En la famosa serie The Last of Us de HBO Max la humanidad se ve afectada por un hongo que convierte a las personas en zombies y muertos vivientes. Aunque la serie es de ficción, el hongo en el que se basa la producción sí existe y se llama Cordyceps.

Los Cordyceps son un tipo de hongos que con sus micelios toman el control del sistema muscular de insectos, como cucarachas, arañas, hormigas, mariposas o escarabajos, y los convierten en sus marionetas, es decir, el insecto pierde su autonomía y “responde a las indicaciones del hongo”, que lo obliga a acercarse a algún sustrato conveniente para su reproducción.

En la serie, este hongo muta debido a la temperatura y se vuelve capaz de contagiar a las personas y tomar el control del huésped que habita. Sin embargo, y a pesar de que en la actualidad es complejo que pueda ocurrir, tanto infectólogos como la misma OMS, levantan la voz.

Michel Serri, infectólogo de Clínica Dávila comenta que, a pesar de que la serie no corresponde a lo que puede pasar en la realidad, “los hongos siempre han sido patógenos relevantes dentro de las infecciones, principalmente en los pacientes con defensas bajas, inmunodeprimidos, donde infecciones simples cutáneas o portaciones de hongos pueden hacerse invasivos y generar infecciones sistémicas que incluso pueden llevar a la muerte”.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró en un informe de octubre de 2022, que considera los hongos patógenos una “amenaza importante” para la salud pública y que las infecciones por hongos «han aumentado significativamente» entre los pacientes hospitalizados durante la pandemia de Covid-19.

A nivel mundial, los hongos son responsables de la muerte de 1,7 millones de personas al año, según la OMS. También provocan más de 150 millones de infecciones graves, que suelen afectar a personas con el sistema inmune débil.

Hongos

Ricardo Rabagliati, infectólogo de UC CHRISTUS, señala que los hongos afectan principalmente a pacientes con cualquier tipo de inmunosupresión. “Las personas que están críticas en la Unidad de Cuidados Intensivos pueden tener infecciones por hongos, personas muy inmunocomprometidas como las trasplantadas, personas con cáncer o que tienen alteración de su inmunidad o personas diabéticas”.

Variaciones de temperaturas

Las amenazas fúngicas crecen día a día. Rabagliati sostiene que en parte por el número creciente de personas inmunodeprimidas, es decir, con el sistema inmune debilitado: " A medida que la población envejece aparecen más enfermedades crónicas”.

Pero también, el cambio climático es una amenaza. En la serie explican que Cordyceps se ha adaptado al fenómeno. y por eso logra infectar a los humanos. Y en la realidad existe evidencia que avala esa teoría.

“Hay algunos datos que muestran que efectivamente las variaciones en las temperaturas pueden estar favoreciendo la emergencia de algunos hongos y también la distribución de ciertos hongos que están en ciertas áreas geográficas, más bien restringidas, están ampliando su área de distribución”, añade Rabagliati.

Si bien el cambio climático podría generar hongos más resistentes y quizás puedan colonizarnos en un futuro, este proceso evolutivo llevaría mucho tiempo, y probablemente el verdadero problema sería el cambio climático, no los hongos.

Pero no todos los hongos son una amenaza para el ser humano. De las cerca de cuatro millones de especies de hongos, los científicos únicamente han identificado 300 como patógenos humanos capaces de causar enfermedades.

En el informe del año pasado de la OMS se publicó una lista de patógenos fúngicos prioritarios y calificó 19 tipos de hongos que amenazan la salud humana y que deben ser vigilados de cerca.

Cryptococcus neoformans, Aspergillus fumigatus, Candida albicans y Candida auris fueron los cuatro hongos de importancia crítica que entraron en la “lista negra” de patógenos fúngicos publicados por la OMS. Especies asociadas a enfermedades graves como la meningitis, infecciones de distintos órganos y sistémicas y a la resistencia a los antimicóticos, este último, un fenómeno de creciente preocupación global.

Vigilancia de las enfermedades

La resistencia a los antifúngicos es uno de los aspectos de mayor preocupación global. Esta propiedad puede estar asociada a capacidades específicas de cada especie de hongo, como es el caso de Candida auris (tipo de levadura), pero también puede desarrollarse por el uso indiscriminado de los pocos antifúngicos existentes.

Tal es el caso de los azoles, fármacos que se utilizan como antimicóticos en humanos, pero también en la agricultura, por ejemplo, para el control de Aspergillus fumigatus, que vive en ambientes de prácticamente todo el mundo.

El hongo Aspergillus fumigatus, de prioridad crítica, puede provocar infecciones respiratorias como la aspergilosis y ha presentado mutaciones en algunos de sus genes y muchas de ellas se relacionan con la resistencia a los antifúngicos que se ocupan en la agricultura.

El problema es que esta resistencia desarrollada en la agricultura también afecta a los tratamientos que se ocupan en humanos, especialmente en pacientes inmunocomprometidos. Este fenómeno, conocido como resistencia cruzada, implica que si el paciente desarrolla una infección por este hongo, que se hizo resistente a los azoles por su utilización en la agricultura, se puede hacer resistente a los azoles utilizados en humanos y no habrá con qué tratarlo.

Es por esto que la OMS recomienda a los países mejorar su vigilancia de las enfermedades fúngicas y su capacidad de diagnóstico de dichas infecciones. Además mejorar los sistemas sanitarios y demanda el acceso universal a estas pruebas diagnósticas y terapias antifúngicas.

Rabagliati comenta que “es un área que no se le ha dado tanta profundidad, recién el año pasado la OMS ha enlistado la prioridad de las infecciones por hongos a las que debería dedicarse más recurso, vigilancia, investigación y diagnóstico. Por lo tanto, dentro de todas las infecciones, los hongos no están todavía en el nivel de dedicación que deberían estar”.

Es posible que los hongos no nos conviertan en zombis ni haya una catástrofe, pero pueden causar muchos más problemas de los que pensamos.