Columna de Rodrigo Vergara: La sorprendente China

A principios de los años 90 las exportaciones chilenas a China representaban menos del 1 por ciento del total de nuestros envíos. Hoy se acercan al 30 por ciento, lo que hace que ese país sea el principal destino de nuestras exportaciones.



La primera vez que fui a China fue hace 23 años, en 1995. A pesar de que ya llevaban 15 años de reformas y habían crecido a tasas muy elevadas, me quedé con la impresión de un país pobre y muy atrasado. Estuve en tres ciudades, incluida Beijing, donde en las calles circulaban básicamente bicicletas, estaban sucias y se veía poca modernidad. Recuerdo que un día, luego de trabajar, salí en busca de un lugar para comer cerca del hotel y terminé devolviéndome porque los olores en la calle no eran muy tentadores.

Volví quince años después, en 2010, y desde entonces he ido casi todos los años, la última vez en 2017. El cambio es notable. Al menos en las grandes ciudades donde he estado se respira modernidad, progreso y bienestar. Si en 1995 el PIB per cápita de China era 6,5 por ciento del de Estados Unidos, hoy llega a 25 por ciento. No sólo eso, dada su elevada población, se estima que alrededor del 2030 la economía china superará en tamaño a la de Estados Unidos (si las cifras se ajustan por paridad del poder de compra hoy ya es de mayor tamaño). Las bicicletas de las calles de Beijing siguen abundando, pero han cedido espacio a autos modernos y en el comercio están presentes las principales marcas mundiales. Sus edificios, altos y de cristales son similares a los que se ven en las principales urbes del mundo. Shanghái es incluso más llamativo, en cuanto junta barrios antiguos de la época colonial con una sección moderna donde se encuentran varios de los rascacielos más altos e impresionantes del mundo.

Hoy China le disputa la hegemonía a Estados Unidos en distintos ámbitos. Su Presidente, Xi Jinping, se considera como el líder más importante de ese gigante asiático desde la era de Mao y toma posiciones a nivel global que hace sólo unos años hubiesen sido impensadas. Sin ir más lejos, luego de la agenda proteccionista de Trump, Xi Jinping se posicionó como líder de la globalización y el libre comercio. Para una economía centralizada (o al menos fuertemente estatal) donde no hay democracia, no deja esto de ser una paradoja.

La tensión entre China y Estados Unidos ha ido en aumento en el último tiempo y la pregunta que ronda en muchos círculos académicos y políticos es si la potencia emergente (China) chocará finalmente con Estados Unidos, la potencia dominante. Esa es la pregunta que el profesor de la Universidad de Harvard, Graham Allison, intenta dilucidar en un interesante libro titulado: Destinados a la guerra: ¿Pueden América y China evitar la trampa de Tucídides? Tucídides fue un historiador griego que vivió alrededor del 400 a.C. y que en su Historia sobre la Guerra del Peloponeso relata el famoso conflicto entre Atenas y Esparta. Sostiene que era esperable que la potencia en auge, en este caso Atenas, se enfrentara con la potencia dominante, Esparta. Allison relata 16 de este tipo de situaciones en los últimos 500 años, concluyendo que en 12 de ellas efectivamente se terminó en guerra. Por supuesto lo que todos esperamos es que la situación actual entre China y Estados Unidos esté entre las menos frecuentes desde una perspectiva histórica y no termine en conflicto bélico, entre otras cosas porque las consecuencias en la era actual serían desastrosas para el mundo entero.

Los desafíos para Chile

A principios de los años 90 las exportaciones chilenas a China representaban menos del 1 por ciento del total de nuestros envíos. Hoy se acercan al 30 por ciento, lo que hace que ese país sea el principal destino de nuestras exportaciones. No son sólo minerales, sino frutas (piensen en lo que ha pasado con las cerezas), vino, salmón y muchos otros productos. Además, es por un buen margen el mayor consumidor de cobre del mundo, con lo que es determinante en el precio de este metal, tan importante para nuestro país. En síntesis, es hoy por hoy clave en lo que denominamos el factor externo que afecta a nuestra economía. Más aún, en mi opinión uno de los mayores riesgos que podría venir del exterior y afectar a Chile sería, por ejemplo, una fuerte desaceleración china. Afortunadamente ello no sólo no ha sucedido, sino que en 2017 ese país creció 6,9 por ciento, superior al 6,5 por ciento proyectado a principios de año. Con todo, en la última década ha habido un aumento significativo de la deuda de las empresas, lo que constituye un riesgo no menor. Tal es así que Kenneth Rogoff, economista, profesor de la Universidad de Harvard y estudioso, junto a Carmen Reinhart, de las crisis financieras internacionales, sostiene que es probable que la próxima crisis financiera global se origine o tenga su centro precisamente en China.

Más allá de esa u otra contingencia, Chile debe acercarse aún más a China. Nuestra política exterior tiene que poner un énfasis especial en dicha potencia. No es fácil el cambio cultural. Estamos acostumbrados a mirar con más simpatía y cercanía a Estados Unidos, Europa y América Latina, pero hoy y en el futuro previsible la balanza se inclina hacia Oriente. En mis años de presidente del Banco Central de Chile firmamos diversos convenios con nuestros pares del Banco Central de China, básicamente dirigidos a participar de la internacionalización de la moneda china (el renminbi) y a promover la integración financiera con dicho país. Ese tipo de iniciativas debe expandirse a todos los ámbitos. El sector privado ha hecho una labor notable abriendo espacios en esa potencia; el sector público ha colaborado. Pero para aprovechar las enormes oportunidades que se nos abren día a día, estimo que debe existir una política de Estado más decidida. Si no lo hacemos, serán otros países los que aprovechen los espacios que dejemos nosotros.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.