En 1970, el bocio, que produce un aumento del tamaño de la glándula tiroides, era una enfermedad de alta prevalencia en el país. Por eso, para reducir sus niveles, en 1976 se decidió agregarle yodo a la sal y algunos alimentos y así reducir su impacto, como así mismo el del cretinismo congénito, otra enfermedad causada por la falta de esta sustancia.

La norma establecía la realización de estudios cada tres años, para verificar su impacto, los que nunca se hicieron. “Por ende, los niveles de yodación siempre fueron los mismos, atendiendo la realidad de los 70″, explica Lorena Mosso, académica del Departamento de Endocrinología de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica y líder de un estudio que precisamente midió los efectos de la utilización de yodo.

La investigación detectó un exceso de yodación, que además de obesidad y compuesto industriales tóxicos, están relacionados con una alta prevalencia en determinadas enfermedades.

Una de éstas es el hipotiroidismo, especialmente durante el embarazo, generando daños en el neurodesarrollo y crecimiento infantil. En enero de este año comenzará a regir la nueva Ley de nutrición y fortificación con yodo.

¿Cuál el vínculo del exceso de yodación con enfermedades como el hipotiroidismo? “Actualmente sabemos que tanto la falta como el exceso de yodo dañan la tiroides. El yodo es la materia prima para fabricar hormonas tiroideas, su falta produce hipotiroidismo, pero el exceso sostenido y por mucho tiempo, produce daño tiroideo directo a las células y por lo tanto mal funcionamiento”, explica Mosso.

Afecta a las embarazadas y la gestación, “porque esta es la población más susceptible de daño, las embarazadas requieren aumentar la producción de hormonas tiroideas hasta en un 50% para suplir las necesidades del bebé, si la tiroides de la madre es dañada no podrá cumplir con este aumento de producción”, señala la académica.

¿Cómo diagnosticarlo y tratarlo? “El daño tiroideo se detecta por exámenes de sangre, el exceso de yodación se detecta en exámenes de orina. Pero lo más importante es que la gente consuma una dieta equilibrada y con poca sal, de hecho, la sal debiera bajarse a la mitad al menos en Chile”, agrega.

La sal contiene yodo.

“Con la finalidad de reducir el déficit de yodo en la población, Chile introdujo una política de fortificación nacional de la sal con yodo. Esta iniciativa redujo el hipotiroidismo y bocio endémico asociados a déficit de yodo, logrando prácticamente su eliminación”, añade

Sin embargo, “actualmente sabemos que el exceso también puede producir problemas de salud como el hipotiroidismo, especialmente durante el embarazo, puede dañar el feto, afectando su neurodesarrollo y crecimiento infantil”,

La prevalencia de hipotiroidismo llega al 24,1% de la población chilena según la Encuesta de Salud 2017 y a nivel mundial la cifra bordea el 4%. “En ese estudio se evaluó por primera vez a nivel nacional el estado de yodación, más del 50% de la población presenta niveles por sobre lo recomendado”, puntualiza Mosso, que dirigió la nueva recomendación para Nutrición y Fortificación con Yodo en Chile 2020-2021.

100 gramos por kilo de sal

Mosso establece que es muy difícil que con los alimentos naturales se produzca exceso de yodo, porque la dieta es diversa y el contenido de yodo es bajo en general, salvo que alguien comiera, por ejemplo, mariscos como los piures todos los días y en cantidades elevadas.

Por esta baja en general de la disponibilidad de yodo, es que en los años 70 se decidió fortificar con yodo a la población y se eligió la sal como vehículo o transporte de este yodo para llegar a toda la población. “El problema fue que, en esos años, la preocupación era la falta de yodo y en Chile específicamente 1979 se decidió poner yodo a 100 gramos por kilo de sal sin saber que era excesivo en cantidad (4-5 veces) y que además los chilenos consumimos mucha sal, 10 gramos al día cuando debiéramos consumir un máximo de 5 gramos y ojalá menos. Esta cantidad de yodo, por más de 30 años, produjo un daño a la salud tiroidea de los chilenos”, señala Mosso.

El quitarle yodo a la sal, ¿cambia mucho su sabor? ¿Hace que sea “menos salada”? No explica Mosso.

Y agrega que la reducción demora determinado tiempo “por acuerdos con las industrias, y requiere de inversión para aplicar metodología y control. De hecho yodar bien y controlado requiere tecnología que los pequeños productores no pueden realizar”, señala la académica de la UC.

El último estudio del Fondo Nacional de Inversión en Salud (Fonis), demostró que, al realizar este cambio, se puede disminuir significativamente los casos de hipotiroidismo y de cáncer tiroideo en Chile.

Mosso explica que la modificación al decreto supremo del Ministerio de Salud que regula la yodación de la sal para consumo humano establecida en el articulo 438 del reglamento Sanitario de los Alimentos fue publicado el 11 de noviembre de 2022 por lo que rige desde esa fecha, pero la baja será progresiva exigiendo ahora un máximo de 40 gramos de yodo por kilo de sal y en un plazo de 30 meses llegar al máximo de 25 gramos por kilo de sal.

“En paralelo cada persona debe preocuparse de consumir menos sal para llegar a un equilibrio adecuado. Sin embargo, debemos hacer notar que esta sal debe ser yodada porque aún persiste el peligro de volver a caer en el déficit, sobre todo en la población de menos recursos que en general tiene una dieta menos diversa y baja en productos marinos”, señala la académica de la UC.

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