La araña de rincón (Loxosceles laeta) es la más peligrosa de su género. Habita en Chile en todo tipo de viviendas, ya sea rurales o urbanas, y principalmente desde la Región de Arica y Parinacota hasta la del Biobío, aunque también con presencia en otras regiones del sur.

Suele esconderse en grietas y rincones de difícil acceso cuando se siente amenazada y su mordedura produce un intenso dolor que puede producir reacciones sistémicas severas e incluso la muerte. La araña de rincón es la que tiene mayor distribución en Sudamérica, y a pesar de que en Chile existe un tratamiento general estándar para la sintomatología asociada a su mordedura, no cuenta con herramientas complementarias específicas y de aplicación inmediatamente luego de la mordedura.

Según datos proporcionados por el Centro de Información Toxicológica de la Pontificia Universidad Católica de Chile (CITUC), entre 2018 y 2022 se produjeron 534 casos de exposición a mordedura de araña de rincón en humanos a nivel nacional.

Este tratamiento estándar incluye poner hielo sobre la zona afectada porque el frío inactiva el veneno y retarda o evita la aparición de los síntomas. Luego, acudir al servicio de urgencia. Además, en lo posible, capturar, fotografiar o filmar a la araña para permitir su identificación.

Sin embargo, no hay un tratamiento específico, especialmente después de la mordedura. Es por esto que un grupo de investigadores de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Concepción, en conjunto con académicos de la Universidad Arturo Prat y la Universidad de Antofagasta, se encuentran trabajando en el desarrollo de un coayudante capaz de lograr un efecto local y general (a nivel celular) en el sitio de la mordedura.

Loxosceles laeta, araña de rincón. Foto: Universidad de Concepción.

La idea nació en 2015, cuando Marcia Avello, químico-farmacéutica de especialidad en farmacognosia y fitoterapia, se dio cuenta mediante una observación de la medicina tradicional que existían extractos de plantas -que por ahora mantienen en secreto- que servían para reducir el loxoscelismo, el cuadro tóxico producido por el veneno inoculado de la araña.

Desde entonces, Avello formó un equipo para traspasar esa información de la medicina tradicional al método científico realizando estudios in vitro, es decir, que se realizan fuera de un organismo vivo y normalmente en tejidos, órganos o células aisladas.

“Es una primera etapa, pero esta etapa in vitro da mucha información porque realmente estamos viendo un potencial coayudante al tratamiento convencional que se le da a este accidente a través del Ministerio de Salud. Hablo de una medida de auto atención en casa, en que el afectado pueda recurrir a este coayudante que impide o disminuye los efectos dañinos sobre los tejidos y que pueda llegar al servicio de urgencia de forma más segura”, comentó la farmacognosta y fitoterapeuta.

Los científicos aún no saben si este producto final será una crema, una loción o alguno similar.

Este tratamiento recibe el nombre de coayudante porque no quiere reemplazar el tratamiento convencional, sino que busca ser “una solución tecnológica en casa a un problema que hasta ahora no tiene medidas paralelas”.

Según CITUC, el 80% de los casos de exposición a mordedura de araña de rincón ocurrieron en el entorno doméstico y alrededores, el 62% del total de eventos ocurrieron en la región metropolitana, el 7,1% en la región de Valparaíso y el 5,1% en el Biobío. Además en el 93% de los casos, los pacientes presentaron síntomas clínicos, lo que hace necesario contar con herramientas complementarias específicas y de aplicación inmediatamente posterior a la inoculación cutánea del veneno.

“En este momento lo que estamos haciendo es describir y establecer los extractos de estas plantas medicinales que son efectivas y seguras, y dilucidar el mecanismo de acción para luego poder, si encontramos financiamiento, ir a un modelo biológico más complejo que podría ser, por ejemplo, un modelo animal”, indicó Avello.

Imagen referencial.

Lo que han observado hasta ahora se llama inhibición enimática, y en palabras simples Avello explica que, el veneno de la araña posee unas proteínas pequeñas llamadas enzimas que atacan estructuras vitales de las células. Lo que hacen los compuestos de estas plantas es evitar que estas enzimas ejerzcan ese efecto dañino sobre las estructuras celulares, sobre todo las proteínas de membrana. O sea, evitan que las células se destruyan, dando más tiempo al personal de salud para actuar.

Actualmente en Chile no se ha desarrollado un tratamiento para la mordedura de araña de la especie chilena (Loxosceles laeta), por lo que cuando ocurren casos graves, Avello explica que se recurre a países vecinos que sí tienen sueros desarrollados para las especies endémicas de aquellos países.

“Lo que se hace es una limpieza quirúrgica, y si es un caso muy grave mantener las funciones vitales. En el fondo el paciente lucha solo con todas las defensas que tenemos, y lo demás es un apoyo vital. Por lo que este coayudante significaría una tremenda ayuda para evitar que el daño que hace este veneno sea mayor y se distribuya a nivel orgánico en forma tremendamente peligrosa”, comentó Avello.

Ahora, el equipo busca financiamiento para seguir con las pruebas y lograr desarrollar un antídoto de calidad que sirva como tratamiento en casa para disminuir el daño que provoca la mordedura de araña de rincón en Chile.