inversión una vez que pase la reforma tributaria, que además contiene la depreciación acelerada e instantánea en algunos casos. Puede volver a crecer entre 6% y 7% si se aprueba la reforma tributaria y con depreciación instantánea.

Con ese avance en inversión, ¿es posible que el desempleo baje algo o seguirá en torno a 7%?

-Puede caer algo más para estar entre 6,5% y 6,8%. Se está recuperando la construcción y ese sector crea mucho empleo, aunque contra eso vemos al comercio que despide empleo.

Aparte de modificar las reformas del gobierno anterior, ¿cuál es la otra demanda infaltable que usted le hace a esta administración?

-Solucionar el problema de la calidad de la educación temprana, básica, media y técnica. En eso estamos atrasados 30 años. Si hoy estamos preocupados de la distribución del ingreso y de la igualdad de oportunidades, en 10 a 15 años va a ser peor, porque la gente que tenga la capacidad de adaptarse al nuevo mundo va a avanzar y el resto se va a quedar abajo, lo que extremará las diferencias. Creo, además, que en esa área es más fácil llegar a consensos.

¿Cuál es el principal peligro que ve para el gobierno?

El principal riesgo no solo para este gobierno, sino que para el país, es que la clase media se comience a frustrar con respecto a su calidad de vida futura y la de sus hijos, y le abra la puerta al populismo, ya sea de izquierda o de derecha. Lo importante es trabajar para que ese escenario tenga una probabilidad cada vez más baja y para ello debemos crecer al menos entre 3% y 4%. Insisto, no vendamos tan barato a Chile. Tenemos instituciones sólidas y debemos ir arreglando los problemas. Le pongo fichas al país y este gobierno está moviéndose en la dirección adecuada. P

"Soy férreo partidario de la autonomía del INE"

¿Valida el estudio del BC sobre el mercado laboral, que da cuenta de un mayor incremento del empleo de lo que reporta el INE?

-Esa evidencia preliminar va en la dirección correcta. El problema básico, que también lo ha reconocido el INE, es que en Chile estamos midiendo el empleo utilizando el Censo de 2002. Eso genera un problema de composición de la fuerza de trabajo y también de cómo pasábamos de cifras de muestra a cifras poblacionales. Estábamos usando un factor de expansión del 2002, cuando el país ha tenido un cambio notable en estos últimos 16 años. Como el BC tiene que entender los equilibrios macro para decidir cómo navega, tuvo que hacer su propia investigación para ver por qué si la economía estaba más fuerte, el mercado laboral seguía débil. Así, puso el dedo en la llaga identificando en parte el problema y su dimensión.

El INE está próximo a actualizar sus cifras de empleo, pero economistas como Rodrigo Valdés y José De Gregorio, entre otros, mostraron reparos y pidieron una comisión que acompañe el proceso.

-Está haciendo bien el INE en avanzar y cuando salgan las cifras tiene que documentar la metodología, sobre todo después de estas aprensiones. Ahí juzgaremos. Si la metodología no es correcta, hay que decirlo. Que sea muy transparente y que no entregue solo cifras. Pero no necesitamos una comisión para actualizar cada estadística.

¿Es partidario de usar los registros administrativos en la información estadística del país?

-Los registros administrativos se usan en todo el mundo. Poseen mucha información, pero se debe estar consciente de sus limitaciones. Por ejemplo, los registros administrativos de las AFP se refieren solo a los participantes del mercado laboral formal y que cotizan. Es una fuente de información a cruzar con otras.

¿Y quién debe consolidar esa información? ¿El INE?

-Sí, pero un INE 2.0 que sea autónomo, con un consejo y un personal con una capacidad técnica superior.

Pero tanto el gobierno como el director del organismo le han restado importancia al proyecto de un INE autónomo.

-En algún momento se pensaba que la autonomía del BC no era tan necesaria y lo mismo con el Consejo Fiscal. Se ha aprendido que las instituciones son muy importantes, les dan estabilidad a las políticas y mejoran su diseño.

¿Es partidario entonces de darle prioridad a ese proyecto?

-Soy férreo partidario de la autonomía del INE y me gustaría que avancemos más rápido en esa dirección. Acudí al Congreso a dar mi opinión sobre el proyecto que presentó en su primera administración el Presidente Piñera. Y espero que no se estanque por ahorrar dos pesos. Hay que considerarlo una inversión país. Para el nivel de desarrollo que tiene Chile, requiere destinar más recursos a medir mejor las variables. Es un bien público que incide en las decisiones de los privados y de los diseñadores de políticas públicas. Miremos lo que hacen Canadá, Australia, EE.UU.

¿Quedó conforme con la ley que crea el Comité Fiscal Autónomo?

-Va en la dirección correcta. Es autónomo para hacer su trabajo de monitorear no solo el cumplimiento de las metas fiscales, sino también la sostenibilidad de las finanzas públicas. Pero tampoco puede pasar sobre el sistema público y decirle al gobierno lo que tiene que hacer. El diseñao de la política fiscal siempre tiene que ser del Ejecutivo. Me gusta, eso sí, que informe al Congreso, lo que quedó en la ley.

¿Pero es una real contraparte de Hacienda?

-Hoy no hay ninguna. Las cifras solo las entiende la Dipres. Ahora tendremos un ente autónomo para evaluarlas y cuyos consejeros no podrán ser removidos por el gobierno de turno.

Alza de tasas

¿Qué implicancia tiene para el BC el escenario de un crecimiento más lento en 2019?

-El BC chileno, al igual que la Fed y el Banco Central Europeo, tiene que ir calibrando cómo el viento en contra del último tiempo afecta el dinamismo de la economía y las proyecciones de inflación. La actual TPM aparece muy baja respecto a cualquier estimación de una tasa neutral, con lo cual lo más probable es que el BC tenga que seguir retirando algo de estímulo monetario. Pero ese retiro es hoy mucho menos inminente que hace dos meses, por la desaceleración que hemos tenido afuera. Yo creo que el BC va a ser mucho más cuidadoso, con solo dos o a lo más tres subidas adicionales de tasas en el año.

Mayoritariamente se espera para fines de enero la primera de ellas, ¿lo comparte?

-Concuerdo con el mercado que el escenario más probable es que haya un alza en enero, para asegurarse que la inflación subyacente no tome más fuerza. Pero no descarto que se postergue por todos los ruidos que hemos tenido afuera. Y si el BC la sube en enero, la segunda será solo avanzado el segundo semestre.

-Y a ese ritmo, ¿cuándo se volvería a una TPM neutral?

-Habrá que ir mirando. Hace un rato me planteaba que hay gente que prevé una recesión mundial en 2020, entonces hay que esperar a tener más información. No veo a la economía creciendo muy por encima del crecimiento potencial en los próximos trimestres.

¿La tasa neutral hoy en Chile está más cerca de 4% o de 4,5%?

-Del 4%.

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