El Día de la Tierra tiene su origen en la primera marcha masiva de demandas ambientales ciudadanas en 1970 en Estados Unidos. Este acto en defensa del Planeta y la Madre Tierra, posibilitó incluir en el espacio político norteamericano un día oficial para la agenda ambiental, a iniciativa del senador y activista ambiental Gaylord Nelson y acelerar la creación de la Agencia de Protección Ambiental ( Environment Protection Agengy -EPA). Años después, en la primera Cumbre de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano (Estocolmo 1972) se crearía el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y el Día Mundial del Medio Ambiente. Actualmente las reflexiones, discursos políticos, manifestaciones ciudadanas y agenda comunicacional en el Día de la Tierra, a nivel mundial, son muy diversas, abarcando desde el marketing de bienes y servicios con un sello de " lo natural", hasta marchas masivas de demandas políticas y espacios de toma conciencia sobre donde estamos parados , y …como estamos parados. Aunque en Chile, el Día de la Tierra, estará cargado con el próximo evento de la COP 25 y los desafíos climáticos, creo importante mirar "tierra adentro" y evaluar cómo estamos por casa. Los desafíos ambientales más críticos que sufre Chile son la inseguridad y escasez hídrica, lo cual hoy afecta dramáticamente a todo el norte y centro del país y la sufren las poblaciones rurales, y la contaminación atmosférica, que afecta principalmente a las poblaciones urbanas.

La contaminación del aire en nuestro país es el mayor problema ambiental en Chile por la gran cantidad de población afectada. La percepción ciudadana es certera al respecto. En la última Encuesta Nacional del Ministerio de Medio Ambiente (2018) los chilenos priorizaron la contaminación del aire como el "principal problema ambiental que lo afecta a Ud.". Actualmente casi todas las grandes ciudades del país están saturadas por uno o más contaminantes atmosféricos y casi una veintena debe cumplir planes de descontaminación. Destacan las llamadas 5 "zonas de sacrificio" donde operan las 27 termoeléctricas a carbón: Tocopilla, (7) Mejillones (8), Huasco (5), Puchuncavi/Quintero (4) y Coronel (3) y un gran parque industrial en las dos últimas. En estas 5 comunas las carboneras emiten 91% del CO2, 97% del dióxido de azufre SO2 y 88% del material particulado de todo el parque eléctrico nacional. Por esta razón, además de las reiteradas crisis de intoxicación ocurridas en Quintero/ Puchuncaví, es que se ha conformado una campaña ciudadana "CHAO CARBON" demandando al presidente Piñera el cierre de las carbonera antes de 2030.

Con la misma demanda, se ha conformado una bancada parlamentaria de más de 30 senadores y diputados. Hoy existe expectación sobre el cronograma de cierre de carboneras que comprometió anunciar el gobierno el primer trimestre de este año, y molestia porque no se ha cumplido el compromiso. Luego destaca la contaminación atmosférica de casi todas las ciudades del sur, principalmente por causa de quema de leña. El World Air Quality Report 2018 sobre las ciudades más contaminadas del mundo por Material Particulado 2,5, uno de los más dañinos por su tamaño y capacidad de penetración destaca como las 5 peores ciudades de las Américas a: Padre las Casas, Osorno, Coyhaique, Valdivia y Temuco .En la 7° ubicación esta Santiago, seguida de Linares, Rancagua y Puerto Montt (en los lugares 10, 13 y 15).

Por esta razón es clave que los gobiernos asuman el desafío, no solo con planes de descontaminación, sino con política energética, declarando la leña como combustible (hoy no lo es), regulando su calidad y humedad, apoyando la formalización del ciclo de la leña y la economía campesina que depende de ella, regulando las cocinas y calefactores y ciertamente el aislamiento de las viviendas. Los pasados y el actual gobierno están al debe en garantizar el derecho constitucional a "vivir en un medio ambiente libre de contaminación". Terminar con la contaminación atmosférica en Chile sería un tremendo avance para proteger el ambiente y la salud de la población nacional; pero simultáneamente además, sería el mayor aporte que Chile podría hacer para el desafío global de reducir los cambios climáticos.