Betelgeuse, también llamada α Orionis o HIP 27989, es una estrella brillante del tipo supergigante roja. Es la décima estrella más brillante en el firmamento y ha sido el centro de atención por un repentino oscurecimiento de su brillo. Los astrónomos creen que la supergigante roja se acerca al final de su vida, y cuando muere una estrella de más de 10 veces la masa del Sol, se apaga de manera espectacular. Su brillo llegó al punto más bajo en los últimos cien años, por lo que muchos creen que Betelgeuse pronto se convertirá en supernova, explotando en una pantalla deslumbrante que podría ser visible incluso a la luz del día.

El fenómeno ha sido estudiado desde entonces, y aunque algunos desestimaron su inminente explosión, los astrónomos concluyeron en su mayoría que el oscurecimiento de Betelgeuse fue el resultado del enfriamiento de su superficie, la formación de una nueva banda de polvo a su alrededor o ambos. Todos estos resultados han sido estudiados a través de datos recopilados por telescopios ópticos terrestres.

Sin embargo, ahora los astrónomos tienen una nueva forma de estudiar las estrellas: aprovechar los satélites meteorológicos que orbitan la Tierra.

Es lo que presentaros científicos en un nuevo estudio, que presentó nuevos datos de un satélite meteorológico japonés que, por casualidad, observó a Betelgeuse durante su inexplicable período de oscurecimiento.

Las observaciones fortuitas podrían significar una nueva herramienta para los astrónomos que intentan comprender cómo una estrella supergigante roja pierde masa y finalmente explota como una supernova.

Radical oscurecimiento

Desde octubre de 2019 hasta febrero de 2020, disminuyó drásticamente a aproximadamente dos tercios de su brillo normal. Este evento llamado “gran oscurecimiento” llevó a la especulación de que estaba a punto de explotar como lo que los científicos llaman una supernova de tipo IIP, lo que sin duda ocurrirá en los próximos 100.000 años.

El problema es que los telescopios terrestres no pueden ver a través del polvo y el gas en el cosmos, lo que requiere visión infrarroja. Esto se debe a que la atmósfera de la Tierra bloquea ESTA radiación y los rayos X, los rayos gamma y la mayoría de los rayos ultravioleta. Entonces, solo los observatorios espaciales pueden ver la luz infrarroja, y eso incluye satélites meteorológicos como Himawari-8, uno de los satélites meteorológicos geoestacionarios de la Agencia Meteorológica de Japón.

El satélite meteorológico japonés Himawari-8.

Daisuke Taniguchi, estudiante de astronomía en la Universidad de Tokio y primer autor del artículo, explicó que descubrió que Betelgeuse está en el campo de visión de Himawari-8. “Me di cuenta de que tal vez se podría investigar el Gran Oscurecimiento de Betelgeuse con este satélite”, señaló el científico según reporta el sitio Space.com.

Himawari-8 orbita desde 2015 a 35.786 kilómetros sobre el ecuador de la Tierra desde 2015 para estudiar el clima y los desastres naturales (incluida la erupción del volcán Hunga Tonga-Hunga Haʻapai, ocurrida el pasado 15 de enero). Aunque el satélite está diseñado para obtener imágenes de la Tierra cada 10 minutos, su campo de acción también le permite observar estrellas.

Taniguchi y sus colegas pudieron ver a Betelgeuse en imágenes tomadas durante la vida útil de Himawari-8 y midieron su brillo aproximadamente cada 1,7 días entre enero de 2017 y junio de 2021. Con estos datos concluyeron que el “gran oscurecimiento” en 2019 y 2020 fue causado por dos factores en casi la misma proporción: la temperatura de la estrella cayó aproximadamente 140° C y el polvo se condensó a partir del gas caliente alrededor de la estrella.

Su conclusión concuerda está en amplio acuerdo con lo que concluyeron los astrónomos que utilizan telescopios terrestres. Por ejemplo, un estudio dirigido por la Academia de Ciencias de China citó manchas solares gigantes y fluctuaciones de temperatura, mientras que los resultados del Very Large Telescope del Observatorio Europeo Austral en Chile y del Telescopio Espacial Hubble sugirieron que Betelgeuse expulsó una enorme nube de gas que se enfrió y se condensó en polvo.

Los nuevos hallazgos de los científicos sugieren que los satélites meteorológicos podrían usarse como telescopios espaciales para la astronomía. “Nos permite obtener series temporales de alta cadencia de imágenes en el infrarrojo medio, que son difíciles de adquirir con los instrumentos astronómicos habituales”, señala el estudio de los astrónomos japoneses. Además de no poder registrar datos del infrarrojo cercano, los telescopios terrestres pierden de vista algunas estrellas durante unos meses a medida que el sol pasa frente a ellas.

Los autores ya han comenzado a utilizar los datos de Himawari-8 para otros proyectos estelares. “Creo que nuestro concepto de usar un satélite meteorológico como telescopio espacial es útil para varios tipos de temas en astronomía, especialmente en la astrofísica estelar en el dominio del tiempo”, dijo Taniguchi, refiriéndose al área emergente centrada en cómo los objetos astronómicos cambian con el tiempo. Su grupo ahora está utilizando los datos de Himawari-8 para hacer un catálogo de cómo las estrellas más viejas varían en brillo infrarrojo a lo largo del tiempo y también para buscar señales infrarrojas fugaces.

Tan brillante como una Luna llena

A unos 548 años luz de distancia, Betelgeuse es la estrella supergigante roja más cercana al Sistema Solar. Tiene entre 15 y 20 veces la masa del sol y es casi 900 veces más grande. Si estuviera en el centro de nuestro Sistema Solar, entonces Mercurio, Venus, la Tierra, Marte y el cinturón de asteroides estarían dentro de Betelgeuse.

Una vez que la estrella se convierte en supernova, su brillo podría tan intenso como la Luna llena durante varios meses. El resultado final será una estrella de neutrones en el centro de una hermosa burbuja de material brillante creada por la explosión.

Recreación artística de cómo luce una estrella de neutrones.

Sin embargo, los científicos aún no saben exactamente cómo se comporta una estrella supergigante roja en las semanas previas a su explosión. Por ello, la investigación y el uso de telescopios como el estudio japonés, publicado el 30 de mayo en la revista Nature Astronomy, podrá dar más detalles de cómo será el fin de este tipo de estrella.