Cuatro meses es poco para descifrar completamente un virus nuevo. Desde que se conocieron los primeros casos de la enfermedad causada por el coronavirus Sars-CoV-2, se han conocidos cientos de estudios y reportes que intentan explicar la biología y el comportamiento de este patógeno.

Lorena Tapia, pediatra infectóloga e investigadora del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile (ICBM), gracias a lo que se ha logrado investigar hoy se tienen una gran cantidad de conocimiento, pero no siempre existe una certeza absoluta. “La velocidad con laque se están haciendo los estudios, la capacidad de análisis con la que hoy se cuenta, está años luz de lo que vivimos con la pandemia de influenza H1N1 en el año 2009. Son datos valiosos pero no son suficientes todavía”, dice.

Claudia Cortés, infectóloga y académica de la Facultad de Medicina de la U. de Chile, también cree que los casi cuatro meses que han pasado desde que se conocieron los primeros casos es muy poco y recuerda que en el caso del VIH. “Desde que se descubrieron las primeras personas hasta que se estableció que era una enfermedad infecciosa, paso más de un año y después otros dos, para descifrar el genoma del virus”. Para este virus, en apenas 10 días se conoció el genoma y esta información se puso inmediatamente a disposición de la comunidad científica mundial.

La mayoría de los datos provienen de China, país donde surgió el virus, pero estos datos no siempre se pueden extrapolar a otras países porque la población es distintas, las costumbres, el clima, la cantidad de personas, etcétera”, indica Tapia.

Inmunidad

Para el manejo clínico de los pacientes con Covid-19, es fundamental saber el nivel de inmunidad con el que quedan una vez que ya no muestran síntomas. “Necesitamos saber si los pacientes que se contagian se pueden reinfectar o recontagiar o si una vez que ya sufrieron la enfermedad, ya no se pueden contagiar más, dice Cortés.

La infectóloga de la U. de Chile y también vicepresidenta de la Sociedad Chilena de Infectología (Sochinf) señala que hay algunos casos descritos en China en el que unos pacientes mostraron síntomas después de haber sido dados de alta, pero no está claro si se “habían mejorado” y se reinfectaron o bien, que la enfermedad tiene dos fases.

Para el infectólogo de Clínica Las Condes, Juan Pablo Torres, una de las preocupaciones es el comportamiento que pueda tener el virus en lo que se ha denominado la segunda ola de contagios. “Tiene que ver con las medidas de mitigación como la cuarentena. Qué pasará cuando se levanten completamente y volvamos a la rutina habitual. El grado de inmunidad que se alcance, permitirá bajar el umbral de casos y hacer más manejable la pandemia. No sabemos cómo será el comportamiento del virus”, advierte.

¿Cómo se transmite?

“Sabemos con claridad que uno de los mecanismos de transmisión de persona a persona son las gotitas que se expelen al toser y al estornudar. Pero falta saber si se pueden formar aerosoles. Esto es clave para saber cómo nos tenemos que proteger, si usamos o no mascarillas, por ejemplo. Todavía no hay evidencia sólida. Las últimas recomendaciones se basan en los últimos estudios que dicen que podría ser también esa una vía de transmisión”, dice Tapia.

Conocer el impacto de los niños en la transmisión de este virus es clave para Torres. “Sabemos que no hacen la enfermedad grave y también sabemos que en influenza, los niños son los principales vectores. Los niños y adolescente podrían serlo en esta pandemia también. Es importante averiguar qué ocurre con ellos para desarrollar estrategias de manejo”, señala el infectólogo.

Cantidad de asintomáticos

Hasta ahora se estima que por cada una persona contagiada y con síntomas de la enfermedad, hay otros 10 que están contagiados, sin síntomas y probablemente, contagiando a otros más. “El número de asintomáticos es estimado, no lo conocemos en realidad. Considerar que son 10 es una teoría. Falta saber cuánto de esos asintomáticos podrían transmitir el virus”, se pregunta Tapia.

Para eso, dice la investigadora del ICBM, falta hacer un estudio serológico, poblacional o epidemiológico que busque anticuerpos en un determinado grupo de personas. Esto permite sabe cuántas personas estuvieron en contacto con el virus y en cuántas, sin haber hecho síntomas, se encuentran anticuerpos contra el virus.

Animal de origen e intermediario

A comienzos de febrero, un estudio realizado por la Universidad Agrícola del Sur de China, identificó al pangolín, un pequeño mamífero con escamas y en peligro de extinción, como el animal intermediario entre el murciélago (desde el que se supone surgió el virus) y el ser humano.

En ese estudio, se habían estudiado 1.000 muestras de animales salvajes y se determinó que el virus encontrado en este pequeño mamífero era en un 99% idéntico al genoma del virus encontrado en los primeros pacientes afectados en Wuhan.

La semana pasada, otro estudio reveló que ese porcentaje de igual se refería solo a una pequeña parte del genoma relacionado con la proteína que permite al virus ingresar a las células, pero que si se compara la secuencia completa, el parecido se reduce a un 90,3%.

A esto se suma el contagio de un tigre en el zoológico de Nueva York y que según los reportes de la autoridad estadounidense, habría sido contagiado por el cuidador que enfermó de Covid-19.

Según Cortés, si el virus es capaz de “hacer el camino de ida y vuelta dos veces”, es decir, pasar de un animal al hombre y luego del hombre al animal y de ahí al ser humano de nuevo.

“¿Qué animales pueden tener SARS-CoV-2? ¿Pueden recontagiar a un humano? Son preguntas que necesitamos resolver. Tampoco está claro que el origen esté en el murciélago. Es lo más probable, pero no está claro”, dice la vicepresidenta de la Sochinf.

Qué paciente empeorará

Hoy gravemente a una persona y no a otra. Podría ser que en una persona el virus se una más fácil a las células para infectarlas. Es una posibilidad”, dice Tapia.

Entre ellos imposible saber quién hará la forma grave de la enfermedad. “No sabemos por qué el virus afecta más a unos que a otros. Entre el día cinco y el 10 desde que se inician los síntomas, las personas pueden empeorar de un momento a otro haciendo una reacción inflamatoria descontrolada. ¿Qué gatilla esta situación? Es lo que no se conoce aún. “Sabemos que los pacientes con hipertensión, obesidad, diabetes o enfermedad coronaria tienen más riesgo, pero no sabemos por qué”, dice la investigadora del ICBM.

Según Torres, el que una persona enferme más gravemente, podría depender de características puntuales del paciente. “Ojalá pudiéramos tener pronto los primeros marcadores para iniciar el tratamiento de manera oportuna. Tenemos que conocer los factores del hospedero para saber si hay riesgo o no de empeorar. Con eso se podrían determinar estrategias de manejo y bloquear esas vías a tiempo”.

Antiviral específico y vacuna eficaz

Para el caso del virus herpes, existe un antiviral que da muy buenos resultados: el aciclovir. Para el virus VIH, también existen antirretrovirales específicos. Y para la influenza, además de las vacunas que se debe adecuar cada año a la cepa predominante, existe el antiviral oseltamivir, más conocido como tamiflú.

Sin embargo, para combatir el SARS-CoV-2 no existe un tratamiento específico. Quisiéramos tener un antiviral efectivo directo. Hay estudios que se están haciendo con antivirales, pero no son antivirales directos sino fármacos que trabajan sobre el sistema inmunólogico de cada persona, pero contra el virus, indica Cortés.

Vacuna efectiva también es uno de los objetivos de investigación hoy día. “Cuando ocurrió la pandemia de influenza ya existía el tamiflu y una vacuna para otras cepas de influenza, entonces fue más fácil porque no se partió de cero, como ahora”, recalca Torres.