Realidades tras un bajo engagement


Un estudio de Brica levantó las emociones que el teletrabajo y la pandemia ha generado en Chile. Si bien hay una buena disposición al teletrabajo, dos emociones negativas destacan en el análisis: miedo y tristeza, las que están vinculadas con la distribución del tiempo, el equilibrio entre casa y trabajo, el uso de tecnología o acceso a internet.

Todo ello tiene sentido al hablar de teletrabajo, pero se suma la relación con palabras como “ansiedad” y “cuarentena”, explicando mejor porqué la referencia a sentimientos de temor o pena.

La pandemia también ha desafiado a las organizaciones, las que frente a un escenario de incertidumbre han estado resolviendo en el momento y adaptándose lo mejor posible. Pero estas decisiones no se levantan espontáneamente, sino que se sustentan en la cultura organizacional. Así, nos enfrentamos a incertidumbres y amenazas en dos frentes que escapan a nuestro control.

Por una parte, la pandemia global y las decisiones políticas que ello conlleva. Por otro, la incertidumbre organizacional, que hasta ahora ha mostrado la ocurrencia de despidos, baja de salarios y una gestión inapropiada para la modalidad de teletrabajo. La encuesta Circular HR identifica niveles preocupantemente bajos de engagement, compromiso o fidelidad que un empleado manifiesta respecto de la organización para la cual trabaja.

¿Qué significa todo esto en la realidad? Pedro, personaje ficticio que representa la opinión de diversos profesionales jóvenes consultados, nos cuenta: “No sé qué está haciendo la empresa, solo sé que envían a diario comunicados de contagios, informando lo mismo que aparece en las noticias y RRSS. Y profesionalmente me estanqué. Ya no cuento con el apoyo de mi jefe. Doy sugerencias y me responden ‘me da lo mismo, velo tú’. Pero, al momento de esperar resultados nos siguen exigiendo metas impuestas previo al estallido social y a la pandemia, lo que significa que haga lo que haga, no tengo cómo lograr lo que se espera de mí. Por eso estoy buscando oportunidades en otra parte.

Francisca en cambio representa a una minoría que experimenta el trabajo como algo grato y desafiante: “Aquí los managers han confiado siempre en nosotros, no solo ahora que estamos todos teletrabajando. No tenemos horarios o tareas específicas, sino metas y cada uno evalúa de qué manera lograrlo. Puedo organizar mi agenda con total libertad y poner foco en lo que yo creo importante. Un amigo cuenta que en su empresa hay una herramienta digital donde cada día sus jefes les ponen tareas y ellos deben indicar el tiempo que demoran, las horas de entrada y de salida. En esta multinacional me siento feliz trabajando, por eso, lo que me contó me pareció tétrico”.

La gestión basada en culturas de control del tiempo, desconfianza, desinterés de los superiores y falta de comunicación están causando miedo y tristeza en nuestra gente, los está agotando al extremo del burnout y les está quitando el interés por trabajar para nuestras organizaciones. En medio de una crisis social y sanitaria las empresas tampoco representan pertenencia, identidad, acogida ni desarrollo profesional. A la mayoría de nuestros empleados no les queda más que refugiarse en sus hogares y desde ahí enfrentar la sensación de desprotección frente a las fuerzas de la naturaleza, de la economía y las decisiones de la organización.

* Académica Facultad de Ingeniería y Ciencias UDP, Directora CB Estudios de Organización & Entorno

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