Hace unos días el microbiólogo congoleño Jean-Jacques Tamfum, quien en 1976 fue parte del primer equipo en combatir al virus causante del ébola, afirmó que la humanidad se enfrenta desde hace un tiempo a un número desconocido de virus nuevos y potencialmente fatales, que podrían causar terribles consecuencias a nivel global. Algo similar expresaron autoridades de la Organización Mundial de la Salud, tras advertir que el Covid-19 no será “la última pandemia”.

Al respecto y teniendo en cuenta lo sucedido a lo largo de la historia con aquellas mortales y extremadamente contagiosas enfermedades que se han extendido por el mundo, matando a miles cuando no a millones de personas, entre las cuales destacan en el último siglo la denominada Gripe Española (1918) y ahora el Covid-19, el médico infectólogo Rodrigo Cruz, director del Centro de Diagnóstico e Investigación de Enfermedades Infecciosas de la Escuela de Medicina de la Universidad de Valparaíso, afirma que la posibilidad de que este tipo de fenómenos se repita en el futuro cercano no sólo es factible o esperable sino “natural”.

Según explica este especialista en patógenos emergentes, la aparición de enfermedades de rápida transmisibilidad y de alto riesgo de mortalidad para las personas siempre ha sido una constante que acecha al ser humano, pero las condiciones actuales permiten afirmar que a partir de ahora este tipo de fenómenos será cada vez más habitual y frecuente.

“Las posibilidades incluso son mayores que antes, debido a la extrema interconexión global que existe y que se ha visto favorecida por las avances tecnológicos. El hecho de tomar un avión y estar en pocas horas en cualquier lugar del planeta -incluso en medio de la selva o en una zona inexplorada- y regresar de igual manera a nuestra casa está contribuyendo a expandir de forma mucho más acelerada y habitual nuevos y desconocidos microorganismos -bacterias, virus y hongos- que antes solo se encontraban en ciertas áreas geográficas y cuya contacto con los seres humanos era excepcional y, por lo tanto, solían tener un impacto mucho más lento y acotado”, afirma el doctor Cruz.

Respecto de esto último, el especialista dice que la clave para frenar la expansión y poder controlar una pandemia a futuro está siempre en mantener informada a la población, inculcarle hábitos de prevención y, por cierto, en la posibilidad de contar con vacunas efectivas.

El factor animal

El médico infectólogo de la UV precisa que el factor que gatilla la aparición de la mayoría de las nuevas enfermedades de alta transmisibilidad que están surgiendo hoy en el mundo es la mayor cercanía del ser humano con animales silvestres, debido a su caza o captura o al contacto con animales de granja.

“En general, se trata de virus que se introducen en los ambientes urbanos por medio de animales silvestres, como aconteció con el Covid-19 y antes con la gripe porcina, el SARS y el MERS, por mencionar solo algunas de las más conocidas. Por eso, si pensamos en alguna probable futura pandemia diría que vendrá y que podemos esperar que surja una con similares características, es decir, por otro coronavirus o una nueva cepa de influenza”.

Riesgo en Chile

En cuanto a Chile, Cruz advierte que sí se podría incubar alguna pandemia de estas características y que su reservorio más factible podrían ser las aves migratorias y también las aves acuáticas silvestres, además de murciélagos presentes en distintos ecosistemas. Estas naturalmente pueden portar virus que podrían generar infecciones y luego pandemias.

En general, se trata principalmente de infecciones que se contagian por contacto directo, consumo de carne o manejo del animal afectado o vía mordedura.

Pero también hay otra clase de agentes patógenos que podría surgir, pues el año pasado el propio doctor Cruz halló en Limache un peligroso hongo (Cryptococcus gattii) originario de climas subtropicales y que afecta a animales y al ser humano y cuyas levaduras, al ser inhaladas por las personas, pueden causar severas infecciones pulmonares, meningitis y una serie de complejas lesiones en la piel, tejidos blandos, nódulos linfáticos, huesos y articulaciones.

El caso se conoció debido a que una veterinaria de esa localidad debió atender a un gato que fue infectado y que luego murió. “Su presencia a nivel local posiblemente se debió a algún sustrato vegetal contaminado ingresado involuntariamente al país o por algún animal infectado que fue trasladado hasta dicha comuna desde una zona endémica. Es decir, el patrón señalado se repite”, concluye el infectólogo Rodrigo Cruz.