¿Hubo señales que advirtieran del actual estallido social?

Manifestación pacifica en Manquehue

Expertos señalan que estudios reparaban hace años desde el punto de vista de la configuración de la ciudad, que existía desigualdad, generadora de malestar ciudadano. Además, trabajos sobre pobreza alertaban cómo grupos más vulnerables se manifestaban excluidos y con pocas posibilidades de desarrollo.


¿Se pudo anticipar el actual escenario de estallido social? Esa es la pregunta que con insistencia se ha planteado ante los acontecimientos de la última semana. Las multitudinarias manifestaciones dejan en claro el descontento. Un escenario en que temas como la desigualdad y brecha social han salido al debate. Y el mundo académico y de las organizaciones coinciden en responder esa interrogante señalando, que existían señales y que diversos estudios lo advirtieron.

Luis Valenzuela, director del Centro de Inteligencia Territorial de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI) e investigador del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social, Coes, dice que existían advertencias claras desde el punto de vista de la territorialidad y la configuración de la ciudad.

Hace dos años que ese centro de la UAI desarrolla un indicador de bienestar territorial, publicado y difundido en web desde junio de este año. Ese indicador detecta las zonas con bienestar territorial más crítico para 22 ciudades de todo Chile, correspondientes a todas aquellas con más de 100 mil habitantes, y establece que las personas que tienen peor bienestar territorial en Chile suman tres millones de personas.

El análisis corresponde a data de los años 2012 y 2104 y se está actualizando con información 2017. "En esas 22 ciudades efectivamente un total de 3 millones de personas están en condición crítica de bienestar territorial, de un total de 11 millones de personas que se incluyen en el estudio", explica Valenzuela.

Un bienestar territorial crítico, indica, se entiende como los territorios que tienen peor accesibilidad a servicios y equipamientos, a su vez, con peores condiciones ambientales y mala infraestructura de calles y de viviendas. En general el bienestar territorial está bastante ponderado en tres dimensiones, explica Valenzuela. Ellas son la dimensión ambiental, la dimensión de infraestructura y la dimensión de accesibilidad; esta última se mide por el alcance real, como que una plaza esté a una distancia razonable caminando, lo mismo un equipamiento de educación, un equipamiento de salud. Todos esos datos están medidos a nivel de manzana, por lo que se puede hacer una zonificación bastante detallada.

Si hablamos entonces en términos de malestar social, dice Valenzuela, eso quiere decir que hay una segunda ciudad más grande de Chile hipotética de tres millones de personas (Santiago tiene más de siete millones y no hay ninguna que tenga tres millones de personas), lo que implica que "residen tres millones de personas cuyas condiciones de vida comparativamente con el resto de la ciudad están en muy malas condiciones o en las peores condiciones territoriales. Esto quiere decir que nada más que territorialmente tenemos esta cantidad de personas que viven en condiciones de ciudad muy malas y muy desiguales". A ese indicador, no le suma el bienestar social, ni la vulnerabilidad social todavía, explica.

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Personas realizan una manifestación pacifica en Escuela Militar. FOTO: Agencia Uno[/caption]

Estos datos son conocidos por las autoridades, indica Valenzuela. "Publicamos un atlas junto con la Cámara Chilena de la Construcción el cual se le entregó un ejemplar al presidente Sebastián Piñera, se le han entregado ejemplares a todas las autoridades, es bastante difundido en el mundo de la política pública y muy difundido a nivel académico, y hoy día está en una página web".

¿Pudo servir como antecedente la situación de tensión social? "Sí pudo servir y creo que ha servido. La reacción que nosotros hemos tenido, creo es una reacción muy positiva, como esto se mide a nivel de manzana sirve mucho a nivel de política pública. Pero claro, la política pública toma un tiempo en tener efecto, no es inmediato, entonces estaba relativamente bien atendido. El diagnóstico estaba, se podría decir que era fácil comunicarle a las autoridades y decirles dónde está el problema territorial de bienestar, muy prontamente podremos decirle donde está el problema social y de vulnerabilidad de bienestar, y con evidencia se puede actuar. Anticiparse yo creo que nos pilló la carreta, este indicador salió a inició de este año y estamos haciendo la actualización a 2017", detalla Valenzuela.

Raíces urbanas de la crisis

Esos antecedentes de bienestar territorial críticos fueron además base para otro estudio, publicado el año pasado en la revista internacional Cities, del investigador Matías Garretón. Correspondió a un estudio de cartografía que muestra la relación entre las concentraciones de alto ingreso y las concentraciones de bajo ingreso en Santiago, y todo el desequilibrio y la segregación de ingreso que hay. Además, agrega la concentración de delitos que se dan en la ciudad, que tiene que ver con exposición de seguridad personal y pública. "La condición territorial revelaba alta tensión", detalla Valenzuela.

Tal cómo muestra la imagen, la mayor cantidad de violencia se da en los sectores más segregados de la capital.

Luis Fuentes, director del Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Católica, también resalta que las raíces urbanas de la crisis social se indicaron en muchos estudios.

En el año 2017, ese centro UC publicó una investigación en la revista de la Cepal, que caracterizaba a Santiago desde el punto de vista de las desigualdades. Se titula Santiago de Chile: ¿ciudad de ciudades? Desigualdades sociales en zonas de mercado laboral local. "Ciudad de ciudades, porque existen varios Santiago", dice Fuentes.

Lo que el trabajo realizó fue caracterizar una estructura urbana de la ciudad y las desigualdades que se dan, en la que existe una zona centro oriente que concentra gran parte de los trabajos y servicios de calidad, y el resto corresponde a zonas altamente dependientes de la zona centro oriente.

"Eso genera que la ciudad tenga un equilibrio precario en todo sentido, no solo de transporte sino en la capacidad de ofrecer servicios de calidad, de áreas verdes, etc. Y eso genera tensión social, porque esa estructura de ciudad desigual intensifica la brecha de ingresos, con zonas periféricas con colegios de baja calidad, donde las áreas verdes no existen y los servicios son precarios", detalla Fuentes.

El Centro de Estudios Urbanos UC, además, destaca Fuentes, ha desarrollado otros estudios coherentes con la misma línea. Investigaciones que revelaban la tensión social en asuntos como la marginalidad urbana, sobre el Proyecto de Ley de Integración Social y Urbana, el Índice de Calidad de Vida Urbana que detallaba esas mismas diferencias, y estudios que alertaban sobre la desigualdad con antecedentes como que el precios de viviendas aumentan cuatro veces más que los ingresos de las familias, dado a conocer recientemente.

Queda claro, dice Fuentes, que la configuración de la actual de la ciudad de Santiago, amplifica las brechas de ingreso. "Nadie previo la magnitud de cómo iba a explotar esto, pero los datos estaban hace mucho rato en la mesa. Nadie fue capaz de prever el impacto, pero los datos están por lo menos desde los noventa y en los 2000 las cifras comienzan a ser evidente".

Voces de la pobreza

En tanto, la Fundación Superación de la Pobreza, también coincide en que existían datos y estudios que daban a entender el escenario de tensión ciudadana. Catalina Littin, directora de la Fundación, detalla que en 2010 realizaron el lanzamiento de uno de los más importantes estudios cualitativos sobre la pobreza realizados en Chile, Voces de la Pobreza, que recopila las nociones y sentir de 500 personas del circuito de la pobreza.

Dicho estudio mostró, entre otros aspectos, que la pobreza en Chile se experimenta con un profundo malestar, que va más allá del tener cosas materiales. "Se vive de forma más compleja, como un fuerte malestar emocional, donde coexisten sentimientos de discriminación e impotencia para desarrollar una vida plena o digna", dice Littin.

También las personas se sienten invisibilizadas. En el estudio los relatos muestran que quienes viven en pobreza sienten que la política social no reconoce sus esfuerzos, "no demandan asistencia, sino principalmente una oportunidad de trabajar dignamente y de aportar en su propio proceso", dice Littin.

"La pobreza se ve como falta de oportunidades y se vive con impotencia. No poder cumplir con las obligaciones que la sociedad establece a los jefes de hogar, genera sentimientos de dolor y la angustia, de no poder responder a los hijos y darles lo que requieren para proyectar una vida diferente a la que ellos han tenido", señala Littin. Y si bien se reconocen más oportunidades para educarse y acceder a la vivienda que antes, aclara,  las diferencias de calidad de los bienes y servicios que ellos reciben constituye una barrera para enfrentar un desarrollo duradero y seguro.

Luego, en 2017, la Fundación a través de su propuesta de política social "Umbrales Sociales para Chile", señaló que tras dos décadas de experiencia con Servicio País, y realizando estudios periódicamente se concluye que la pobreza tiene una marcada dimensión relacional. "Que se genera y perpetúa no sólo porque hay necesidades básicas insatisfechas, sino también porque las personas suelen verse afectadas el trato que reciben, por relaciones de exclusión, subordinación, asistencia y dependencia excesiva; lo que coarta su autonomía y el dominio sobre su propia vida, así como sus posibilidades de desarrollo presentes y futuras, a nivel individual, familiar y comunitario", explica Littin.

"Por eso hoy es tan importante el diálogo con aquellos que no han tenido voz, y las soluciones con participación real de quienes nunca son convocados a resolver sobre su propia vida", señala Catalina Littin, directora de la Fundación.

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