Una amiga que lleva muchos años viviendo lejos de su familia y amigos, me dijo: "A mí las plazas de barrio me salvaron. Ahí conocí a mis vecinos; y mis niños, a sus primeros amigos. Ellos corrían y jugaban, mientras yo tenía un rato de tranquilidad".

La semana pasada, el New York Times difundió un estudio británico publicado en Nature que indica que pasar dos horas a la semana en un espacio natural basta para mejorar la sensación de bienestar de las personas. Hace casi un año, la Universidad de Pennsylvania publicó un estudio sobre los efectos positivos en la salud mental de las personas al recuperar espacios residuales y transformarlos en áreas verdes urbanas.

Cada cierto tiempo leemos algún estudio sobre la importancia que tienen las áreas verdes para la calidad de vida de las personas. A veces, da la impresión de que es posible encontrar evidencia científica para argumentar casi todos los beneficios que éstas tienen para mejorar la calidad de vida de todos y todas en las distintas etapas del ciclo vital. Tan así es, que pareciera ser que el puro contacto con áreas verdes influye positivamente en muchas problemáticas bastante críticas para las personas, desde la obesidad hasta los problemas de salud mental, pasando por enfermedades cardiovasculares, diabetes, asma y un largo etcétera.

La pregunta es: ¿por qué las áreas verdes parecen incidir de manera positiva en la calidad de vida de las personas? Obviamente no es algo fácil, ni tampoco hay sólo una respuesta correcta. Sin duda que la generación de oxígeno, la regulación de temperatura, los efectos en el ruido, entre otros, inciden. Pero un factor muy relevante también está explicado por los beneficios sociales que tienen las áreas verdes y cómo aumentando nuestras posibilidades de encontrarnos con otros, caminar por senderos, correr, jugar a la pelota o sentarnos en un banco a descansar, también aumentan las posibilidades de tener una calidad de vida mejor y así una mejor salud.

Lamentablemente, muchas de nuestras plazas no cumplen con los estándares mínimos para que todos esos beneficios se hagan patentes en la vida de las personas. Tenemos espacios sucios y con mobiliarios en mal estado; árboles y plantas sin los cuidados necesarios para transformarse en un aporte para el ecosistema; y espacios que no fueron diseñados en función de las reales necesidades de quienes los habitan, por lo que quedan en desuso, se transforman en espacios inseguros y cuyos usos negativos generan sólo riesgos y ningún beneficio para las comunidades.

En este marco, las acciones políticas, ciudadanas y académicas orientadas a la generación de nuevas áreas verdes, ya sean plazas o parques, tienen impactos profundos en todas las dimensiones de la vida incluida la salud física y mental. Alcaldes comprometidos con la mantención de sus áreas verdes, gobiernos regionales orientados a generar plazas de barrios con diseños de calidad y sustentables en el tiempo, vecinos implicados en su cuidado y uso, son la clave para que el acceso a áreas verdes sea efectivamente un determinante social de la salud indiscutido para todos.