Chile más allá de la caricatura


Nuestra sobrevivencia, por estos días, parece depender de nuestra capacidad de distanciarnos de los demás. Sin embargo, para sobrevivir, debemos adaptarnos y hacernos parte de diversos acuerdos colectivos que, a todas luces, terminarán por configurar una nueva manera de ser, estar y habitar.

En ese sentido la democracia, tal como la conocemos, vuelve a mostrarnos sus limitaciones, con la tecnología como una de las principales herramientas para ampliar y perfeccionar su funcionamiento, trayendo de vuelta el valor de la opinión individual, pero quedando expuestos a sus diversas facetas. Si bien la tecnología de redes afecta a la democracia en tanto permite fortalecer fanatismos y debilitar el diálogo, al mismo tiempo ofrece un gran potencial para satisfacer la participación ciudadana, distribuir poder, representar la diversidad y modernizar las instituciones.

Si el principal desafío de nuestra compleja sociedad es aprender a habitar la incertidumbre y encontrar una nueva referencia de equilibrio, ¿cómo ponemos sobre la mesa la opinión de millones de individuos que necesitan pertenecer, ser escuchados a la hora de definir nuevos contextos y escenarios? O más aún, considerando las limitantes sociales propias de la pandemia, ¿cuáles son los instrumentos para conseguirlo?

Es precisamente en esa intersección donde nace el Proyecto Diálogos, el cual busca emular, a través de la tecnología, la mejor herramienta que el ser humano ha construido a la fecha para conseguir acuerdos: el diálogo, esa capacidad de transmitir información empáticamente entre un emisor y un receptor, y viceversa.

El estudio logró capturar miles de horas de conversación con habitantes de todo el país a través de Diálogos Inteligentes -llamadas telefónicas lideradas por un robot cognitivo que interactuaba de manera natural con las personas- con preguntas abiertas, donde el objetivo es dejar que las personas expresen lo que piensan y sienten sobre un tema, sin plantear alternativas binarias de Sí o No, ni preguntas con respuestas de selección múltiple que guían, sesgan, y a veces ocultan lo que las personas pueden estar pensando sobre un tema en particular.

Está demás insistir en que una de las razones que gatillan crisis políticas, similares a las que atravesamos en la actualidad, es la desconexión entre las demandas u opiniones ciudadanas y las acciones concretas de los gobiernos de turno y sus representantes. Si agregamos las escasas instancias de participación que particularmente se dan en una sociedad como la nuestra, donde además, el porcentaje de participación en aquellas instancias formales (elecciones para cargos de representación popular) han venido cayendo desde la década de los 90 en adelante, se configura un cuadro que termina por perpetuar las dinámicas y prácticas que determinan nuestra actual situación.

Foto: Agencia Uno

Consultados sobre qué pensamos y sentimos sobre el futuro, y gracias a esta tecnología, cada respuesta de los más de 15.000 ciudadanos que participaron aportó en la construcción y comprensión de nuestra imagen del futuro. Cada una da cuenta de los miedos y esperanzas que abrigamos en el mañana, pero al mismo tiempo reflejan el sentir de hoy, y en su conjunto nos permite reconocernos y sorprendernos en esta tensión entre lo que somos y lo que creemos y queremos ser.

En tiempos de gran polarización y simplificación de las ideas, como efecto de las burbujas de información y el contexto social, Diálogos entrega un mapa de la complejidad que nos constituye. La noción de que la gente está 100% convencida de algo y en contra de otra cosa es una percepción potenciada por las dinámicas de redes sociales y por la superficialidad de la conversación pública.

Nuestros hallazgos demuestran que lo anterior sólo se corresponde con una caricatura de quienes somos. Las personas piensan de manera más compleja, e incluso de forma no lineal, como por ejemplo: una de cada cinco personas que expresa sentimientos de esperanza frente al futuro también manifiesta sensaciones de miedo o incertidumbre; o bien, una de cada tres personas mencionó querer un futuro “más justo”, apelando a una mayor igualdad para todos, donde también, en otro tercio, se expresó derechamente querer un futuro con más “tranquilidad, paz y armonía”.

La visión de futuro y nuestras decisiones del presente deben ser un reflejo de lo que pensamos y sentimos. Una democracia sana propiciará las condiciones para que eso suceda. Y aunque la tecnología no superará por si sola todos nuestros problemas, bien podría mostrarnos nuevas maneras de solucionarlos y hacer frente a una realidad cada vez más incierta, pero a su vez expectante.

Confiamos en que los resultados obtenidos puedan alimentar no sólo valiosas investigaciones sobre nuestra sociedad sino, y sobre todo, múltiples conversaciones para Chile en un momento en que estamos siendo convocados a reflexionar hacia nuevas comprensiones.

*Director Proyecto Diálogos, Director Ejecutivo Fundación Encuentros del Futuro (FEF)

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