2006 fue un año nefasto para Plutón. La Unión Astronómica Internacional (IAU por sus siglas en inglés) lo degradó de planeta a planeta enano, dejando al Sistema Solar con 8 planetas y, de paso, a una gran cantidad de personas tristes. Esta decisión fue tomada en base a nuevos criterios de clasificación de cuerpos celestes. Sin embargo, hay que tener cuidado con los criterios arbitrarios ya que pueden producir un giro inesperado. Por esta misma razón es tan importante, como necesario, entender las complicaciones que aparecen cuando solo algunos criterios son usados como sistemas de clasificación. En el caso de un planeta o planeta enano, estos criterios son solo tres. Y como veremos, estos mismos  criterios pueden elevar a la Luna a la categoría de planeta.

En 2006, la IAU estableció que los planetas de nuestro Sistema Solar deben cumplir con un triple criterio: el objeto en cuestión debe orbitar en torno al Sol; debe contar con masa suficiente para tener una forma esférica y debe "limpiar" su órbita vecina de cualquier otro cuerpo. Es decir, el planeta tiene que ser grande e interactuar principalmente con el Sol, en su forma debe ser redondo debido a su propia gravedad, y además estar relativamente aislado en su camino de manera que su gravedad pueda atrapar  todo cuerpo o materia que se le acerque. Plutón no cumple con los requisitos necesarios para ser catalogado como un planeta porque no satisface el tercer criterio, y por lo tanto, fue degradado a planeta enano.

Recientemente, David G. Russell, profesor del Owego Free Academy, publicó en la revista International Journal of Astronomy and Astrophysics un artículo donde sostiene que nuestra Luna sí satisface el tiple criterio. Lo más simple de entender es que la Luna satisface el criterio 2, es decir, tiene una forma aproximadamente esférica. Esto no es solo un hecho visual. La Luna tiene la masa y la estructura necesarias para satisfacer un equilibrio hidrodinámico para un cuerpo rocoso. También la Luna cumple con el tercer criterio. De acuerdo a cálculos sobre la masa mínima necesaria que debe tener un cuerpo masivo para "limpiar" su órbita, se puede comprobar que la Luna, por si sola, tiene una masa lo suficientemente grande para cumplir con este requisito. La Luna cumple además con el primer criterio.

Desde el siglo XIX se sabe que la Luna en realidad orbita alrededor del Sol, y no en torno a la Tierra. La atracción gravitacional que ejerce el Sol sobre la Luna es más del doble que la fuerza gravitacional que siente la Luna debido a la Tierra. La órbita real de la Luna no es simple, y la dinámica de su movimiento es principalmente dominado por el Sol (no por la Tierra). La Luna por si sola orbita alrededor del Sol, con la atracción gravitacional producida por la Tierra perturbando ese movimiento.

Como consecuencia, nuestra Luna cumple con los tres criterios de la IAU y podría ser calificada como planeta, por muy raro que esto pueda parecer. Promover a la Luna, y así volver a tener un sistema solar con 9 planetas, puede parecer absurdo y no probable para un futuro escenario en astronomía. Por otra parte, existen propuestas para una reclasificación de la Tierra y de la Luna como un sistema de doble planeta. No sabemos qué pasará con los criterios de clasificación de la IAU, sobre todo cuando sea necesario clasificar exoplanetas, como aquellos en Próxima Centauri. Los que sí sabemos es que los nuevos descubrimientos serán los que dictarán la forma en que nuestros criterios cambien y evolucionen.