Las dicotomías artificiosas

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Las placas tectónicas de la economía mundial se están moviendo. Por años, la restricción al crecimiento económico ha venido dada por la disponibilidad de trabajo, capital y tecnología. En el futuro, la restricción al crecimiento (y al desarrollo humano) vendrá dada por la disponibilidad de recursos escasos (agua, territorio, materiales, etc.) y el medio ambiente (cambio climático y contaminación local de aire, agua y tierra). Por lo tanto, hablar de Medio Ambiente es hablar de crecimiento, desarrollo y equidad.  La Economía Circular sintetiza de  buena forma esto: se trata de desacoplar el crecimiento económico del uso de recursos finitos (incluyendo la capacidad de la Tierra de absorber gases de efecto invernadero). La Economía Circular, por tanto, se trata de Economía y Medio Ambiente. Esto lo han entendido (o lo están entendiendo) grandes empresas, gobiernos y consumidores de países donde llegan nuestras exportaciones.

Mientras esto sucede, en  Chile nos enfrascamos en polémicas sobre el camino que el país debe seguir que más que ayudarnos a avanzar, muchas veces nos enredan mientras el mundo vuela. Estas discusiones plantean a menudo caminos dicotómicos como opciones para enfrentar el futuro. ¿Debemos persistir en nuestras industrias como Minería, Retail  o impulsar el emprendimiento? ¿Debemos respetar el medio ambiente o limitar nuestro crecimiento? El éxito de Cornershop o  la reciente lamentable crisis de Puchuncaví-Quintero han gatillado un debate apasionado sobre esas preguntas. ¿Qué hacer?

El último informe del IPCC sobre el riesgo de no seguir la trayectoria para limitar el aumento de temperatura del mundo a 1,5 C°; los incendios del verano de 2017, la crisis hídrica y el retroceso de glaciares en Chile, las recientes lluvias torrenciales en Italia, no son más que hechos que reafirman la magnitud del desafío que tenemos en frente: cambiar el modelo productivo para crecer en este nuevo entorno de manera que la calidad de vida de millones de personas en el mundo, y en nuestro país, siga mejorando. En el Foro Mundial de Economía Circular (WCEF, por sus siglas en inglés) realizado recientemente en Yokohama, Japón, pude constatar que el enfoque para abordar este desafío de la humanidad no toma la forma de caminos dicotómicos (crecimiento versus medio ambiente, sectores tradicionales versus innovación, entre otros), sino que ellos se cruzan y se complementan virtuosamente en una sola trenza.

Grandes empresas como Unilever, Coca-Cola o Toyota están en ruta sin retorno para cambiar su modelo. Unilever se ha comprometido a que todos los empaques de sus productos sean compostables, reusables o reciclables al 2025 (2,5 billones de personas usan productos Unilever todos los días), Coca-cola se ha comprometido a recolectar y reciclar el 100% los empaques primarios de sus productos al 2030 y Toyota se ha fijado la meta de no producir ningún auto que emita CO2 al 2050. La Unión Europea y Japón están  generando regulaciones cada vez más ambiciosas en materia ambiental y los consumidores están cambiando la manera en que se informan y consumen, premiando o castigando a las marcas según su desempeño ambiental.

Los desafíos que enfrentamos en materia de medio ambiente constituyen un espacio de colaboración y creación de valor enormes. Los desafíos que enfrentan grandes empresas pueden ser resueltos con la creatividad y energía de los emprendedores. Los capitalistas de riesgo pueden financiar las nuevas tecnologías y modelos que se requerirán y tener un premio financiero justo por ello. Y finalmente, una regulación sensata por parte del Gobierno provee un marco que permite la coordinación de los distintos agentes del mercado en esta gran transición hacia una economía circular. Por último, un consumidor informado y consciente premia con su "billetera" a aquellas empresas que avanzan en el camino de un nuevo modelo de crecimiento que se desacopla de los recursos finitos de nuestro planeta.

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