El etiquetado de alimentos comenzó en el año 2016, en el marco de la Ley de Alimentos. El objetivo es distinguir con una mirada rápida si el producto en cuestión es alto en azúcares, grasas saturadas, sodio y/o calorías; esto debido a que no son muchos quienes -seguro por más de una razón- leen detenidamente la barra nutricional de los alimentos. A siete años de la implementación de la norma y en términos nutricionales, ¿las etiquetas funcionan y son eficientes?, ¿hay un menor consumo de los productos Alto en?

La preocupación de las personas por lo que comen no es algo nuevo, pero ¿se manifiesta más en palabras que en las propias acciones? ¿Cómo puede afectar en distintos ámbitos de la salud?

Límites de contenido de energía, sodio, azúcares totales y grasas saturadas en alimentos sólidos. Tercera etapa de la Ley de Alimentos, 2019. Foto: Minsal.

Es relevante saber que Chile fue uno de los primeros países en implementar esta medida, luego se unieron localidades como México y Perú. De acuerdo al Ministerio de Salud, los límites se establecieron a partir de la evidencia científica, y tomando como referencia el contenido de los nutrientes que tienen los alimentos de forma natural.

Con el paso del tiempo aumentaron las exigencias en la reducción de nutrientes críticos de los alimentos, lo que se refleja en la forma en que se presentan los productos a los consumidores y cómo estos se relacionan con la comida.

Hace años, la comida “chatarra” se vendía in control en los establecimientos educacionales, ahora está prohibido que estos alimentos sean comercializados, promocionados o publicitados en cualquiera de los niveles didácticos. Si antes los pasillos de los supermercados contaban con hileras eternas dedicadas a productos altos en nutrientes críticos, hoy, cada vez más, se abren paso los alimentos saludables y bajos en calorías, sodio, grasas saturadas o azúcares.

Productos en los supermercados. Foto: Pixabay.

De acuerdo a la nutrióloga Uc Christus, Verónica Irribarra, los sellos aparecen como una herramientas para hacer más entendible la información alimentaria: “Cambió el comportamiento respecto a la compra, por ejemplo, el consumo de bebidas altas en azúcares disminuyó. Desde ese punto de vista, es un avance sumamente relevante”.

Puede haber otras razones por las que se redujo el consumo de bebidas azucaradas, como el alza de su impuesto en el 2014. Sin embargo, desde el punto de vista de los sellos, un estudio publicado en Plos Medicine en el año 2020 reveló que, tras la implementación de la ley, la compra de bebidas ricas en contenido (Altas en) disminuyeron de forma significativa, un 23,7 %.

Sobre extender los sellos a otro tipo de información (que no sean las ya disponibles como azúcares, grasas saturadas, sodio y/o calorías), la nutrióloga considera que es “ambicioso” para el país. En México dan más características nutricionales, como el alto en grasas saturadas, el contenido de cafeína y si es recomendable para niños

Por otra parte, tener consumidores más informados y aptos provoca un desbalance en la oferta y demanda de los productos, antes “las personas estaban menos atentas a lo que consumían” comenta Irribarra. Acerca del crecimiento de la industria alimentaria, explica que en los últimos 30 años se implementaron tecnologías nuevas. “La industria de alimentos ha debido repensar sus recetas para hacerlas igualmente apetecibles”.

“Tenemos más elementos de juicio”, agrega.

Etiquetado para la salud en México. Foto: Gobierno de México.

Sellos y ultraprocesados

Irribarra explica que los alimentos ultraprocesados vienen de una clasificación denominada Nova, un sistema de cuatro categorías que agrupa a los alimentos según su tipo y su grado de procesamiento.

“Nova ni siquiera las clasifica como alimentos, sino como productos ultraprocesados. Se trata de inventos industriales en base a sustancias que derivan de alimentos o cosas sintetizadas”, enfatiza la profesional.

Estas sustancias son aglutinantes, colorantes y endulzantes, que se presentan como papas fritas en bolsa, barras de cereal, bebidas de fantasía, hamburguesas, nuggets, galletas y otros snacks. También las comidas que vienen listas para servir.

Productos ultraprocesados en los supermercados, como las papas fritas en bolsa.

Para que un producto no tenga sello por mucho azúcar, es una posibilidad que lo reemplacen por edulcorante. De esta forma no se usa el etiquetado y la persona que consume el alimento igual lo percibe dulce. La doctora de Uc Christus manifiesta: “Es un mal menor. Lo que más importa es que las personas informadas y consuman menos azucares y sales”

La industria alimentaria tuvo que alterar sus contenidos y hubo un cambio en la oferta, lo que hace que se reduzca el contenido. Este es muy alto, lo que explica el aumento de la obesidad en la población en los últimos cuarenta años.

“Sí, han reformulado las cosas” afirma Irribarra, y existe la posibilidad de que en Chile incorporen etiquetas de diferentes tipos, como la de edulcorantes. Lo más relevante, insiste la nutrióloga, es un patrón de alimentación más saludable, que se manifiesta en menos procesados y golosinas en niños y en más frutas frescas.