Ineludiblemente el estallido social que está viviendo Chile nos impacta y ya se ha reflejado en nuestro quehacer como profesionales de la salud mental. Al interior de nuestras consultas, día a día, nuestros pacientes comparten no sólo su propia intimidad, sino que también su experiencia con su entorno más cercano y su visión de la sociedad. De manera que sus puntos de vista respecto a la situación actual de Chile y las consecuencias que está teniendo en ellos surgen de manera espontánea, muy frecuentemente, al inicio de cada sesión.

Es así como vamos conociendo muy de cerca sus distintas perspectivas, vivencias y formas de lidiar con los desafíos y conflictos a los que se están viendo enfrentados. Constatamos que varios de aquellos jóvenes que se encontraban estables con su tratamiento, hoy presentan más síntomas y mayor dificultad para regular sus emociones, muchas veces sobrerreaccionando ante diversos estímulos. También sus padres se muestran afectados de distintas maneras, muchos de ellos reviviendo momentos del pasado o con incertidumbre sobre lo que sucederá en el país.

Jóvenes de distintos estratos sociales manifiestan rabia por la injusticia social, rabia por la desconexión con la realidad de los sectores más acomodados, rabia con las instituciones, rabia con la represión policial, etc. También muchos jóvenes están ansiosos, no se han podido concentrar en estudiar para sus exámenes o la PSU ni para hacer trabajos. Otros están tristes porque están en su último año de colegio y no han podido compartir las actividades de despedida que habían planificado con sus compañeros.

Catalina (16 años), en tratamiento por depresión, me dice que la crisis la ha afectado porque sus compañeros saben que sus padres "son de derecha" y la han comenzado a agredir por redes sociales. Tiene miedo a volver a clases y experimentar el rechazo de sus compañeros. Tiene rabia con uno en particular al que le quiere pegar para que deje de molestarla. Por otra parte, ella y sus hermanos no comparten las ideas políticas de sus padres y se han producido grandes discusiones entre ambas generaciones. Sus padres están con síntomas de angustia, les ha costado cumplir con su trabajo y no quieren que su hija "se meta en problemas". Le dicen que simplemente ignore los comentarios de sus compañeros y que se preocupe sólo de sus estudios.

Ignacio (18 años) se encuentra en tratamiento por un trastorno de ansiedad. Está más irritable, molesto y con rabia porque según él sus compañeros "viven en una burbuja" y no están conectados con lo que está pasando. Ha discutido con varios de ellos. Sus padres están con temor, ya que la situación les recuerda tiempos pasados. Han tenido conversaciones entre ambas generaciones que han permitido una mayor conexión.

Reconocer las emociones que estamos experimentando, compartirlas con otros y canalizarlas adecuadamente es muy necesario para cada uno de nosotros, incluidos los equipos de salud mental.

El miedo nos ayuda a alejarnos del peligro y protegernos. La rabia nos ayuda a movilizarnos y tomar acciones para lograr cambios. En terapia trabajamos para que el miedo no paralice ni la rabia se transforme en agresión. Es lo mismo que esperamos para nuestra sociedad.

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