Las desconocidas aves que habitan Santiago

Halcon peregrino
Halcón peregrino.

Las palomas no son las únicas residentes de la capital. Un estudio realizado por investigadores de la U. de Santiago, mostró que 46 especies viven en distintas zonas de la ciudad. La investigación detectó, por ejemplo, la presencia de aves carnívoras, como águilas, halcones y cernícalos, que se localizan en sectores sur, surponiente y nororiente de Santiago. Se trata de especies que residen habitualmente en la ciudad y se reproducen en su interior, lo que mucha gente ignora.


Santiago se ubica en una región reconocida a nivel mundial por su alta biodiversidad, la cual también está presente en sus cielos. Así lo constató un estudio hecho por académicos de la Universidad de Santiago y publicada en la Revista Chilena de Historia Natural. Los expertos descubrieron que en la capital habitan 46 especies de aves, la mayoría de las cuales son nativas de la zona, residen habitualmente en la ciudad y se reproducen en su interior.

Estas aves aprovechan algunas ventajas que les ofrece la urbe, como por ejemplo, alimentos, refugio y lugares para construir sus nidos. "En otras palabras, pese a los elementos adversos que estas aves encuentran en Santiago, este ambiente posee elementos que a esas especies les permiten mantener una población estable en la urbe", explica Pablo Gutiérrez-Tapia, investigador del Laboratorio de Ecología y Biodiversidad de la Usach y autor principal de la investigación.

Entre estas 46 especies de aves "santiaguinas" destacan las carnívoras, como águilas, halcones y cernícalos (ver infografía). Según el reporte, son especies poco familiares para los capitalinos porque son poco abundantes y, además, porque se encuentran en los sectores sur, surponiente y nororiente de Santiago.

Pese a eso, también se ha registrado avistamiento de estas aves en el sector céntrico. "Esto no significa que los carnívoros estén necesariamente 'colonizando' la ciudad", explica Gutiérrez-Tapia. El académico agrega que la explicación más probable es que la actividad de estas aves "cubre extensiones tan grandes, que probablemente utilizan Santiago como un lugar de paso".

La investigación constató que las especies más abundantes en los cielos de Santiago son las omnívoras (que consumen diversos alimentos). Entre ellas se encuentran el zorzal, el tiuque, el tordo y la paloma. En segundo lugar se encuentran los granívoros, que se alimentan de semillas, como el chincol, la tórtola y el loro argentino. Más atrás se ubican las aves insectívoras, como el chercán, el cachudito, la viudita, el carpinterito, la golondrina chilena y el tijeral.

Un laboratorio de la evolución

Las condiciones que las grandes ciudades como Santiago ofrecen a los animales son tan variables y diferentes que, a juicio de Jonathan Losos, biólogo evolutivo de la U. de Harvard, se convierten en verdaderos laboratorios de evolución. "Losos plantea que los ciudadanos podrían estar viendo, en este instante, cómo ocurre la evolución a través de su ventana, en el jardín de su casa", plantea Gutiérrez-Tapia.

Las principales amenazas que enfrentan las aves en Santiago son la expansión del área urbana y la destrucción de su hábitat, la contaminación atmosférica, acústica y lumínica, además de depredadores urbanos como perros y gatos. Los grandes edificios también representan un riesgo, pues pueden chocar con sus ventanales.

En este escenario, los investigadores de la Usach alertan sobre tres especies propias de la zona, que no fueron encontradas dentro de la ciudad, pero sí en sus alrededores: la turca, el tapaculo y la perdiz chilena. "Si bien han sido clasificadas en la categoría de "preocupación menor", este hallazgo es una alerta del riesgo potencial que la urbanización acelerada representa para estas especies restringidas al territorio chileno", afirma el líder de la investigación.

Ciencia ciudadana

Para llegar a sus conclusiones, los investigadores analizaron siete años de registros de aves realizados por ciudadanos voluntarios, datos que fueron cargados en la base de eBird del laboratorio de ornitología de la U. de Cornell (EE.UU.). La información luego fue revisada por expertos locales.

En opinión de Gutiérrez-Tapia, la acción colectiva de estos aficionados "permite la recopilación de masas de datos en una extensión espacial y temporal que sería prohibitiva a la escala de un proyecto de investigación tradicional".

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